Versos en el cementerio

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El espíritu de Salvador Allende puede percibirse en Cementerio general, de Fabián Muñoz, un libro de 50 poemas con 10 textos en prosa intercalados, que sirven para contextualizar al lector, ya que dan cuenta de noticias y pasajes previos y posteriores a la muerte de Augusto Pinochet, el 10 de diciembre de 2006.
Las voces que recoge hablan de un país que después de Salvador Allende no volvió a ser el mismo, de un pueblo que, al parecer, todavía no cura del todo las heridas que le dejó la dictadura militar y que no olvida al que fue presidente desde 1970 hasta el 11 de septiembre de 1973.
Fabián Muñoz hizo una residencia artística del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) y el gobierno de Chile, durante tres meses en Santiago, Viña del Mar, Valparaíso e Isla Negra, en 2006. Resultaron de ésta dos libros: El árbol de los libres. Poetas de la generación NN de Chile, editado por Arlequín y Cementerio general, editado por la Secretaría de Cultura.
En el segundo caso, su propósito era elaborar un poemario de la vida cotidiana de este país sudamericano. Al final de su estancia, en diciembre, muere Augusto Pinochet y se da cuenta de que lo que tenía era un registro del clima social, los lugares, el ambiente y testimonios previos a la muerte del que fue dictador desde 1973 hasta 1990. “Entonces era la oportunidad de hacer un libro sobre el tema. En México redacté los poemas puente y algunos textos en prosa que también componen el libro”.
El periodista y poeta entró en contacto con chilenos en los años setenta. Vivía en Guanajuato. “Ahí había profesores exiliados, de los que me enteré siendo un niño, porque en mi casa había estudiantes universitarios. Posteriormente, por mi perfil ideológico, tuve un gran interés sobre la Unidad Popular”.
La Unidad Popular (UP) fue una coalición de partidos políticos de izquierda y centro-izquierda que llevó a la presidencia de la república a Salvador Allende, quien murió en circunstancias poco claras, después del bombardeo del palacio de la Moneda, sede del gobierno, ordenado por Pinochet el 11 de septiembre de 1973.
Al triunfo de Allende, Chile tuvo la experiencia de un gobierno socialista, gracias al voto popular y también vivió un gobierno militarizado y sus consecuencias, palpables en la violación de los derechos humanos. “Supo lo terrible que era sacar a los militares a las calles”.
El país sudamericano modificó muchos de los gustos de Fabián Muñoz. “Llegué a ese país leyendo Canto general, de Pablo Neruda. Antes no me gustaba ese autor, pero vivir en Chile me hizo entenderlo. Algo similar me pasó con Víctor Jara”.
“De Neruda me gusta lo cercano a lo cotidiano al hacer poesía, así como su excelente manejo de la palabra. Su obra, en general, es muy bella. De Víctor Jara, la manera de hacer canción. De alguna forma estuve copiando la forma de trabajar de éste. Yo recorría las calles, hablaba con la gente, recuperaba historias de vida, lugares y circunstancias, y con eso hacía poemas”.

El poemario
El libro de poemas Cementerio general debe su nombre al panteón público de Santiago de Chile, donde están enterrados los restos de Salvador Allende y Víctor Jara. Ahí se encuentra el Memorial de los Detenidos y Desaparecidos del régimen de Augusto Pinochet y el “Patio 29”, donde fueron sepultados muchos de los inconformes con la dictadura. “Los cementerios reflejan en mucho la vida social de un pueblo. Además, pensé, es el cementerio del general y esa es la razón por la cual titulé a mi libro Cementerio general”.
Fabián Muñoz da cuenta de la reacción de muchos chilenos en Valparaíso ante la muerte de Pinochet: “Juan baila con su hija en brazos,/ la Claudia brinca sin parar/ con sus amigos/ …Estalla entera la ciudad e n flores y trompetas. / Se murió el tirano/ ya murió el tirano”.
En Villa Grimaldi, el poeta habla de las torturas a las que eran sometidos los sospechosos de ser enemigos de la dictadura: “El rumor de los pasos/ es gemido,/ sangre que brota/ al puñetazo/ el dame nombres,/ números,/ calles,/ donde tal vez/ nunca los hubo”…
Morande 80 trata de los asesinatos de los fieles a Salvador Allende: “Por esta puerta los sacaron/ para quitarles la vida/ eran los últimos fieles del último presidente/ y no volvieron/ luego la puerta se hizo muro/ silencio de cuarteles/ y los años se fueron lento/ y por ese dintel cerrado/ entró y salió/ cada día/ el rumor del viento de los Andes/ el niño que vio flotar/ en el Mapocho/ a cada uno de sus muertos”.
“No hablo directamente de Allende, pero está presente todo el tiempo. Él representa la primera esperanza de un proceso de transformación social sin la vía armada. Es además un símbolo de civilidad y de unidad latinoamericana”, señala el autor. “La gente conservadora y de derecha detesta a Allende, pero gran parte del pueblo lo recuerda con cariño”, termina Fabián Muñoz, con su poemario bajo el brazo.

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