Pandillas infantiles

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El uso de armas de fuego en riñas ente pandillas de las diferentes colonias de la zona metropolitana se han vuelto usuales en los últimos tiempos. Estos grupos, situados casi siempre en las colonias más desfavorecidas de la ciudad, aceptan a niños cada vez más pequeños, quienes son atraídos por los lazos fraternos que pueden ofrecerles y como una alternativa a una vida carente de expectativas.
En opinión del sociólogo del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, David Coronado, las nuevas formas de violencia adoptadas por las bandas responden a una manera de existir en una sociedad donde predomina la violencia y los controles culturales tradicionales se desdibujan.
El acceso individualista a la televisión, el Internet y los medios de información ha permitido también un mayor acercamiento de los niños y adolescentes a las drogas, el sexo y, por supuesto, la violencia, de manera que esto ha propiciado que sus limites éticos y morales no sean tan claros como los de generaciones anteriores.
Esas fronteras en los más pequeños “son distintas, lo que hace que su respuesta en ciertos momentos de la vida carezca de controles. Cuando una persona se violenta de alguna manera la ética, el castigo, el amor, el respeto y la empatía impiden que ese sujeto masacre a otros. Este tipo de características en los menores son distintas. La masificación de la información hace que tengan los límites culturales más difusos”.
Afirma que es por ello que las pandillas se componen de miembros cada vez más pequeños. Si antes la etapa para incorporarse a ellas era la adolescencia, ahora niños de entre 10 y 12 años ya participan en robos, trifulcas e incluso secuestros, tráfico de estupefacientes y asesinatos. Por supuesto, la mayoría de ellos ha probado algún tipo de droga a su corta edad. “La aceptación por parte del grupo social es importantísima para ellos. Viniendo de un grupo primario como los amigos, hacen cualquier cosa por ser aceptados en ella. El problema es que estando en esos grupos son fácilmente orientados a cualquier cosa. Los niños de Analco, por ejemplo, son pequeñas organizaciones de niños y niñas entre los 6 y 12 años que pueden desmantelar un auto fácilmente. Eso muestra como los infantes son muy dúctiles e influenciables”.
Pertenecer a la pandilla del barrio pareciera ser el primer paso para que los chicos se encaminen en procesos delictivos más complejos y peligrosos. “Son carne de cañón para las organizaciones criminales. Por ejemplo, la edad para ser sicario en México ha bajado, pues ahora los matones de los cárteles de narcotráfico tienen menos de 18 años. También la expectativa de vida para una persona que se dedica a tal actividad disminuyó de cinco a tres años. Esto nos hace pensar en que la edad para incluirse en la sociedad y ser adultos, se va reduciendo y lo vemos en todos los ámbitos”.
De acuerdo con un estudio del Instituto Municipal de Atención a la Juventud de Guadalajara, 144 pandillas deambulan por las calles de la ciudad, agrupando a cerca de 3 mil 710 jóvenes en 65 colonias.
Los barrios con mayor incidencia de pandillas son Oblatos, Insurgentes, Tetlán, Rancho Nuevo, Cuauhtémoc, El Retiro, El Sauz, El Fresno y Santa Cecilia
Este problema no existiría si los menores tuvieran una expectativa de vida favorable, señala Coronado. El Estado no ha creado escenarios donde los niños y jóvenes tengan asegurada la salud, una educación de calidad y perspectivas de inserción laboral. “Como sociedad intentamos protegerlos con leyes, pero me parece que por querer hacerlo les producimos efectos perversos, porque la misma sociedad por la que emanan las leyes, los arrincona a escenarios en los que no podrían desarrollar sus potencialidades”, en lo educativo, en materia de empleos, salud e incluso vivienda.
“A pesar de todas las leyes y los esfuerzos no logramos protegerlos por las contradicciones que la sociedad tiene, pues legisla pero al mismo tiempo permite el uso de más drogas, construye mas escuelas, pero lo niños tiene menos posibilidades de desarrollar la educación formal.
Cuando un niño sufre de hambre, abandono y frustración, es carne de cañón para cualquier cosa”.

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