Vicente Leñero

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Se le ve cansado pero a la vez es entusiasta. ¿Será que tanta fiesta y películas del Festival Internacional de Cine lo han dejado agotado? Luego de una conferencia sobre guión con estudiantes de cine, aparece Vicente Leñero y prende un cigarrillo. El guionista de El callejón de los milagros (1995) y El crimen del padre Amaro (2002) se recarga en una de las jardineras del hotel y de buena gana accede a contestar algunas preguntas para La gaceta.

¿Lo que dijo en la conferencia es verdad, realmente usted cree que la investigación dentro de la ficción es un error?
Pienso que es un error. Investigar al personaje es agotarlo antes de lo que uno sabe. Creo que es como tener un hijo, si calculamos cómo queremos que sea éste, pues no le vamos a dar ninguna libertad para que se desarrolle. Un personaje se empieza a construir pero si lo agoto me va a cansar, no me va a resultar interesante.

En México las escuelas de cine insisten mucho con la investigación. Se dice que una historia para que sea verosímil, requiere de la investigación.
Existen ciertos detalles de precisión. Si mi personaje es un médico pues éste tiene que saber de medicina y como yo no sé, tengo que investigar lo que ese médico sabe, pero nada más allá de eso. Pienso que hay un exceso siempre en esa enseñanza de agotar a los personajes, si uno se vuelve el sabelotodo de los personajes hay una deformación que, a mi modo de ver, quita mucho el misterio con que un escritor enfrenta a un personaje.

Entonces, ¿dejarle más espacio a la imaginación, dejarle más a la creatividad sería el consejo?
Darle vuelo para que viva el personaje. A lo mejor un personaje que considerábamos malvado, resulta que no lo es. Ayer yo veía una película española muy premiada que se llama Camino (2008) y me pareció que los personajes eran muy esquemáticos, la madre es mala, mala, y el padre es… si yo le pusiera un poco de contraste a ese personaje sería más real, hay un marido que es muy sumiso porque está en función de hacer una crítica al Opus Dei, yo no estoy en contra de la crítica al Opus Dei, pero sí estoy en contra de que no haya contrapuntos suficientes para que los personajes vivan, porque la gente no es así, todos tenemos lados oscuros y lados claros.

La construcción de diálogos es el “coco” de los estudiantes de cine. ¿Qué tan válido y verosímil es tomarlos de la realidad, escuchar a la gente en la calle, en el camión, en el metro…?
El escritor de guiones tiene la necesidad del oído, el oído es un elemento fundamental, uno tiene que saber oír, no se pueden escribir buenos diálogos si uno no oye cómo hablan los demás, y para eso se necesita cierta humildad, cuando en una mesa todos hablan y uno quiere agarrar el micrófono pues no oye a los demás, entonces no hay aprendizaje. Así como el escritor debe ser una persona observadora de cómo se mueve la gente, cómo actúa la gente, el guionista debe observar cómo habla la gente, ese es uno de los más grandes aprendizajes que puede uno hacer, cómo habla la gente, pero tampoco se trata de ir con una grabadora y escribir tal cual todo lo que se grabe. Yo voy a crear con esa textualidad un lenguaje que tenga vida interna y que dé la apariencia de que así habla la gente. Hay que leer nada más a Rulfo para darse cuenta de que así no hablan los campesinos; Rulfo no fue con una grabadora para ver cómo hablaban los campesinos, sino que a partir del lenguaje real de éstos, creó un lenguaje literario que suena verosímil. A veces lo textual es inverosímil.
Algunos escritores consideran primordial saber cómo termina la historia antes de comenzar a escribirla. ¿Qué le parece?
Creo que lo más importante es saber a dónde voy y no cómo voy a terminar. La historia puede cambiar y tener variantes. Lo mismo pasa con los personajes. El ser humano es más complejo de lo que la literatura y el cine lo hacen: “éstos son los buenos y éstos son los malos”. Cuando se entienda esto como lo vemos en la vida, se enriquecerán los personajes.

¿Qué consejo le daría a los estudiantes de cine o específicamente a quienes están interesados en la escritura de guión?
Primero que vean películas, pero que las vean con el ojo del guionista, dónde cortó esta escena, cómo empezó la siguiente escena, cómo la desarrolló. Es muy diferente ver una película por el simple hecho del entretenimiento, a verla con el ojo del que se dedica a escribir cine; yo veo cine así por deformación profesional, de pronto ya me perdí la mitad de la película porque estoy más atento a cómo funcionaban las escenas que a lo que estaba pasando en ellas.

¿Qué película del festival le gustó más?
Una noruega que se llamó… El arte de… El arte de pensar mal…* ya no me acuerdo bien del título, es una película extraordinaria de unos discapacitados que se reúnen en una casa, esa es la que más me ha gustado…

* La película a la que se refiere Vicente Leñero al final de la entrevista es The Art of Negative Thinking (2008), del director noruego Bard Breien.

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