Víctor Manuel Contreras: El escultor regresa a casa

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En el centro de la Plaza Tapatía, símbolo histórico de Guadalajara, se erige majestuosa la “Inmolación de Quetzalcoátl”, una escultura de 25 metros de altura forjada en bronce y labrada a mano. Miles de personas se han retratado a su lado, y cada Navidad los niños juegan a sus pies estrenando los regalos que les dejó la Nochebuena. Pocos sabrán que Víctor Manuel Contreras, el creador nacido en Atoyac, Jalisco, en 1941, nunca ha tenido una exposición en su tierra natal, son menos aún quienes conocen la historia del artista plástico al que a los 16 años de edad los médicos le dijeron que le quedaban sólo seis meses de vida.
Aristóteles decía que los instantes son la continuidad del tiempo, pues unen el tiempo pasado con el tiempo futuro. Una tarde de 1957, con un fatal diagnóstico de leucemia y mientras caminaba bajo la lluvia para que no se notaran sus lágrimas, Víctor Contreras tomó una decisión: atragantarse con la vida haciendo lo que quisiera… instante por instante y se largó a Nueva York, donde ya lo esperaban para continuar sus estudios en artes plásticas en el Instituto de Arte Moderno.
El joven artista, condenado a muerte, comenzó así un viaje por la vida cuya fecha de caducidad la determinaría la fortuna, no las enfermedades.
El tiempo, siempre el tiempo, se agota, se escapa entre sus manos. La rabia de estar siempre con un péndulo que va marcando una extinción. Las fuerzas que abandonan aunque la razón marca que no hay espacio para lamentarse.
“En la mitología nuestra, en esa filosofía, en esa poesía del gran príncipe Netzahualcóyotl, cuando él dice ‘Ayer no es hoy, y hoy no será mañana’, es una manera de decir aquí y ahora, pero era una gran profundidad de pensamiento, entonces yo me rebelé por completo a los límites que me ponía la realidad social en la que me encontraba y esa rebeldía me hizo horrible y gracias a ello volvemos a la revolución a nivel personal y ahí es donde generan los cambios que dan la voluntad de ser”.
Era el rompimiento con sus miedos y sus inquietudes, con los vínculos que le cercenaban sus planes de crear y transformar la materia para expresar sus sensaciones. Con el terrible miedo a la nada de la no existencia a cuestas, como una losa que le dificultaba respirar, débil y sin conocer a nadie, cruzó el mar para que el viejo continente le permitiera recrearse a sí mismo y forjar su trayectoria. Una nueva beca, esta vez en la Kunst-Akademie de Munich, Alemania, cambió también su destino, la medicina germana le dio un nuevo aliento de vida, los especialistas lo volvieron a revisar y la evaluación se tornó esperanzadora: no era leucemia, su organismo inmunológico estaba en una lucha frenética contra una extraña bacteria contagiada por tomar la leche de una vaca tuberculosa.
“Es horrible vivir tu propia muerte, donde ya no quieres ni dormir por temor a no despertar, porque vas muriendo día con día, todo aquello lo enterré para poder ser de nuevo otro”, confiesa el escultor, quien tomó las riendas de su existencia y vivir con expectativas y con la resolución de que hay que vivir de manera anhelante, no vivir en el tedio, pues los esclavos de la materia no son felices.

Esculturas que abrazan
En Europa, Víctor Contreras comenzó a esculpirse a sí mismo como artista, continuó sus estudios en las academias francesas; se alimentó de la energía y los conocimientos tanto de La Sorbona y la Escuela Superior de Bellas Artes de París y la Escuela de Artes y Oficios de Brera en Milán, Italia, como en su convivencia con varios pesos completos de las artes plásticas, como Henry Moore, Herbert Hoffman, Olivier Picard. Conoció a Dalí, Picasso y Paul Delvaux, entre otros. Los anhelos se materializarían en realidades, años mas tarde, Contreras exhibiría su obra en museos europeos junto a algunos de los maestros que tanto admiró.
Su periplo europeo le hizo revalorar las raíces del arte de la tierra que lo vio nacer , tomó en cuenta que era el heredero de una gran cultura que, considera, el mexicano se había negado a repuntar y a valorar por ignorancia, por no querer reconocer que dichos antecedentes artísticos han sido luz, razón e impulso para grandes creadores. “Henry Moore confesaba que el Chac-Mool de nosotros fue la base fundamental de su inspiración en su escultura, que los vacíos que se generaban en la escultura prehispánica, era los vacíos que complementaban sus obras”.
El escultor que abandonó su país cuando no tenía aún la edad para votar, pero sí para tomar la rienda de sus decisiones se hacía un nombre entre los creadores y mandaba sus mensajes simbólicos a todo el mundo. En la actualidad, Víctor Manuel Contreras tiene más de 70 obras repartidas en más de 30 países. Sus esculturas son emblemas públicos de los lugares en donde se encuentran, como la Organización de las Naciones Unidas, el Centro de Artes de Denver, El Vaticano, el Palacio de Justicia en Hamilton County y la Universidad de Tennesse, San Antonio, Texas, el Palacio de Gobierno de Chilpancingo, Guerrero, el Storm King Art Center en Nueva York, además de varias obras por toda Europa y Asia.
El espectro de la extinción parece marcharse, aunque siempre deja su huella, porque el tiempo está ahí, uno es quien pasa por él, el tiempo no se mueve. Uno aprende a moverse, a experimentar en ese lapso, a crear.
“Pasé por todas las escuelas, porque era una necesidad vivirlo, no me he negado a nada de todo aquello que he tenido necesidad de vivir, porque es un derecho por el hecho de haber nacido, tomar contacto con la vida en todas sus expresiones y en todas sus necesidades del ser. Entonces así he sido, también en el arte, es lógico”.
En México poco se sabía de él, aunque ya mantenía un cercano contacto con los artistas mexicanos, comenzó a implementar su estilo, a implantar en la plástica mexicana su sello: todo es símbolo para que trascienda a las explicaciones fáciles.
“¿Por qué simbolismo? Porque a veces la palabra tiene muchas y variadas interpretaciones y el símbolo sólo tiene una. En el caso del arte de la escultura, pues es el volumen, tridimensional que es la escultura, volúmenes, que generan movimientos en el espacio que son tocados por la luz y denunciados al espacio por la luz”.
La escultura le despejó los caminos a la imaginación, porque, como lo dijo la poeta estadounidense Katherine McGinn Jaquet en un poema dedicado a su obra “Energía infinita”: el filósofo piensa, el poeta sueña y el artista tiene una visión.
Víctor Contreras piensa que la escultura no tiene otro recurso más que la luz, no como la pintura, que tiene el matiz, el contraste, los acentos de color, que tiene la perspectiva y un espacio determinado. No, aquí no, en la escultura el volumen se va en el espacio, se va bañando de luz. Y con esos volúmenes, con esas formas, expresas algo, un sentimiento. Expresas una idea, un ideal, una necesidad íntima.
“La escultura tiene una gran fuerza, porque es el arte más sensual, lo que ves lo puedes tocar, distinto a la pintura que es una ilusión, una visión, pero en la escultura tú la ves, tú la tocas, tú la sientes.
”Ahí está el lenguaje de la forma del volumen tridimensional que es la escultura que nos envuelve, nos abraza, nos entrega algo. No la escultura patriotera que es representativa de un personaje histórico, sino la escultura simbólica que te habla y te hablará siempre a ti y a las generaciones futuras con el mismo lenguaje.
”Entonces el símbolo no debe ser nada más abstracto, la forma que no se entiende, debe de hablar, debe de decir, debe conmover, el arte tiene como misión enriquecer la vida en sus dichas y empobrecerla en sus desdichas”.
Un niño en muchas cosas
Los símbolos y las señales le iban dejando huellas, mensajes y guiños de destino; cansado, pensó en volver a desprenderse de sus raíces para retirarse por siempre a Cuernavaca, la ciudad que lo adoptó hace más de 40 años y donde ha vivido de manera permanente luego de rodar por todo el mundo. Cuando pensaba en vender su casa en Guadalajara recibió la invitación para hacer una exposición junto con la obra de su querida amiga Tamara de Lempicka en el Instituto Cultural Cabañas.
En la exposición, que se inaugurará el próximo jueves a las 19:30 horas, Víctor Contreras dará una conferencia sobre la obra de Tamara de Lempicka, considerada como la reina del Art Decó, y con quien labró una estrecha amistad hasta el día de su muerte.
¿Por qué razones Víctor Contreras no ha expuesto un muestrario de su obra en Jalisco? Es uno más de los misterios de la burocracia gubernamental que se quedará sin resolver. La exposición estará abierta al público hasta el 21 de octubre y el escultor exhibirá modelos de algunas de sus obras más representativas. El crítico francés Pierre Yves Guillen, escribió en el 2003 que con la obra de Contreras no se sabe si el día nace o muere, si la noche muere o nace… no hay sombras, ni tiempo, ni lugar. Más de 50 años después de que comenzó su carrera artística, el hijo pródigo llega de nuevo a su casa y lo hace sonriendo, pues se tomó en serio el Testamento que dejó escrito en un poema Eliseo Diego:

no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
decido hacer mi testamento.
Es este:
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.

“Me dicen: ‘¿Y usted por qué siempre está tan sonriente?, ¿por qué está tan feliz?’, porque me puse de acuerdo para no joderme, para quererme mucho y me les salgo y me vuelvo un muchacho terrible, pero también hay que jugar, yo todavía soy un niño en muchas cosas… ¡Y mira quién te lo dice, un hombre de 70 años!”.
Hace más de medio siglo, un adolescente escapó de la rutina con una sentencia de muerte bajo el brazo, luego de darle siete veces la vuelta al mundo, regresa a su hogar.

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