Recientemente, vecinos del Parque San Rafael se percataron de la presencia de una tuneladora que no estaba incluida en el proyecto original del vaso regulador que se construye en el espacio público, del que han sido despojados.
Esta situación no sólo les preocupa a ellos, también a académicos de los centros universitarios de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) y de Tonalá (CUTonalá) de la UdeG, quienes advierten de las complicaciones socioambientales que derivarán de esta obra.
Juan Pablo Rojas Ramírez, profesor investigador del CUTonalá, indicó que el vaso regulador y las torres residenciales que se construyen en la zona impactarán en la cuenca de San Andrés, que se encuentra al Oriente de la ciudad.
“Estos flujos de agua se modificarán por el efecto dren (que es amurallar los flujos transversales de los mantos freáticos), lo que implicará una presión subterránea que reencauzará el agua. Hay partes arcillosas donde la propia presión hará que el agua aflore (como ya ocurre en las obras del Parque de Huentitán)”, explicó.
Gabriela Cervantes, quien encabeza el colectivo Unidos por Jardines de la Paz y Colonias Aledañas, dijo que ya han sido testigos de cambios en el terreno de la zona.
“Hemos documentado que donde se crearon las torres de Gran San Rafael, donde antes era el Club Chivas, las viviendas empiezan a presentar hundimientos porque se ha estado drenando parte del agua subterránea para crear los estacionamientos”, denunció.
“En el caso del Parque San Rafael empezamos a ver lo mismo, hay compactación del suelo y cambios en la temperatura y empiezan a morir los árboles alrededor. Las maquinarias excavaban y surgía el agua y quedaba al descubierto”, describió.
Además, explicó, que con esta maquinaria se refuerza que las autoridades del Gobierno de Jalisco, el ayuntamiento de Guadalajara y el SIAPA no sólo apoyan a una obra con intereses inmobiliarios que excluyen y destruyen el medio ambiente, sino que también afectan el patrimonio de la gente en la zona.
“Es una obra que se hace de una manera violatoria a nuestros derechos humanos, a todo diálogo con la comunidad que habitamos la zona, generando afectaciones a nuestras viviendas, pero sobre todo al medio ambiente”, añadió Cervantes.
“El parque ha sido intervenido en cuatro hectáreas, llenándolo de concreto. Si nosotros permitimos que esta excavadora termine el vaso o colector pluvial, como lo llama el SIAPA, acabará con los mantos acuíferos restantes”, dijo.
La Coordinadora de la maestría en Ciencias Sociales y responsable del Cuerpo Académico Agua, Medio Ambiente y Sustentabilidad del CUCSH, Alicia Torres Rodríguez, expresó que desde la UdeG se apoya al colectivo que defiende el Parque San Rafael.
“A nivel del Área Metropolitana de Guadalajara ha crecido este tipo de acciones de inmobiliarias que se acercan a áreas verdes públicas, conllevando una sobresaturación de redensificación y gentrificación, sin importar quienes habitan esos espacios”, dijo.
Lamentó que un espacio como la zona del Parque San Rafael, donde estaban las galerías filtrantes que abastecieron de agua a la ciudad de Guadalajara por décadas, no sea reconocido como patrimonio histórico y natural, por parte de la autoridad.
La jefa del Departamento de Estudios Socio Urbanos del CUCSH, Sofía Mendoza Bonhe, recordó que el Parque San Rafael “ha tenido una historia de servicios ecosistémicos desde la época de la Colonia, a quince cuadras alrededor”.
“Es de los pocos pulmones del lado Oriente de la ciudad y el agua sigue funcionando. Los 700 árboles talados es una cantidad brutal de ecocidio. Aquí también hay una serie de fauna natural urbana”, declaró.
Recalcó que la creación de las torres residenciales y el vaso regulador producirá “un cambio climático local por estas planchas de cemento que producen isla de calor, inundaciones y tormentas más fuertes; el parque es un salvaguarda de los colonos del Oriente y la ciudad”.
Cervantes hizo hincapié en que se ha buscado el apoyo de los distintos órdenes de gobierno y que actualmente los vecinos han impulsado tres amparos que están activos; uno de ellos es una suspensión definitiva para cuidar el manto acuífero y el arbolado del Parque San Rafael; sin embargo, las autoridades hacen caso omiso y apoyan a las empresas e instancias que impulsan las obras.