La vida misma

“El cine mexicano es lo que somos como sociedad”: Enrique Arreola

Apasionado por el arte escénico, Enrique Arreola es un actor mexicano de la pantalla grande y chica. Su carrera en el cine comenzó en 2004, interpretando a Ulises en Temporada de patos, película con la que ganó el premio Mayahuel a mejor actor. Enrique, con más de 20 años de experiencia en la industria cinematográfica, comparte su visión del impacto social del cine y profundiza en los aspectos que componen la producción de una película

Teatro

El teatro es la vida, es todo lo que nos cuentan en un escenario, y sabemos que no es real, pero no por eso deja de ser verdadero. El teatro, tanto como el cine y todo trabajo audiovisual, el arte en general, nos acerca a la verdad, como cada quien lo entienda y como cada quien pueda expresar su verdad. El teatro es el arte del presente, no es la misma función la de hoy que la de ayer, o la que va suceder mañana. El arte del teatro es el arte de la compadecencia, compadece el espectador, los actores, las actrices y sucede un evento extraordinario. Es la fortuna de sentirnos vivos, sentirnos plenos; no hay otro arte que provoque con la magnitud que provoca el teatro. Nuestro trabajo es conectar verdades, realidades, ideas y pensamientos; es un poco la misión del teatro. Cuando el arte escénico sucede puede sanar y transformar vidas.

Diálogo

Es fundamental. Yo necesito dialogar siempre con mis colegas actrices y actores, dialogar con mis directores. Dialogar y entender por qué el diseñador de vestuario, o el diseñador de maquillaje y peinados vio al personaje así. Yo no creo en el trabajo por encargo; creo en el trabajo por diálogo, porque hay algo que nos entusiasme. El espacio del trabajo lo crea uno. Un ambiente de trabajo pesado te envía a otro lado. Y eso también se ve en pantalla, cuando dices: “ay, eso no funcionó”, “esa serie no pega”. Además, nuestros procesos de trabajo para una película son cinco semanas, dura poquito, hay que aprender a disfrutar ese tiempo, dosificarlo y trabajar a profundidad. Entonces, generar los ambientes de trabajo para mí es fundamental y dependen de uno. Si te la quieres pasar mal, pues, como todo en la vida, te la vas a pasar mal; si te la quieres pasar bien, hay que armar una mística de trabajo que te permita estar pleno.

Personajes

Un trabajo para un actor tiene que ser algo que realmente lo atraviese, lo parta en dos. Para mí no hay escapatoria, cada personaje me traspasa, cada personaje tiene algo fuerte que decir. El público muchas veces dice: “qué bien está el actor en esta película”, “qué bien está esa actriz”. Y es porque esas palabras que había en el libreto tenían algo fuerte que decirle a ese artista para que sucedieran. Yo, al menos en mi preparación y en mi construcción, siempre intento que esas palabras tengan que ver conmigo. Cada oportunidad de representar un personaje es porque ese personaje me tocó la puerta y me dijo: “vas, te toca”. Ningún personaje llega por casualidad, llega porque tenía que contarte algo a ti, como actor o actriz. Todo tiene que ver con una fuerte convergencia de la vida.

Observación

Para mí, el trabajo del actor sigue siendo muy de observar a profundidad. Es una maravilla poder observar, comprender, traducir y ponerlo al servicio de la ficción. Podemos analizar muchos los guiones, la estructura, abrir los panoramas de comprensión; pero lo más fascinante es empezar a construir ese personaje observando: ¿por qué habla así? ¿por qué dice lo que dice? Conforme vas creciendo en edad, vas entendiendo más porque los seres humanos somos como somos.

Transformación

Yo creo que es una de las funciones del arte en general. Y la responsabilidad que tenemos los que nos dedicamos a construir el cine de este país es seguir contando esas historias. Una sociedad se define también por su cine, se define por la visión que, en ese momento, los cineastas de su época tienen ante su sociedad. Entonces, es una obligación seguir construyendo ese tipo de discursos. Tenemos a Hollywood muy cerca de nosotros, y eso ha desorientado la brújula del espectador en México hacia el valor de su cine. Muchos dicen: “ay, es que ya estamos hartos de los temas de narcos”, “ya estamos hartos de los temas de que todo duele, todo es trágico”; eso somos, no hay porque negarlo. Eso existe, pero la función de todo esto no es quedarnos en ese lugar trágico. México está atravesando un momento muy difícil, somos una sociedad que está muy conflictuada, muy dividida en muchos aspectos. Somos una sociedad que necesita reconstruirse y tratarnos mejor entre mexicanos. ¿Por qué hay tantas películas dolorosas en este país? Porque hemos perdido el aprecio por la vida, como si la vida no valiera nada. Los mexicanos hemos perdido el sentido de la vida. Afortunadamente, ahí esta el cine y sigue el arte haciendo resistencia en su campo y su trinchera. Cada generación tiene esa misión de seguir contando cómo vivimos, cómo se vive, para que alguien más lo entienda y podamos salir de eso. Todo esto es hablando idealisticamente, pero pensamos que nuestro trabajo de picar piedra seguirá dando frutos en algún lugar.

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