En una antología personal, Alí Chumacero aparecía en la portada con un bastón de empuñadura de oro en forma de cabeza de león. En la página legal, junto a los créditos del editor, el diseñador y el fotógrafo, aparecía el del dueño de ese objeto precioso: Rubén Bonifaz Nuño.
Sempiterno chaleco con leontina, la elegancia de su persona es una leyenda opacada por la elegancia de su pluma, la belleza de sus versos y la vastedad de su erudición, leyendas de por sí. Por eso se entiende que dijera en 2008, cuando Bellas Artes le otorgó su medalla de oro: “Sí, estoy contento pero tengo mucho miedo… ya no veo, no puedo caminar y eso lo va a notar la gente”.
Nacido en 1923, el año próximo cumplirá 90 años, ciego ya pero con la memoria llena de poemas completos, casi todo Góngora. Desde 1994 que no publica, y los poetas jóvenes se sorprenden de saber que aún vive, pero su obra inmensa todavía es novedad, no sólo porque su renovación de la versificación hispánica y la métrica no ha sido superada aún, sino por la Antología General que lo perfila en tres facetas: traductor, ensayista y poeta.
Con una selección y edición de Pavel Granados, César Arenas y Víctor Mantilla, esta recopilación se divide en cuatro tomos de pasta rústica pero minucioso cuidado.
Doctor en Letras Clásicas y fundador de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, son bien conocidas sus traducciones de los clásicos griegos y romanos: La Ilíada de Homero, La Eneida y Las bucólicas de Virgilio, El arte de amar y La metamorfosis de Ovidio, por ejemplo.
Además –y especialmente– Las elegías de Propercio, a las que también dedica el estudio Los reinos de Cintia, incluido en el volumen de ensayos donde también aparece su interés en temas prehispánicos, del arte plástico, el poético y otros temas filológicos o generales, así como una entrevista con su colega Marco Antonio Campos.
Los dos tomos restantes se dedican a su trabajo como poeta, dividido en cinco secciones para englobar algunos temas recurrentes de su poesía: la vida cotidiana, la fraternidad, el paso del tiempo, la mujer y la labor poética misma.