La aburrida vida de todos

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    Transcurría la década de los 70 y su conciencia le dictó: “Vas a sufrir por el resto de tu vida o dejarás una marca”. Ese fue un momento revelador para Harvey Pekar, guionista de la historieta de culto American Splendor, quien falleció el pasado 12 de julio, a la edad de 70 años. Pekar —considerado uno de los pioneros del cómic underground en Estados Unidos— dedicó más de 30 años de su existencia a la escritura de guiones que se caracterizaron por un estilo ácido y punzante: “Tomar el autobús ahorra tiempo, pero no alarga la vida”. Mientras que la industria del cómic se encargó de encumbrar superhéroes, Harvey Pekar decidió tomar como directriz sus propias experiencias cotidianas, es decir, la historieta American Splendor se convirtió en un trabajo autobiográfico.
    Originario de Cleveland, Ohio, Harvey Pekar fue un personaje taciturno, introvertido y, al mismo, tiempo insurrecto. Encarnó sin titubeos al antihéroe americano. Con su particular voz aguardentosa decía: “La gente real es verdaderamente compleja”. Coleccionista de cómics y acetatos, en su mayoría de jazz, entabló una cercana amistad con el reconocido ilustrador Robert Crumb, quien en alguna ocasión declaró: “Pekar ha probado que hasta la más aburrida y monótona de las vidas tiene la capacidad de conmover y ser memorable”. Harvey Pekar laboró durante largo tiempo como archivista de un hospital para veteranos en su ciudad natal, lugar que sirvió para enmarcar muchos de sus guiones. Fue justamente Robert Crumb quien se interesó en ilustrar y promover su trabajo.
    El primer número de American Splendor apareció en 1976. Lo que años atrás parecía imposible de efectuarse se transformó en toda una realidad. De esta manera, la vida de Harvey Pekar fue llevada al mundo de las historietas y el encomendado de contarla sería él mismo. Así es como se lograron conocer los aburridos fines de semana del archivista y guionista, su poca destreza para lavar platos, y momentos como en el que mirando fijamente a una mesera refería: “Estoy desesperadamente solo y muy caliente”.
    American Splendor no sólo atrajo a los aficionados al cómic, de forma insólita capturó la atención de un público más amplio. El ejemplo más claro resultaron los compañeros de trabajo de Pekar, a quienes les fascinó aparecer en sus relatos. Uno de los motivos que propició esta respuesta fue que Harvey Pekar siempre mantuvo atención para escuchar lo dicho por otros y supo contextualizar diferentes realidades. En cierta manera, adoptó el papel de cronista a través de su historieta.
    A pesar de la fama obtenida, el guionista de alguna manera se mantuvo al margen de ella. Para algunos medios de comunicación sus declaraciones resultaban incómodas. Lo único que le importaba era preparar sus historias en medio de un archivo donde en apariencia nada sucedía. Joyce Brabner, esposa de Pekar declaró hace algunos años: “Terminé convirtiéndome en un personaje de sus historietas. Harvey tiene la tendencia de ver lo negativo y puede ser muy depresivo y, por lo tanto, deprimente. Hay historias en las que participé que considero son más felices. Pero él no las incluyó porque no cree que las flores y el sol vendan”. A Harvey Pekar le fue detectado cáncer; esta etapa determinante en su vida fue documentada en la novela gráfica Our Cancer Year. En el proyecto participó muy de cerca Joyce Brabner.
    Finalmente la enfermedad fue superada y el trabajo fue reconocido con el Premio Harvey en 1995.

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