Una esperanza llamada lluvia

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“Lo único que se puede hacer es esperar la bendición de Dios”, comenta don Alfonso López Cuarenta, agricultor de caña en el municipio de Ameca, refiriéndose a que es incierto el futuro de su cosecha para este año, situación que no ha cambiado, pues la caña tarda en cultivarse de 12 a 14 meses y no se puede predecir lo que realmente pasará.
Para Francisco Martín Vázquez Díaz, ingeniero agrónomo que forma parte del programa de consultorías del Centro Universitario de los Valles (CUValles), es difícil saber si el actual temporal de lluvias beneficiará o perjudicará a la producción agrícola. No obstante, considera que el cultivo de caña es el menos afectado por esta situación, ya que factores externos (la producción en otros países y el bajo costo de la caña), perjudican más.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografí¬a (INEGI), más del 30 por ciento de la población económicamente activa en los 14 municipios de la Región Valles se dedica a las actividades primarias: una de éstas, la agricultura. En palabras de Vázquez Díaz, en dicha región aún predomina el cultivo de la caña de azúcar.
Aunque el señor López Cuarenta está consciente de que en la cosecha se pierde y se gana, espera que este año haya buen temporal de lluvias, pues la caña necesita mucha humedad, y con el riego no es suficiente.
La caña sí es redituable, comenta Vázquez Díaz, por lo que para la cosecha próxima habrá una buena derrama de dinero gracias a los ingenios de la región, especialmente los de Tala y Ameca. Considera que el maíz está en desventaja, porque su producción depende por completo de la lluvia.
Por ejemplo, el año pasado la sequía afectó y al mismo tiempo benefició al señor Gómez Zárate: aumentaron los precios de los insumos, pero en otros lugares no se produjo el maíz esperado. Esa venta fue una de las mejores para él.
Los agricultores de maíz tienen que prepararse tanto para la sequía como para las lluvias intensas. Don Antonio Gómez Zárate es productor de maíz. Hace más de 50 años se dedica a la agricultura en la localidad de El Cabezón, en Ameca. Dice: “Lo que se puede hacer para prevenir las sequías es meterle el rastrojo a las parcelas, para que agarren humedad (…) Pero si en septiembre se vienen tormentas feas, nos tumbarán la milpa”.

La organización, clave para los agricultores
“La organización es la parte fundamental para toda empresa”, dice Vázquez Díaz, y agrega que la unión entre agricultores permite que entre ellos puedan ayudarse, pero es necesaria la capacitación. De ahí la importancia de las consultorías.
Gracias al programa de consultorías ofrecido por CUValles, cerca de 10 mil productores de la región han sido asesorados. Las mismas buscan que, una vez organizados, los agricultores puedan tener acceso a créditos promovidos por instituciones gubernamentales.
Los productores de la región sólo venden materia prima y no llegan a la industrialización. Por ello Vázquez Díaz sugiere que implementen una política de desarrollo.
La consultorías también buscan solucionar otros problemas, como la fertilización de los suelos, en los que utilizan nitrógeno, fósforo y potasio como “una fórmula mágica para todo el país, cuando los suelos son muy diferentes unos de otros”, expresa este ingeniero agrónomo, al recomendar el uso de biofertilizantes.
También los consultores informan sobre las consecuencias que trae consigo el uso de agroquímicos. “En este año a algunos productores les irá bien, a otros, no”, señala Vázquez Díaz, quien asegura que será un buen temporal de lluvias, pero éstas no pueden ser uniformes y sólo beneficiarán a algunos municipios de la región.

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