Las guarderías o centros de desarrollo infantil

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Las guarderías surgieron con la filosofía de que la educación es la guía del desarrollo y, por lo tanto, entre más temprano se brinde al niño una estimulación apropiada, igualmente se logrará un mejor desarrollo multilateral y armónico de su personalidad, que propiciará la formación de nuevas generaciones más aptas para dirigir la sociedad en la que les corresponda vivir.
A mediados del siglo pasado, la mayoría de las mujeres se dedicaban al cuidado del hogar y de sus hijos.
Hoy la historia ha dado un giro de 180 grados y no son pocas las madres de familia que al integrarse al mercado laboral, encuentran en los centros de desarrollo infantil un apoyo para su nuevo estilo de vida.
Lo que las madres y padres pretenden encontrar en estos lugares, es el cuidado individual proporcionado por especialistas, en un ambiente seguro para el desarrollo de sus hijos, instalaciones y mobiliario congruente con el servicio, higiene, atención pediátrica y alimentación acorde a la edad de cada niño; un trato cálido, actividades recreativas y educativas.
Para obtener estos beneficios, las opciones que existen en el mercado son varias. Entre ellas están las guarderías del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), particulares, entre otras.
Las obligaciones laborales y el cuidado de los hijos, la mayoría de las veces no compaginan en horarios, por lo que es indispensable recurrir a un centro de cuidado infantil. Ante esto la solución ideal son las guarderías, término que resulta obsoleto para quienes están inmersos en este negocio, pues se adoptó en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las madres de familia, literalmente, “guardaban” a sus hijos en lugares destinados para ello, mientras trabajaban como voluntarias en los servicios médicos que asistían a los soldados heridos en batalla o en las fábricas donde se elaboraba material de artillería.
Ahora la definición apropiada es llamar a estos lugares Centros de Desarrollo Infantil (Cendi), pues se busca estimular el desarrollo físico, mental y emocional de niños cuyas edades oscilan entre los 45 días de nacidos, a cuatro o seis años.
La misión principal en un Cendi es proporcionar los elementos necesarios para el desarrollo de un niño en su esfera física, intelectual y emocional.
En estos Cendi hay que hacer las adecuaciones necesarias para ubicar áreas de seguridad (barandales en escaleras y ventanales, cerraduras de seguridad en la puerta principal), servicios sanitarios adecuados para los niños, zona de cocina, área de juegos, recepción y enfermería, entre otras.
Resulta ideal que en la entrada principal y en cada salón haya una cámara de video, lo cual permite la vigilancia permanente de los niños, así como tener interfón, para elevar las medidas de seguridad.
El personal contratado debe ser suficiente y estar debidamente capacitado para cualquier eventualidad o contingencia y contar con certificado que avale sus conocimientos. Se recomienda contratar a una licenciada en educación, puericultora o pedagoga y enfermera especialista en materno infantil. Los servicios médicos y de contaduría pueden contratarse de forma externa o permanente, según sea el caso.
Importa resaltar que requiere de una amplia y constante inversión en seguridad, pues es lo que más buscan los padres para sus hijos, y lo que más se requiere para tratar a bebés e infantes. Este campo incluye desde contratar al personal mejor calificado hasta sostener una infraestructura que en verdad resguarde a los infantes.
En la actualidad es una necesidad para los padres contar con un lugar donde puedan dejar a sus hijos mientras ellos trabajan. ¿Qué es lo que se busca? Esencialmente seguridad, contar con la certeza de que el personal que labora en el cuidado de nuestros hijos esté capacitado para el trabajo que realiza, que tenga la calidad y calidez en el cuidado de estos niños que dejamos en sus manos y que dependen completamente de ellos.
La contingencia recién ocurrida en Hermosillo nos llena de dudas, desconfianza, miedo y de intranquilidad. Surgen diversas preguntas: ¿Por qué ningún adulto resultó lesionado de gravedad? La respuesta salta a la vista: primero pongo a salvo mi vida, sin importar ética profesional, humanismo, etcétera.
¿Por qué tuvieron que intervenir en el rescate, personas ajenas? Porque en México somos solidarios y ante una contingencia como la ocurrida, queda de manifiesto.
¿Qué sistema de seguridad tenían? ¿Realmente lo tenían? Ante la realidad, resulta obvio que no.
¿Cuánto tardaron los servicios de apoyo y auxilio (Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja) en llegar? Sabemos que estaba el incendio en el otro lado, pero… todos esos niños no tenían manera de valerse por sí mismos.
Estas y muchas interrogantes perdurarán por años y ahora en plena campaña electoral, queda al descubierto la falta de congruencia entre lo que se promete y la triste y cruel realidad en nuestro sistema de salud y su seguridad.

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