La mente humana: una nueva propiedad de la materia

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El pasado 24 de noviembre se cumplieron 150 años de la publicación de uno de los libros más importantes de la historia de la ciencia: El origen de las especies, de Charles Darwin.
Él era un tipo muy inteligente, pero reservado, tanto que quiso evitar el escándalo que iba a despertar su obra y por ello tenía planeado no publicar su libro hasta que hubiera muerto. Afortunadamente Alfred Rusell Wallace le mandó su escrito (prácticamente idéntico al de Darwin), lo que lo obligó a publicar su trabajo, mucho tiempo antes de lo que él hubiera querido. Sin embargo, en todo su famoso libro no hay una sola referencia al origen del hombre. Prudente como era, espero hasta tener más datos y escribir El origen del hombre y la selección en relación al sexo.
Esta posición es entendible, puesto que aun hoy discutir nuestro origen genera encendidos debates: uno de esos debates es sobre si nuestra mente apareció poco a poco a lo largo de la evolución biológica, o bien fue un fenómeno súbito.
Al respecto, una de las teorías que se discute en la actualidad, es lo que se conoce como emergentismo y que explica que los cerebros de los chimpancés y de los humanos, pueden parecerse, pero sus propiedades son muy diferentes porque sus elementos constituyentes no están organizados del mismo modo. Así, el pensamiento humano nació cuando aparecieron conexiones nuevas entre circuitos preexistentes en el cerebro.
Teóricos del emergentismo son Konrad Lorenz, Ian Tattersall, Richard Klein, Steven Mithen y los muy conocidos Noam Chomsky y Stephen Jay Gould. Estos últimos argumentan que el cerebro, como órgano del lenguaje, es un efecto colateral de la evolución, ya que el cerebro había evolucionado para cosas diferentes, no necesariamente para hablar.
Refiriendo al lenguaje, muchos creen que es esta facultad la que nos distingue de los animales. En 1991, Merlin Donald escribió Los orígenes de la mente moderna, y sugiere que el cambio más importante fue cuando apareció la capacidad de representar la experiencia.
Basado en las ideas de Donald, Steven Mithen, propuso, en un libro llamado La prehistoria de la mente, publicado en 1996, que la clave para entender la mente moderna es la aparición del lenguaje.
No obstante, si el lenguaje fuera nuestra característica esencial, no deberíamos de compartirlo con nuestros antecesores en la evolución. Sin embargo, nosotros tenemos un gen, llamado FOXP2, que está fuertemente involucrado con la capacidad de hablar, y, en el 2007, científicos del Instituto Max Planck, fueron capaces de secuenciar el gen FOXP2 en los fósiles de un Neandertal, esto indica que el gen pudo haber emergido al menos hace 500 mil años y que por lo tanto es muy probable que hablaran.
Además, hay multitud de datos que nos confirman que los animales tienen capacidades comunicativas y que, por lo tanto, el lenguaje humano hunde sus raíces en la evolución.
Se sabe que los perros pueden entender muchas palabras; los simios pueden combinar vocablos en pequeñas oraciones. Y no sólo en el lenguaje se evidencia la evolución, animales a los que consideramos no muy inteligentes, tales como peces pueden resolver laberintos acuáticos de manera similar a como lo hacen las ratas (lo demostraron Vera Schluessel y Horst Bleckmann, ambos de la Universidad de Bonn Alemania, en el 2005).
Para terminar, únicamente una reflexión recientemente aparecida en la revista Scientific American. De acuerdo a los biólogos evolutivos, los humanos seguimos cambiando físicamente, por lo cual se vislumbran dos opciones: que van a aparecer nuevas especies humanas (ya sea en este planeta o en otros), o bien que nuestros cuerpos y nuestros cerebros se van a integrar con máquinas; como sea, a futuro es poco probable que lo que consideramos ahora como humanidad permanezca. [

*Integrante de la red de comunicación y divulgación de la ciencia. Unidad de Vinculación y Difusión

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