Javier Cercas

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Javier Cercas, uno de los autores más representativos de la novela española contemporánea, con una narrativa que versa entre la historia, la autobiografía, la literatura y el periodismo, visitó la Feria Internacional del Libro para presentar su más reciente novela: Las leyes de la frontera; conversamos con el narrador español antes de su exposición ante el público.

Uno conoce un poco de los autores a través de su obra, y, en su caso, considero que esta afirmación es aún más cierta. ¿Es así?
No, uno no los conoce más, sino que conoce lo más importante. Lo más importante que se puede conocer de un autor está ahí —y señala con determinación el libro Las leyes de la frontera, justo en frente de mí. El yo auténtico es ese, porque este que está aquí es un farsante, pura literatura, en el peor sentido de la palabra. Y esto no lo digo yo, lo dijo Proust: “El yo verdadero es el que está en el libro. El otro es una apariencia, un impostor”.

Sus novelas están construidas mediante estrategias de las que tradicionalmente este género no suele echar mano: ¿ensaya una nueva manera de escribir novelas?
Intento hacer novelas distintas, intento hacerlas propias: que por un lado sean mías y por otro, deudoras de la tradición. La novedad no es más que olvido y consiste en ir a buscar en la tradición aquello que te interesa, para usarlo. Yo me siento más próximo a los novelistas primitivos, a los novelistas de la época de Cervantes, del siglo XVIII, que a los del XIX. Creo, como decía Picasso, que la originalidad consiste en no parecerse a nadie, sino parecerse a todo el mundo. Tengo mi propia manera de escribir y contar las historias lo mejor posible. No sé si es una nueva forma, lo que sé es que es la mía.

¿En ello considera que tiene alguna influencia su faceta de periodista?
No soy periodista. Lo parece, pero no lo soy. Yo era un simple profesor de universidad hasta los 40 años y ahora escribo en el periódico. Así que he aprendido mucho, pero mi caso es más bien lo contrario del escritor-periodista habitual. Comencé al revés. En un determinado momento descubrí el periodismo y con él una serie de posibilidades narrativas y retóricas que he usado, así como también me he ayudado de la historia y el ensayo, porque la ventaja de la novela es que da cabida a todo. Es el género de géneros.

¿Por qué decidió escribir ésta?
Yo escribo sobre lo que no entiendo, sobre lo que no sé; escribo para averiguar. Eso es la literatura para mí, un proceso de investigación. Me hago una pregunta y paso toda la novela intentando, no necesariamente contestarla, porque las novelas no contestan preguntas, sino de formularla de la manera más compleja posible. Ésta, en concreto, tiene que ver con mi pasado, con los mitos y héroes de mi adolescencia, que eran los delincuentes juveniles, de los que el país se llenó y convirtió en mitos, como se han convertido en mito aquí en México los narcos. Esos chicos formaron parte del paisaje de mis años de juventud.

¿Así que hay muchos aspectos vivenciales en su novela?
Las mías, y creo que todas las novelas en general, son autobiográficas. No porque en ellas se cuente la vida de uno, sino porque cada escritor parte de su propia experiencia, aun de lo que no le ha pasado, pero forma parte de sí, de sus relaciones, sus obsesiones, sus sueños y lecturas. Me encantaría decirte que cuando tenía 16 años, tomé una escopeta y me puse a atracar bancos, pero no es verdad, aunque vi a gente que lo hacía. El post-franquismo es un periodo particularmente interesante, de transformación, pero me interesa especialmente porque lo viví. No me daba cuenta de que estaba viviendo un periodo trascendental de nuestro país: simplemente vivía mi adolescencia.

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