Los organizadores de la Feria del Libro de Madrid, haciendo gala de una mirada de largo alcance, dedicaron la edición 2006 a la divulgación científica, permitiendo que la sede del Parque del Retiro fuera arropada por “las seductoras historias de la ciencia; los mejores ensayos, las investigaciones más sofisticadas y la alta divulgación”.
Uno de los editores más reconocidos de libros de ciencia en lengua española, Jorge Wagensberg, aprovechó la ocasión para señalar que “el libro científico de calidad no se vende como una novela o un ensayo político; la novela sube de golpe, cae de prisa y desaparece. El libro científico sube despacio, y a cotas no muy altas, pero se queda ahí arriba un mes tras otro, durante años”, a lo que el periodista científico Javier Sampedro añadía: “El libro científico estará maduro cuando pueda renunciar al adjetivo”.
Y es que leer libros de ciencia significa participar en el debate contemporáneo.
 Sin embargo, el consumo de libros de divulgación científica en nuestro país se enfrenta a cuando menos 3 obstáculos muy ligados entre sí: una mala y desequilibrada distribución de la oferta existente; el bajísimo índice de lectores; los altos precios de venta, resultado del pago de traducciones y gastos de importación.
A pesar de ello, estos libros gozan de cabal salud en lengua española, gracias a las traducciones de autores que se han consagrado en clásicos y auténticos éxitos de ventas como: Carl Sagan, Richard Dawkins, Stephen Hawking, Ian Stewart, Richard Feynman, Freeman Dyson, Brian Green, Stephen Jay Gould o John Allen Paulos, así como merced a la valiosa lista de personajes que escriben directamente en castellano: Jorge Wagensberg, Diego Golombek, Alberto Rojo o Adrián Paenza, y en la que sobresalen autores mexicanos: Sergio de Régules, Carlos López Beltrán, Shahen Hacyan, Julieta Fierro, Luis Felipe Rodríguez, Susana Biro o Martín Bonfil, por mencionar solamente a algunos.
¿Más libros que lectores? Había que probarlo.
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Un coloquio para la cultura científica
 Y la única manera que encontramos para ello fue realizar un experimento, al que llamamos Coloquio Internacional de Cultura Científica. Los objetivos eran claros: aprovechar el impulso de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para construir un espacio de diálogo entre investigadores y divulgadores científicos, con el resto de la sociedad; evidenciar la relevancia del libro como elemento clave para la construcción de las relaciones ciencia-sociedad; y reivindicar la popularización de la ciencia como una necesidad primordial para una sociedad moderna, compuesta por ciudadanos críticos, participativos e informados.
 De esa manera pretendíamos dar continuidad a la rica tradición científica y tecnológica de Jalisco, que injustamente ha quedado relegada a un segundo plano en los últimos años, provocando que por “cultura” se haga mención casi exclusiva de artes plásticas y visuales, música y literatura.
El experimento recibió el apoyo de las tres instituciones que en el año 2008 lanzaron la convocatoria del I Coloquio Internacional de Cultura Científica: la Universidad de Guadalajara, el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología de Jalisco y el museo interactivo Trompo Mágico, echando a andar la primera versión de este encuentro interinstitucional para pensar, revisar y poner en práctica las diferentes metodologías de la divulgación científica, además de ofrecer un programa de actividades asequibles y de interés general, para favorecer la construcción de una cultura científica entre los visitantes de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Es decir, probar que la ciencia también es una buena historia, digna de más y mejores lectores
 Aquel primer Coloquio giró en torno a la presencia de Jorge Wagensberg, uno de los pensadores más importantes de la ciencia contemporánea, precursor de la museología científica moderna y creador de la colección de libros Metatemas, referente absoluto de la ciencia escrita. Wagensberg celebró su cumpleaños número sesenta dentro del Coloquio (anteriormente había dicho: “La gente me dice que de dónde saco el tiempo, pero yo respondo que sólo hago una cosa, de la que hay distintas ramificaciones. Esa cosa es vivir y se despidió revelando que se la había pasado tan bien, que ‘volveré a Guadalajara a celebrar mis 120 años”’. También participaron otros grandes autores de literatura científica y de divulgación: Marcelino Cereijido, quien dictó la conferencia inaugural, Lyn Margulis, Ricard Guerrero, Julia Tagí¼eña y Estrella Burgos.
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Ciencia y sociedad en América Latina
 El segundo Coloquio Internacional de Cultura Científica se realizará los días jueves 3 y viernes 4 de diciembre en dentro de la Feria Internacional del Libro, con un sugerente programa de actividades sin ningún costo (a excepción del boleto de entrada a la FIL). En esta ocasión buscamos orientar nuestra curiosidad hacia la exploración de la divulgación científica mediante libros en América Latina.
 La charla inaugural estará a cargo de Ruy Pérez Tamayo, autor del imprescindible volumen ¿Existe el método científico? El tema central de su participación en el Coloquio será La ciencia en México. Una oportunidad especial de conocer un panorama de nuestra ciencia en voz de uno de sus más relevantes protagonistas. Y como este año ha sido denominado “Año Internacional de la Astronomía” y “Año de la Evolución”.
En el Coloquio tendremos un par de mesas de trabajo en torno a los resultados de ambos festejos, las perspectivas actuales de estos ámbitos de investigación y la vida y obra de Galileo Galilei y Charles Darwin. En un convivio llamado Musas y matraces: ciencia, música, poesía y teatro revisaremos los puntos de encuentro entre ciencia y arte, y el Coloquio finalizará con un homenaje a Diego Golombek por su colección de libros “Ciencia que ladra…” El cuadro de honor lo completan: Rosaura Ruiz, Silvia Torres-Peimbert, Sergio de Régules, Carlos López Beltrán, Alberto Rojo y Marcelo Knobel.
Una cita a la que no se debe faltar.
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*Centro Universitario de los Lagos de la Universidad de Guadalajara y Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica. Obtuvo el premio Estatal de Ciencia y Tecnología Jalisco 2008 en la categoría “divulgación”.
