Fotografía: Edgar Campechano Espinoza

Hacer música tiene su magia, pero es cosa de ciencia. Alguien que entiende esto es Jorge Drexler, el afamado cantautor uruguayo que ha transitado entre el arte y el método científico, luego de que decidió cambiar los hospitales y la bata por la guitarra, las letras y el estudio; el cometido de su vida.

Este viernes, durante la última jornada de la Feria Internacional de la Música de Guadalajara (FIM GDL) 2024se realizó el “Keynote: Jorge Drexler”, acompañado de los conductores del podcast Háblame de ciencia, Aldo y Liz. Esto, en la Sala 2 del Conjunto Santander de Artes Escénicas.

Al ser Jorge Drexler, además de médico, un gran músico, se realizó esta conversación con la intención de indagar cómo se crean canciones tan encomiables como las suyas, frente a un público ávido de escucharlo.

Él explicó que hacer una canción le parecía igual que hacer un collar. “Yo voy ahí y tomo una cuenta que me gusta, y luego veo otra cuenta que se relaciona con los anteriores y las paso a través del hilo. Así meto tres, cuatro, cinco y cuando llego a 20 miro para atrás en el espejo retrovisor”.

Para el cantautor, gran parte de las canciones que ama y que hace ni siquiera cuenta una historia clara, pero sí tiene “un juego lingüístico rítmico y sonoro, que traen un estado de alerta en el escucha”.

Fotografía: Edgar Campechano Espinoza

La canción es un género corto que tiene una priorización del juego, el swing de las palabras, la fidelidad de la historia que se quiere contar. Si la historia es increíble, pero no tiene un juego de palabra que lo vuelva interesante en tres minutos, de poco sirve”, recalcó.

Liz y Aldo le cuestionaron la ciencia detrás de varias de sus canciones. Una de ellas fue “Al otro lado del río”, con la que Drexler ganó el Oscar en 2005 y que al momento de subir al escenario a recibir la estatuilla cantó una parte de la misma, luego de que no le habían permitido cantarla en vivo durante la ceremonia.

“Leí el guión de la película Diarios de motocicleta e inmediatamente me fui a dormir y toda la parte central de la película la soñé. Cuando me desperté escribí la canción. Y es la metáfora de cruzar el río y verlo todo desde el otro lado, y ver una esperanza y una empatía”, contó.

Detalló que la primera frase fue la de “creo que vi una luz al otro lado del río”, y de ahí la construyó buscando palabras que rimaran. “Así es como suelo hacerlas, hacia atrás”.

Dijo que la canción “Todo se transforma” fue la primera con la que se sintió con la seguridad de utilizar los conocimientos científicos que tenía, para lograr “una integración”.

Es una canción que quiero mucho. Es para el disco Eco de 2004, que fue un disco de transformación muy importante en la estructura”, pues, mencionó, hasta antes de dicha producción no se sentía con el derecho de integrar todo lo que había hecho en su vida.

“Escondía la guitarra debajo de la bata en el hospital, y en la noche cuando iba a tocar al bar en Montevideo escondía la túnica para que la gente no pensara que no era un bohemio de verdad”, contó con ironía.

“Todas las vivencias quedan almacenadas. Lo que uno no usa para hacer poesía, pesa”, recalcó.

Fotografía: Edgar Campechano Espinoza

Sobre la canción “Tocarte”, que hizo junto con C. Tangana, Jorge Drexler se dijo entusiasmado de crear un tema del género urbano. “Reconozco las virtudes del género y reconocer las zonas de la experiencia humana a la que no puedo llegar”.

“Soy hijo de la dictadura uruguaya y me he criado en un contexto donde no se bailaba y todo era muy reflexivo. Esa canción tiene un sistema de rimas homófonas en la letra, yo no había trabajado con este esquema. C. Tangana escribía a toda velocidad y yo soy más lento para escribir”, confesó.

Cuando grabé eso fue una liberación tan grande, es un esquema de rimas que yo pensaba que no era para mí, un señor. Sentí cómo un mundo entero se me abría de vuelta”, indicó.

“¿Cuál es la relación entre la ciencia y la poesía?”, preguntó Liz. A lo que el músico refirió que “las dos son maneras de descifrar la verdad, sólo que una apela a la sistematización y la objetividad, y la otra apela a la epifanía, es decir, a lo que sucede sin que tenga una explicación muy clara”.

“A veces, dos personas leen un poema y tienen el mismo grado de emoción, pero pueden tener una diferente emoción”, concluyó.

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