La ópera en GDL: apenas un fantasma

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Del año de 1865, en que se inauguró el Teatro Degollado con Lucia de Lammermoor, con íngela Peralta, data la tradición y el gusto en Guadalajara por estar a la altura de los grandes teatros de Europa y tener aquí mismo los mejores intérpretes y funciones. Sin duda, desde aquella fecha este teatro logró ofrecer un gran escenario a escala nacional e internacional para el género. Para vergí¼enza y tristeza de quienes hoy disfrutan y dedican su vida a la ópera en la ciudad, han visto mermadas en los recientes años las representaciones y las oportunidades de hacer un oficio en ello. Por ahora, sólo queda el recuerdo de anteriores décadas en las que aún había mucha efervescencia por este arte.
Para entender mejor las cosas, tres músicos originarios de Guadalajara comentan sobre su percepción del género en esta ciudad.
El maestro Flavio Becerra, quien debutó como tenor principal en 1977 en Bellas Artes, y se presentara en el 78 en el Carnegie Hall, que estudió canto en el 81 con el gran Giuseppe Di Stefano, y después de hacer carrera en Europa, decidiera regresar a México en 1987, no duda en decir que existen grandes dificultades para presentar no se diga una temporada, sino tan sólo una ópera en la ciudad. Refiere lo desolado que está aquí comparado a Europa, y el interés que se tiene allá por ofrecer cultura a los ciudadanos, en cambio aquí, “nuestras autoridades quieren tenernos con el pie en el pescuezo”. Según el maestro Becerra, la mayor parte del presupuesto del gobierno se va en gastos burocráticos sin dejar nada para realizar proyectos culturales. Piensa que si hubiera voluntad no sería mucho destinar algunos millones de pesos para montar ópera, pero para ello cree que no tiene que verse como un negocio sino como una obligación, y amargamente remata: “Parezco profeta en el desierto, pidiendo que se apiaden ya no de mí sino de los muchachos que quieren hacer una carrera, porque ni siquiera nos apoyan con óperas chiquitas, hay una total indiferencia, una total insensibilidad”.
Por su parte, Marco Antonio Verdín,  pianista que se fue a Europa a perfeccionar su técnica, y que de la mano de Domingo Lobato aprendió a dirigir coros, y media semana es profesor del Departamento de Música de la Universidad de Guadalajara, y la otra del Conservatorio de Música de la Ciudad de México, además de haber sido maestro interno durante 15 años de temporadas de ópera en el Teatro Degollado, afirma que las temporadas de ópera en Guadalajara “se acabaron”, y con nostalgia recuerda los tres infaltables montajes con grandes puestas en escena que se presentaban al año anteriormente.
Si hay algo que le queda claro es que a la Secretaría de Cultura “no le ha interesado mucho la ópera”, y recuerda el comentario de Sofía González Luna, quien alguna vez estuviera a cargo de esa dependencia, y que dijo que no había presupuesto para ello, que era muy caro; a lo que Marta de Hernández Allende, a cargo de la dirección de Conciertos Guadalajara, contestaba que el dinero habría que salir a buscarlo. Durante el tiempo en que Marta de Hernández estuvo a cargo de organizar “las temporadas”, nunca faltó ópera y con artistas de nivel internacional en la ciudad, sólo que ella no se quedaba detrás de un escritorio, sino que aparte de dialogar con los músicos conformaba un equipo de promotores y patrocinadores para tales eventos.
Por último, la voz de Vladimir Gómez Ruiz, que luego de estudiar canto en la Escuela de Música de la UdeG, partiera al Liceo de Barcelona para ampliar sus estudios. Ha cantado en óperas como Carmen, Pescador de Perlas, entre otras, y ha tenido presentaciones tanto en México como en el extranjero.
Vladimir dice que la ópera que se presenta en Guadalajara no es mala, pero que falta mucho, y asegura que en gran parte se debe a la falta de visión de las autoridades: “La cultura es promotora de diversas actividades económicas y no simple gusto, los discursos políticos de apoyo siempre son los mismos y nunca llegan”. Â
Para sobrevivir en el medio, este tenor ha tenido que hacer de todo: “Me he desviado a la dirección, a la organización cultural, no hay una estructura aquí que me permita sólo dedicarme a cantar”. Sabe que para enfocarse al cien por ciento a su voz, tendría que haber dejado todo aquí y quedarse en el extranjero y “es mejor sembrar en tu tierra y preparar el camino para otras personas, en vez de sembrar en tierra ajena”.
Gómez Ruiz está convencido de que la única alternativa para garantizar que siempre haya buena ópera en Guadalajara es crear una compañía propia de la ciudad, por lo que se ha dado a la tarea de conjuntar a las personas que lo puedan ayudar en esta labor que los independicen de los presupuestos estatales. Al final, pareciera que sus ilusiones resultarán cumplidas, pues anuncia que ya en el 2010, estará plenamente conformada la Compañía de Ópera Universitaria, dirigida por él mismo, en la que se dará espacio a solistas, coros e instrumentistas locales, y así, este “semillero de talentos” constantemente renovará las necesidades que el público tiene del género.
Por lo pronto, el visto bueno de esta novel compañía lo tendrán quienes acudan al Degollado la noche del 17 de diciembre a la presentación de Amahl y los visitantes nocturnos, una pequeña ópera de tema navideño, originalmente concebida para la televisión por su creador Gian Carlo Menotti, compositor estadounidense de origen italiano, quien muriera en 2007.

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