Luvina tres veranos seguidos

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El verano de Luvina marca su tercer aniversario. Agrupados bajo el tema central de las habitaciones extraordinarias, los ensayos, cuentos y poemas que integran este número 55 buscan analizar el espacio, como un argumento material de las expresiones y características de la condición humana, para alcanzar una forma congruente.
En concordancia con su carácter literario, la temática constituye una metáfora: insinúa a las palabras y su arte como un recinto cerrado, en el que se reúnen la ensoñación y la memoria del mundo. Los textos de Eduardo Huchín Sosa, Daniel Saldaña París, Hernán Bravo Varela, Juan Carlos Botero y Nuria Amat, hablan lo mismo de la biblioteca y los libros como espacios específicos, que de la arquitectura efímera o la mirada personal de un hombre que recorre las ciudades como una experiencia estética.
Estos se intercalan con tres homenajes. Uno de ellos es “La oveja reina, una antifábula”, poema inédito de José Emilio Pacheco, quien cumple 70 años el 30 de junio, seguido de un ensayo de Miguel íngel Zapata sobre el ganador del Premio reina Sofía de este año. Otro, a Eduardo Lizalde, quien publica la traducción de un poema de Gautier y es retratado en un ensayo de Silvia Eugenia Castillero, ahora que “El tigre” está punto de cumplir 80 años de vida. Y el tercero a la primera edición de Muerte sin fin, el célebre poema metafísico de José Gorostiza, aparecido en 1939.
Así como el monte blanco y áspero de Luvina inspira a la revista en su totalidad, el apellido-geografía de Pedro Páramo se convierte en una sección miscelánea en las últimas páginas. Ahí las reseñas, como la de Josu Landa al nuevo poemario de Rocío González, conviven con textos más periodísticos, como una entrevista de Édgar Velasco al escritor serbio Goran Petrovic.
La lectura se completa con un dossier visual: fotografías, dibujos, instalación y proyectos a gran escala del tapatío Jorge Méndez Blake.

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