Vidas en riesgo

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En México, tan sólo en 2010, el grupo de 15 a 24 años representó la mayor cantidad de suicidios, según datos del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

“El pico en la estadística ocurre entre quienes tienen de 19 a 24 años”, señaló la doctora Columba Sánchez Martínez, profesora de tiempo completo del Departamento de Salud Mental, de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

A partir del estudio de casos de más de 25 familias, Sánchez Martínez analiza cómo es que del seno familiar parten las tentativas suicidas de los adolescentes: “El paciente es identificado como el enfermo, pero es necesario estudiar los comportamientos de los miembros de la familia.

Con esta visión es posible detectar una serie de pautas de relación, en las que ellos han sido victimizados en muchos momentos de su vida, es decir, en sus relaciones hay lazos destructivos”.

Para escribir su libro Vidas en riesgo. Lazos que destruyen. Tentativas suicidas de adolescentes en el seno familiar, la catedrática se ajustó al resultado de su investigación, en la que detalla la historia de varias familias con adolescentes que presentaron esa tendencia.

El texto afirma que existen patrones y pautas de comportamiento que se repiten. Por ejemplo, que las madres platican sus problemas con sus hijos: “Desde niños los hoy adolescentes han vivido los problemas de los padres, tanto los económicos como los emocionales: la violencia ha estado presente”.

Sánchez Martínez añadió que la consecuencia, luego de que la madre fue confidente con el hijo y tras haber manifestado molestias con el papá, es el enojo continuo del adolescente, a pesar de la reconciliación entre la pareja.

La historia de Álex (seudónimo) es una de las descritas en el estudio.  Su primera tentativa suicida la tuvo a las 14 años, luego a los 18 dos veces más y, finalmente, a los 19 pretendió quitarse la vida en dos ocasiones, con 15 días entre una y otra. Su historia de vida incluye acoso y violación a los ocho años, por un primo paterno. Fue testigo de violencia intrafamiliar entre sus padres, en la que lo incluyeron. Después padece trastornos alimenticios, sufre burlas por su imagen afeminada desde que era niño, y a los 16 años confiesa a su familia que es homosexual, tras mucho hostigamiento.

Sobre las reacciones ante las conductas, previo a cometer una tentativa de suicidio, los familiares entrevistados detallaron escenas en las que a los adolescentes se les notaba tristes, decaídos o enojados más de lo acostumbrado. Sin embargo, ningún miembro de la familia hizo algo, puesto que lo ven como natural en sus modos de comportamiento.

Al momento de una tentativa suicida, la familia comentó no saber por qué motivos el adolescente recurrió a tal acto e incluso afirmar estar sorprendidos.

Por ello la importancia de revisar los modos de comportamiento de los miembros del seno familiar, pues es ahí donde se desarrollan y mantienen las pautas que dan lugar a los intentos de suicidio de los adolescentes.

De 227 casos de suicidio en Jalisco, 107 fueron por causas familiares, según datos del INEGI de 2005, recopilados por Sánchez Martínez, quien recalcó que los estudios muestran la tendencia a repetir el evento, y “en muchas ocasiones sí lo logran”.

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