Relatos alucinantes

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Édgar Omar Avilés tocó muchas puertas para que le publicaran su cuento Luna cinema, pero ningún editor se atrevía a decirle que sí. Lo envió a cuatro revistas y dos antologías, pero nada. En más de una ocasión le aceptaron relatos que el escritor considera menores, más lineales y con una comicidad obvia, como El extraño caso de Martha, que trata de una niña que se embaraza con un pepino, pero no Luna cinema.
Nacido en Morelia, Michoacán, en 1980, el joven escritor ha ganado numerosos premios. Entre éstos, el Binacional de cuento México-Québec 2003 y el premio en el Certamen nacional de cuento Magdalena Mondragón 2006. Es autor de La noche es luz de un sol negro, libro de cuentos y minificciones, además de la novela Guiichi.
Sus esfuerzos por publicar el cuento Luna cinema datan de 2004. Gracias a que ganó el Premio nacional de libro de cuento San Luis Potosí, en 2008, el escritor pudo reunirlo en un volumen con otros cuatro relatos. “Fue en 2009 que los llevé a Tierra Adentro, de Conaculta, donde tuve buena acogida”. El nuevo libro fue titulado por el escritor como Luna cinema. Esto constituyó para él un triunfo.
Luna cinema –en el cuento– es una pantalla circular de plata, en la que Tétrico ha ordenado que los tenebrios encierren para siempre a Gabriela y a Chayanne, sus adversarios. Ellos al morir reencarnaron en el cuerpo de Totóh, el globero de los caleidoscópicos colores.
En la pantalla, Chayanne, convertido en un ornitorrinco, busca ser trasplantado en el cuerpo de Gabriela, como si fuese un riñón. Ambos relatan sus vidas.
Para Omar Avilés fue toda una aventura rebasar los parámetros para crear nuevas historias. “Entre algunos círculos académicos existe la idea de que si un cuento no se parece al canon, no tiene derecho a existir. Es terrible que eso se enseñe en algunas universidades y que haya lectores que lo crean”.
Lo que hizo el autor de Luna cinema no es algo nuevo. Él lo reconoce. Escribió bajo la influencia de autores como Philip K. Dick, Emiliano González y Francisco Tario, para ofrecer su propia versión de lo fantástico.
El libro Luna cinema fue presentado en el Fondo de Cultura Económica hace unos días.

Lo anómalo y cotidiano
En los cinco cuentos el autor mezcla lo insólito, grotesco y alucinante y logra una combinación especial. En sus relatos lo anormal suele no sorprender a los protagonistas. Éstos lo ven como algo cotidiano. En el “Pantano de los peces esqueleto”, el personaje principal, una cajera de un supermercado, se dispone a meter la llave y abrir la puerta de su departamento cuando un platillo volador que ronda el edificio la distrae. En lugar de asustarse, de gritar y tratar de esconderse o por lo menos mostrar sorpresa, sólo atina a mirar el extraño objeto y pensar en lo mucho que le gustaría viajar en uno de esos.
En “Las brumanosas”, el joven de la gabardina busca a Chiquita, una prostituta que mide 21 milímetros. Hasta aquí los protagonistas se comportan como si lo que sucediera fuera lo cotidiano. El asombro llega después que ella se introduce en el pene de su nuevo cliente. Dentro de la uretra descubre un fantástico mundo habitado por duendecillos, unicornios y flores.
Claudia cumple nueve años en “Historia de gallina”. Por tal motivo sus padres le regalan una gallina que tiene la virtud de poner huevos de los que eclosionan criaturas fantásticas, como jubos, quimeras, unicornios, llipo-yipos y dragones. Para Claudia la gallina sólo es un juguete de moda. Las instrucciones señalan que la niña tiene que matar a las criaturas con una aguja, una vez que las haya visto. La niña sigue las indicaciones al pie de la letra. Incluso, cuando un hombrecillo en vano le suplica clemencia.

Mundos raros
Los cinco relatos, que incluyen también “Luciérnagas brillan en la espada”, empiezan donde el cuento fantástico tradicional acaba. El cuento fantástico tiene como característica la introducción de algo anómalo en un mundo normal, pero “parte de la poética de los cuentos incluidos en Luna cinema consiste en plantear un mundo raro, y ese mundo raro, hacerlo aún más raro”, explica el autor.
“No escribí los cuentos con el afán de ser revoltoso o subvertir por subvertir. En su conjunto parecen un poco extraños. No están dentro de los parámetros de lo que se acostumbra publicar actualmente en México. Esto tiene que ver con una coincidencia. Yo tenía ganas de jugar, de divertirme, de explorar hasta dónde podía estirarse una historia loca, plantear un mundo rarísimo y sobre el mismo, cosas más raras”.

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