Negrito y a mucha honra

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El ser diferente no ha sido obstáculo para cautivar a niños y grandes. El chiquillo de rasgos exagerados, edad indefinida, ojos vivos y piel color charol continúa arrancando lágrimas y risas de muchos mexicanos. No todo es favorable para él, pues ha sido vetado en Estados Unidos por ser considerado un monumento al racismo y a la discriminación. Se trata de Memín Pinguín, el personaje de cómics creado por Yolanda Vargas Dulché.
Inmutable, Memín Pinguín protagoniza aventuras y situaciones que son impulsadas por valores distintos a los que alientan a las sociedades occidentales del siglo XXI. El niño no tiene computadora, no conoce el Internet, ni sabe del mundo globalizado. Sin embargo, eso no ha sido obstáculo para que la historieta del mismo nombre sea una de las más populares en nuestro país.
El cómic mantiene y juega con formas de representación un poco arcaicas, vigentes en el México de hace casi 50 años. La moda y problemática ahí plasmadas son de los años sesenta. Los conceptos de mujer, familia y virtud son los que prevalecían en ese tiempo en amplios sectores de la clase media. “La razón de que todavía tenga lectores es que esas formas de pensamiento siguen presentes entre los mexicanos. La gente de algún modo se identifica con esas maneras de comportarse y representar la realidad”, explicó Eduardo Ortiz Arámbula, profesor investigador en el Departamento de Letras del CUCSH.
Hay mexicanos que se ven reflejados y proyectados en Memín Pinguín: un personaje que no es poderoso, tampoco tiene dinero, es niño, es víctima de injusticias y represión. No obstante, sale avante de todas las situaciones embarazosas, tiene ingenio. En consonancia el mexicano se siente muy especial, pero a la vez minusválido. Tiene la concepción de ser muy capaz, pero a la vez no se la cree. “Los mexicanos no podemos sobrellevar o ir más allá de la poca autoestima, pero sí, arreglar la turbina de un avión con un trapo mojado y un alambre. Memín Pinguín es un pícaro y México es una nación de pícaros”.
La gente se entretiene leyendo el comics como con las buenas novelas: para sentir y gozar con el protagonista, entonces ocurre una especie de catarsis, tener una intensidad emocional con la historia contada.

Orígenes de un cómic
Memín Pinguín aparece por primera vez en 1943 con el nombre de Alma de niño. Los dibujos eran de Alberto Cabrera. Posteriormente, de Sixto Valencia. La idea de Vargas Dulché era crear una historieta donde se combinara el melodrama y la historia picaresca. El nombre del personaje era el apodo que tenía el esposo de la escritora cuando era niño.
La historieta fue reeditada en 1954, 1961 y 1988. La actual llamada “Homenaje”, salió por primera vez a raíz de la polémica suscitada en Estados Unidos por la publicación de una serie de timbres de correos que celebraban la historieta mexicana y que mostraban al niño negrito.
El líder de la comunidad afroamericana de los Estados Unidos, Jesse Jackson, y el entonces portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, solicitaron de inmediato al Servicio Postal Mexicano (Sepomex) la retirada de los sellos emitidos por considerar que en ellos se utilizaban estereotipos raciales ofensivos.
El año pasado Memín Pinguín volvió a causar controversias en Estados Unidos a raíz de la edición “Memín Pinguín para presidente”, la cual estaba disponible el los Wall- Marts de la frontera entre México y Estados Unidos y tuvieron que ser retirados de los estantes por considerarse ser ofensiva para los ciudadanos de raza negra.
Una característica de Memín es que todos los personajes son dibujados de manera realista, menos el personaje principal y su madre Eufrosina, que son caricaturizados. Es decir sus características raciales son exageradas por el dibujante: nariz chata, labios demasiado gruesos y orejas grandes. Esa representación fue tomada como ofensiva por la comunidad afroamericana explicó Eduardo Arnulfo Velasco, profesor investigador del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, especialista análisis de imagen en historietas y cine.
La reacción de los afroamericanos hacia Memín denota un choque cultural con los mexicanos que tienden a tomar las caricaturas que de ellos se hacen a broma. Un ejemplo es Espiri González. Televisoras norteamericanas decidieron quitarlo de la programación por considerarlo una imagen negativa del latinoamericano y los que protestaron fueron los mexicanos, porque esa caricatura era divertida para ellos.

Antihéroe mexicano
Los cómics hablan de las sociedades donde fueron creados. Los estadounidenses son más épicos. Sus cómics, por lo general, giran en torno a figuras de superhéroes. Los estadounidenses se escriben en la lucha y en la victoria, en cambio los mexicanos lo hacemos más desde el sufrimiento y el valer por ello, pero también en obtener la victoria en el último momento y como sea, explicó Eduardo Ortiz, especialista en crítica literaria y análisis de texto.
“El mexicano vuelca sus desventajas y aspiraciones en los personajes de sus cómics. Todas esas lecturas que hacemos en términos sociales de nosotros mismos están representadas en las historietas, películas y novelas”.
Los cómics mexicanos se centran en los antihéroes. “Personas comunes que logran salir adelante a pesar de todo: Borola Tacuche, Nopaltzin y Memín Pinguín son tres ejemplos. Los personajes que no son todo poderosos son más característicos de México”, dijo Arnulfo Eduardo Velasco Ruiz.

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