Acuerdo nacional es electorero

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El llamado “Acuerdo Nacional” presentado por el ejecutivo no está a favor de la economía, ofrece pocas posibilidades para un desarrollo económico y no es nacional pues no integra a todos los agentes económicos, según el doctor Martín Romero Morett, jefe del departamento de economía del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas.
A su juicio, el planteamiento del gobierno está basado en términos de seis meses, antes de las elecciones para que la crisis no se agudice. Una vez que pase este periodo, nos espera una crisis todavía mayor porque el Estado no tendrá los mismos recursos que ahora utiliza para hacer un esfuerzo y paliar la crisis actual. “Una vez que ganen las elecciones, van a dar el alza”.
Considera Romero Morett que ante esta crisis lo que puede hacer el gobierno federal es insuficiente, ya que no se baja los salarios, ni mejora la administración pública en términos de eficacia y eficiencia. “Podría incluir propuestas, no de transparencia porque eso es por ley. Hace falta que el gobierno evite el despilfarro, el derroche. Que comprometa al sector privado a congelar los precios de productos que consumen las familias como huevo, pollo, frijol, arroz, aceite y el transporte público. Pero México no puede hacer mucho para resolver este tipo de crisis, ya que está programado como Estado neoliberal, dejando la economía en manos de la iniciativa privada.
Debería ser un estado de bienestar que busca la recaudación de impuestos por parte de aquellos corporativos que se beneficien más del país y aporten más a la economía, aumentado la capacidad de consumo del ciudadano, con un verdadero seguro de desempleo, no de manera improvisada como ahora se está ejecutando.
Refiere el investigador de la UdeG que la economía mexicana está al pendiente de tres alfileres que están por caerse: las remesas, las maquiladoras y las divisas por la exportación de petróleo. “La capacidad de consumo del estadounidense va en detrimento, por cada dólar que tiene, debe cinco. Los migrantes se están regresando y las remesas bajan y el precio del petróleo está a la baja. Y ante esta perspectiva no se vislumbra que el gobierno tenga recursos para mantener una política de un Estado benefactor para que la sociedad tenga capacidad de consumo”.
Sugiere Romero Morett que los gobiernos en cualquier instancia eliminen o bajen al 50 por ciento los impuestos que cobran en esta época y de esta manera beneficien a la economía familiar. “Claro, si el gobierno quita o baja estos impuestos, dejarían de recibir estos ingresos y tendría que bajar sus ingresos y los ‘insultantes salarios’ de funcionarios y diputados. Pero ellos deben hacer un ‘sacrificio’ que no es tal, comparado con el que hace el 80 por ciento de los mexicanos”.

El mexicano como cliente
Por su parte, el doctor Alberto Chávez, investigador del Departamento de estudios sobre movimientos sociales, hace una retrospectiva de la cultura política del mexicano para así entender los posibles avances. Señala que con respecto a la manera de relacionarnos con el gobierno, con las instituciones y con nosotros mismos como sociedad civil, ha variado, desde los tiempos de la hegemonía del PRI en el poder hasta la actualidad; sin embargo, añade el catedrático que, a pesar de cambios de partidos se mantienen rasgos como las relaciones clientelares con algunas organizaciones fuertes como los sindicatos.
“Es el caso de la reforma energética con el sindicato de PEMEX, lo que habla de una cierta inercia y una tradición que se mantiene de estas prácticas corporativas. Es una reforma administrativa, pero se mantiene la misma estructura política y como se maneja el sindicato con el gobierno del color que sea”, aclara Chávez.
Agrega que las formas de pensar y hacer política siguen siendo muy tradicionales a pesar de los cambios en los partidos de gobierno, y da el ejemplo del caso del SNTE, donde se mantienen ciertos privilegios en el caso de la maestra Elba Esther Gordillo. “Tomando en cuenta estos antecedentes, la cultura política de los mexicanos se mantiene a lo tradicional en el modo de pensar, actuar y de sentir”. Aunque sí vislumbra un cambio con respecto a la sociedad civil, donde hay prácticas diferentes pero levemente, como es el ejemplo de Andrés Manuel López Obrador, quien realiza movilizaciones interesantes mas con una actitud en contra de las instituciones.

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