Los que sobran

1084

Son casas grandes, espaciosas, que por el uso y abuso de sus habitantes se fragmentaron en cuartos diminutos. Allí terminaron durmiendo los que danzan el baile de los que sobran.
Los inquilinatos son innumerables, pero hay dos sectores de la ciudad colombiana donde se pueden encontrar de manera masiva: Niquitao y Lovaina. El primero es un lugar que acabó por pudrirse, pero que antes servía de refugio para los viajeros que llegaban a la estación del ferrocarril ubicada a pocas cuadras de allí.
En esos inquilinatos convive todo. Lo mismo existen decenas de lugares donde se alquilan cuartos para drogarse (llamados “escupideros”), que casas en las que se hacinan hasta 200 personas. En San Benito, al centro de la ciudad, se vive en soledad. Los mismos cuartos pero con menos gente. Habitantes ermitaños, a quienes les basta su propia compañía para sobrevivir y que mantienen entre ellos un vínculo de silencio que se sostiene inalterable durante todo el día.
La Plaza Minorista, también cercana al Sector Central, tiene la reputación de ser el origen de estos cuartos solitarios, donde viejos comerciantes terminan su lenta vida recordando los viejos tiempos, cuando Medellín era un barrio y todos parecían felices.
Lovaina narra la historia de un barrio que se volvió mujer. En los años 50 fue sede social de la prostitución elegante, que no dejaba rastros, pero era conocida por todos. Luego, decisiones políticas expulsaron a esos habitantes.
Entonces los espacios vacíos fueron tomados por los travestidos, esa nueva generación que invadió las calles y las noches de Medellín. Allí viven, con sus vallenatos a todo volumen y sus anhelos, sus clientes y amantes, en la ciudad vertiginosa.

Artículo anteriorDictámenes aprobados por el H. Consejo General Universitario en su sesión del viernes 29 de agosto de 2008
Artículo siguienteCarta al presidente de México