Sapere aude

Apelando a esta locución latina, Immanuel Kant sintetizó los ideales de la Ilustración en el afán de manifestar su esperanza en el surgimiento de nuevos ciudadanos o nuevas generaciones en donde la guía principal de sus actos descansara en la disposición de orientar su vida y sus obras según el uso de su inteligencia

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¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!

Immanuel Kant

La posibilidad de tomar nuestras propias decisiones y hacer nuestra vida sirviéndonos de nuestra razón, sin la imposición de creencias, es una clara manifestación de la autonomía; siendo declarada, esta última, cómo una de las más añoradas expectativas en la vida de todo ser humano y, en ocasiones, nos referimos a ella como un ideal de las naciones.

Pero, a pesar de todo lo halagador que se pueda declarar acerca de la autonomía, en ocasiones sólo forma parte de un discurso enaltecedor de las potencialidades humanas pero carente de manifestaciones en las vidas individuales o colectivas.

De las proclamas a favor de la razón como guía de las acciones o decisiones individuales, Immanuel Kant percibió las dificultades que implicaba esta empresa. Señalaba resistencias tanto por parte de los individuos como de los tutores, siendo estos últimos quienes se autoproclaman como guías del saber y la conducta. En otras palabras, en las relaciones humanas existen relaciones asimétricas tales como padres e hijos, profesor y alumnos, curas y feligreses, jefes y subordinados o gobernantes y gobernados; los primeros de los pares enlistados se ostentan como guías y los segundos como novatos o sujetos en formación.

Pero resulta común que, aunque ambos exalten el valor de la autonomía, unos y otros se resisten a abandonar su rol de guías o discípulos. Así, los tutores no quieren abandonar las ventajas de admiración y respeto que les otorga su investidura, mientras que los pupilos se conforman con que sean los otros quienes les orienten y se hagan cargo de sus vidas.

En lo que respecta a los individuos, el filósofo alemán observaba una generalizada incapacidad de poder hacer uso de su inteligencia sin la guía de otros. Las causas las centraba en la pereza y la cobardía. Respecto a la pereza suponía que para muchos es cómodo no estar emancipados y que sean otros los que se tomen el trabajo de pensar y orientar sus vidas: “Si puedo pagar no hace falta pensar”. Si decidir haciendo uso de su propia razón implica asumir responsabilidades por lo que se piensa, se dice o se hace, entonces más de una persona preferirá, cobardemente, que sean otros los que asuman las responsabilidades.

Por su parte, los tutores se manifestaban como los principales opositores a los ideales de la Ilustración porque la ven como una empresa difícil y peligrosa. Es difícil porque pocos están dispuestos a abandonar la comodidad de evadir responsabilidades y es peligrosa, porque si se generaliza el uso de la razón, entonces se desmitifican las supuestas virtudes de los tutores. El día que los ciudadanos comiencen a pensar por sí mismos, entonces se pondrían a temblar los curas, los gobernantes, los funcionarios o toda aquella autoridad que es obedecida ciegamente.

Las dificultades para que el ciudadano haga uso de su propia razón sin la guía del otro no parece ser una característica exclusiva de los ciudadanos de los tiempos de Kant ya que los tutores siguen manifestando su presencia al igual que antes, durante y después de la Ilustración. Los tutores cambian con el tiempo, unos pierden su prestigio, otros nuevos aparecen y algunos ancestrales se multiplican. Pero la tendencia a desconfiar de la razón y de la autonomía de los ciudadanos preserva su manifestación de múltiples maneras. Los grandes atentados a nombre de deidades, la negación de la ciencia o la tolerancia a formas corruptas de gobierno son una muestra inequívoca de la sobrevivencia de los antiguos tutores.

Una expresión de los nuevos tutores se hace patente a través de la mercadotecnia con la promesa de satisfacción de las “necesidades vitales” o hasta la felicidad, que no siempre son el resultado de una reflexión racional y autónoma de los consumidores. También a través de los medios de comunicación, incluyendo al internet y las redes sociales, se hacen presentes los tutores. Los usuarios tienden a repetir lo que otros afirman y se le llama “viral” a la frase o proposición impactante, a la fotografía escandalosa, así como a la nota o el video que conmueve o indigna, logrando atrapar la mirada y la voluntad de millones de usuarios que actúan como caja de resonancia de ideas que, por pereza o cobardía, fueron incapaces de razonar o cuestionar críticamente.

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