Ni provincianos ni gitanos

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En junio de 1888, en Jerez, Zacatecas, nació el poeta Ramón López Velarde. En ese mismo mes, pero 10 años más tarde, nace en Granada, España, Federico García Lorca. Ambos poetas comparten algo más que el mes de su natalicio. Los dos de origen provinciano. Uno en México, el otro en España. Viven entre las vanguardias, la ideología y los movimientos armados. Sin embargo, nunca se sacudieron la tierra primera, el arraigo al sol y al suelo en el que crecieron.
A más de 100 años del nacimiento de estos autores, recordar su obra y presencia nos acerca al corazón creativo de México y España, así como a sus imaginarios nacionalistas.

Vocación primera
Marcado por el catolicismo, la primera vocación de Ramón López Velarde fue religiosa, elemento que se repite en la primera infancia de Federico García Lorca. Si bien el poeta español no intenta seguir el camino de la fe, uno de los juegos de su niñez consistía en repetir los oficios religiosos. Lorca demuestra gran sensibilidad literaria, misma que estimula su madre: con ella aprende rondas infantiles y poemas.
Para López Velarde el llamado de Dios es más fuerte, comienza su formación en seminarios de Zacatecas y Aguascalientes. En esta última ciudad colabora en la revista Bohemio —era 1906 y usaba el seudónimo de “Ricardo Wencer Olivares”. Abierto opositor al modernismo, el poeta se abre después a movimientos artísticos, incluyendo al que tanto criticó. Se acerca a las obras del español Andrés González Blanco y a la de Amado Nervo, cambiando completamente su visión. Finalmente abandona su carrera religiosa para iniciar estudios de Derecho en San Luis Potosí. En esa ciudad ejerce como abogado apenas un año, pues en 1914 viaja a la Ciudad de México, en la que se instala de forma definitiva para aplicarse a la escritura.
García Lorca sale también de su pequeño mundo campestre y se va a Granada a estudiar Derecho. No es gratuito que ambos escritores hayan optado por las leyes en un momento en el que el interés por las humanidades tenía muy pocas opciones de profesionalización. Lorca consigue terminar la facultad sólo para graduarse y dejar atrás la abogacía.

Producción literaria
López Velarde en su primer libro La sangre devota (1916), tiene la inspiración de ese pequeño país que forman el cielo, las arboledas y las fiestas religiosas de la infancia. Eran tiempos de vertiginosos cambios en los movimientos artísticos y sus manifiestos. La escena literaria era ocupada por el posmodernista Enrique González Martínez, así como por José Juan Tablada, cuya producción era vanguardia pura para un México aún afianzado a la tradición. López Velarde demuestra admiración por este último autor, aunque la obra que verdaderamente inspirará al zacatecano es la del argentino Leopoldo Lugones, quien a su vez había sido marcado por el simbolismo francés.
En España, Lorca vive la intensidad y riqueza de la herencia que deja la Generación del 98. Artistas e intelectuales escriben algo más que poesía. Personajes como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno y Salvador de Madariaga, entre otros, no abstraen su obra de la tremenda realidad que envuelve a España.
Lorca fue más prolífico que Velarde. En México, Velarde publica Zozobra (1919), poemario en el que están sus experiencias citadinas, así como su preocupación constante: el pecado y la virtud, la lucha entre lo carnal y lo espiritual en el hombre. A lo largo de su vida siguió escribiendo artículos para diferentes revistas. De manera póstuma aparecen los poemarios “El minutero” y “El son del corazón”, en el que se incluye “La suave Patria”, poema que para bien o para mal seguirá marcando la obra del zacatecano.
“La suave Patria” ha sido bandera, eslogan y hasta postal de México. En él se hace un dibujo geográfico pletórico de luz y tradiciones místicas. Para Lorca ese estigma es quizá su poemario El Romancero gitano (1928), que a pesar de Poeta en Nueva York y El Diván del Tamarit y todo su teatro. Para muchos, Lorca es importante en la medida en que es un gitano. Y al reconocerlo así, se ignora la riqueza de toda su obra, ,que lejos de reducirse al folclorismo andaluz, produce un mito literario.
Lorca trascendió a su tiempo, fue un hombre de convicción combativa. Así vivió su homosexualidad y su postura política, misma que lo llevó a la muerte. López Velarde en cambio vivió hacia adentro. Mientras Lorca asimila con menos freno las novedades literarias y Velarde es más conservador, ambos consiguen a través de su escritura transformar los elementos tradicionales, la tierra y sus cantos, para profundizar en las corrientes del espíritu humano.

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