Jazz para neófitos exquisitos

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120519 ARTES JAZZ ALAIN CARON BAND SE PRESENTO EN EL TEATRO DEGOLLADO COMO PARTE DE LAS ACTIVIDADES DEL FESTIVAL CULTURAL DE MAYO MFE006

Es un fastidio. Asisto a un concierto y al día siguiente, cuando leo las “crónicas”, me encuentro con las mismas frases molidas a fuerza de tanto usarlas en los diarios. Me cansé de leer aquello de “ante un teatro abarrotado…”, “saludó al público que se le entregó”, o “al abrirse el telón dio muestras de su talento, que arrancó los aplausos del auditorio”. Los textos sobre cualquier género musical han dado estas frases encomiables, pero si se va a una noche de jazz, y se la describe como un “derroche de virtuosismo e improvisación”, lo menos que podría hacerse es tratar de emular un poco al intérprete en sus intenciones que se fugan de las plantillas y la estandarización.
No sé para qué comencé con esto, si yo sólo quería hablar del bajista canadiense Alain Caron, que con sus “dotes artísticas en el mundo de la síncopa, cautivó el escenario” en el Teatro Degollado.
Para qué dilucidar aquí qué impacto tiene en la ciudad un concierto de jazz que acapara todas las localidades del teatro, que pese a su belleza arquitectónica y su calidad acústica, no puede albergar a muchas personas, o si algunos interesados se quedan fuera porque parte de los boletos se entregan a los patrocinadores.
Será mejor centrarse en que pese a los mismos y sobados problemas de difusión y espacio, el jazz tiene sus seguidores locales –pareciera que los mismos de siempre–, y que fuera de los que sólo van a pasearse, da gusto encontrar un público en el que muchos son músicos o verdaderos interesados en el trabajo de Alain Caron, quien por cierto, aunque Canadá posee el Festival Internacional de Jazz de Montreal, alguna vez ha dicho que prefiere tocar en Europa, porque se organizan mejor para promover este género musical.
Independientemente de los muchos subgéneros que abarca el jazz y su evolución, lo que atrae a sus espectadores, es su ritmo y estructuras armónicas, menos predecibles y simplistas que las de la mayoría de la música popular, y que involucran obviamente un esfuerzo intelectual para quien toca y una disposición auditiva del espectador ante lo no tan convencional, además de la posibilidad de “diálogo” entre los instrumentos al momento de ejecutar sus solos, que dejan de ser meros acompañantes, para compartir la voz principal.
Lo anterior se desarrolla en mayor medida en el jazz contemporáneo. La música de Alain Caron, inscrita en el jazz fusión, abarca todo el espectro. Cualquier bajista –salvadas todas las comparaciones– lleva todo el peso rítmico y armónico de las piezas, lo cual para Caron es como ser el padre de la banda, pero que sin desatenderse de esa “obligación”, puede ofrecer, gracias a su enorme talento, la posibilidad de cantar con un instrumento que en su origen no fue creado para ello.
Para quienes los han escuchado, la música de Caron remite sin duda hacia Stanley Clarke y Jaco Pastorius, los padres del uso virtuoso del bajo eléctrico, y que supuso un desarrollo hacia el bajo fretless, que permite una mayor elasticidad en el rango tonal, pero al mismo tiempo un riesgo para quienes no posean precisión en la afinación al momento de pulsar las cuerdas, tal como ocurre con los contrabajos de las orquestas.
Un bajista así puede llevar la melodía como lo haría un guitarrista o una voz humana, aunque he de reconocer que difícilmente a la altura de Gary Karr, el que ha sido considerado el mejor contrabajista del mundo, capaz de hacer que su instrumento cante arias de ópera, y al que tuve la suerte de ver muchos años atrás en el mismo Degollado, cuando ofreciera su último concierto público acompañado tan sólo de su pianista y pareja Harmon Lewis.
La Alain Caron Band –uno de los tantos proyectos de este destacado músico– presentó en este Festival Cultural de Mayo, al lado del guitarrista Pierre Cotíª, el pianista John Roney y el baterista Damien Schmitt, el disco Sep7entrion, trabajo con un sonido intenso de jazz-rock progresivo, en el que se siente la influencia de la Chick Corea Elektric Band, en el que obviamente para conseguir la fuerza en la textura musical de algunas piezas, echó mano de la técnica del slap, pero claro, en un bajo de trastes, pues sólo así se consigue una sonoridad con mucho cuerpo, que no se logra en uno de diapasón plano.
No se puede dejar de enganchar en la energía de Sep7entrion, en su ritmo trepidante, y en un continuum armónico del que ya no es posible apearse, como si nunca se terminara de llegar a un punto rebasado por el tiempo. “Esto lo estoy tocando mañana […] Esto ya lo toqué mañana, es horrible Miles, esto ya lo toqué mañana”, dice Johny el personaje del cuento “El perseguidor”, de Julio Cortázar, y que todos saben que no es otro que el saxofonista Charlie Parker, uno de los inolvidables genios del jazz de la primera mitad del siglo XX, que a los 35 años murió sin poder dar alcance a sus notas, que seguían viajando.

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