El libro Matrimonio. Indígenas de Zacoalco, escrito por José Ramírez Flores, fue publicado con fecha de 18 de octubre de 1960, según informa el colofón, aunque falsamente, como lo veremos más delante. De esa fecha a la de hoy, en lo que respecta a la forma de celebrar el matrimonio, ya casi todo se ha perdido. De vez en cuando y a manera de folclor, algunas parejas se “cuelgan” y se les toca el Canario y el Papaqui (elementos que sobreviven de esa tradición), como vieja remembranza de tiempos idos. Era una fiesta barroca, sincrética y mestiza.

Ramírez Flores define en el libro: «…entiendo que Tzacoalco significa “lugar de la pirámide…”» (p.5), aunque acepta que el vocablo tiene amplitud de significados. Más adelante escribe: “En la capillita llamada del Hospital, edificada por 1558, parecen haberse utilizado los restos de la destruida pirámide, según puede deducirse por la presencia de algunos sillares, esparcidos en los muros, que tienen figuras grabadas por artífices prehispánicos.” (p.7).

La capilla del Hospital no fue edificada en 1558; ese año fue su fundación, que es muy distinto. El edificio lo demuestra en sus juntas frías de los muros y en las fechas de avance de obra: su inicio, 12 de marzo de 1654 o 1674 (la cifra de las decenas es confusa) según consta en la piedra ubicada en la base del sillar derecho de la fachada de la capilla. Luego le sigue una inscripción: 114 años. Más arriba, a una altura de 5.13 mts., otra inscripción: “Pedro García mayordomo 1781.”

Por deducciones constructivas, la fecha probable de inicio es 1654, ya que la suma (1654 más 114 es igual a 1768) queda comprendida dentro del periodo final de Pedro García. En la fachada se encuentran otras dos fechas. Una se localiza en la ventana del coro y es 1770. La segunda es 787 (el número que indica los miles no se encuentra), y la acompañan unas letras ilegibles. Queda claro que unos mayordomos trabajaron en un tiempo los muros y otros, la fachada.

En lo que respecta a las “figuras grabadas”, por su estilo inconfundible, están labradas por manos indígenas. Pero ellas en sí mismas son una lectura cristiana: el hombre en su caminar deja todo, incluso a sí mismo (dejar de ser) para encontrarse con la Cruz, para luego descubrir un paraíso representado por animales de la región: venados, conejos y grullas. Esta lectura se le puede considerar un catecismo y se acerca a san Juan de la Cruz (Noche oscura del alma): “…salí sin ser notada, / estando ya mi casa sosegada”.

Los temas que desarrolla el libro son: El noviazgo, Preparativos, Pedimento, Donas, Consejos a la doncella, El “sí”, Matrimonio necetiliztli, Trajes, Hacia la iglesia, El estrado, La fiesta, La primera noche, Atole nuevo. Las fotografías del libro, en blanco y negro y color, son de Héctor Torres.

Matrimonio registra algunos conocimientos precientíficos, las supercherías que practicaban los zacoalquenses de ese tiempo; se cita: “…el canto nocturno del tecolote y el graznido de la lechuza son signos seguros de algún mal; enfermedad que no cede es señal de algún oculto enemigo que, representando al enfermo como un muñeco de trapo, ha clavado a éste una espina, siendo indispensable golpear al culpable hasta que sangre, para que el maleficio quede liquidado; la saltapared avisa la proximidad de una visita; y cuando canta una gallina delata que allí manda la mujer y que a esa casa le sobrevendrán desgracias…”(p.13).

“Las costumbres que voy a narrar tienden a desaparecer” (p.15), escribe Ramírez Flores. Esta publicación fue el resultado de una investigación que posteriormente culminó con la representación y luego la publicación en libro: se buscó a una pareja para casarse al estilo antiguo. Los novios fueron J. Jesús Moreno Montes y Margarita Gamiño Margarito. El sacerdote que los casó fue Adolfo Barajas, con fecha 6 de febrero de 1961, según consta en el libro 49, página 236 vuelta, del archivo parroquial. El matrimonio civil ocurrió el 26 de noviembre de 1960. Algo que se debe señalar es la fecha de impresión del libro: 18 de octubre de 1960. Guiándonos por la fecha de los matrimonios, civil como religioso, es imposible que la fecha que indica el colofón sea la correcta.

José Ramírez Flores (Techaluta, 19 de febrero de 1900—Guadalajara, 30 de agosto de 1983) vivió parte de su infancia en Zacoalco y la mayor parte de su vida en Guadalajara.

Uno de tantos homenajes recibidos por don José Ramírez Flores en vida, lo escribió Luis González y González y que se utiliza para cerrar este texto: “Yo puedo decir que he leído con mucho agrado y he aprendido mucho en (…) la Insurgencia en Guadalajara de José Ramírez Flores.”

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