Esquizofrenia el mal silencioso del Norte

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En la plaza principal del municipio de Colotlán un hombre de apariencia joven y cabello alborotado deambula por los caminos alrededor del kiosco. Mientras avanza lentamente no deja de hablar y manotear como si mantuviera una conversación consigo mismo, y mira con recelo a quien se le acerca. Unas cuadras más allá, una mujer de edad avanzada camina apoyada en un bastón. Mira al reloj y pregunta algo al joven que está a su lado, quien no entiende lo que intenta decir. Su mirada se queda perdida en la nada mientras permanece sentada en una de las bancas frente al templo principal.

El Norte de Jalisco es una de las regiones del país que registra mayor incidencia de trastornos mentales. De acuerdo con Francisco Abelardo Robles Aguirre, investigador del Centro Universitario del Norte (CUNorte), en esta zona —que engloba a diez municipios—, los problemas de salud mental oscilan entre 18 y 23 por ciento, “una media muy alta para una población rural tan disgregada”, afirma.

En México, 18 por ciento de la población urbana entre 18 y 65 años padece un trastorno afectivo, principalmente depresión, según un estudio del Senado. La Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en México revela que 28.6 por ciento de la población presentó alguna vez en su vida uno de los 23 trastornos mentales contemplados por la CIE 10, clasificación internacional de enfermedades publicada por la OMS desde los años ochenta.

De las cerca de tres mil consultas que ha dado el Centro Integral de Salud Mental (Cisame) en Colotlán, en los últimos años más del 40 por ciento corresponde a trastornos de ansiedad, seguido de depresión, trastornos afectivos y el 10 por ciento de las atenciones es para casos de esquizofrenia y trastornos psicóticos.

A falta de un neurólogo en la región, también atiende casos de epilepsia, trastorno por déficit de atención y problemas de lenguaje, detalla Ana Cecilia Lara Zaragoza, médico psiquiatra de esa dependencia de la Secretaría de Salud.

También es común encontrar casos de afasia, es decir problemas de habla por deterioro cerebral y de demencia precoz, afirma Robles Aguirre, quien explica que en el municipio de Mezquitic identificó “casos severos de deterioro cognitivo en pacientes de menos de 50 años”.

Esto significa que los pacientes tienen problemas de atención, dificultades del habla, de articulación de ideas y hasta de identificación de objetos. Estos se manifiestan desde la infancia y es “común ver problemas de aprendizaje y de atención en niños en desarrollo o adolescentes”.

Lara Zaragoza evidencia un foco de alerta en la región: desde hace tres años las consultas por psicosis derivadas del abuso de cristal pasaron de una en 2014, a 25 en los últimos meses. También los casos de estrés post traumático por secuestros, extorsiones o situaciones de violencia por el crimen organizado, que se multiplicó desde inicios de 2017.

La psiquiatra atribuye este aumento de casos tanto a la violencia en una zona “que sigue siendo complicada” por presencia del crimen organizado desde los municipios del Norte de Jalisco y hasta el sur de Zacatecas, y también al acceso que hay a ciertas drogas en estas localidades.

“Antes no estaba tan disponible la droga, la persona que consumía la tenía que comprar en Guadalajara y estos casos que tenemos ya la consumen de aquí”, asegura.

 

Encontrar cómo sobrevivir
Vivir cerca del campo y la naturaleza y lejos del estrés que supone la vida en las ciudades no es impedimento para que las personas desarrollen problemas mentales. Los especialistas explican que quienes habitan en pueblos con pobreza extrema desarrollan una sola preocupación: encontrar como sobrevivir.

“El trabajo en el campo es pesado, tienen jornadas pesadas, hay mucha pobreza, mucha marginación y todo eso es fuente también de estrés y, por lo tanto, de problemas de salud mental, de modo un poco diferente a lo que sucede en la ciudad, pero biológicamente son los mismos sistemas los que responden a estas situaciones”, dice Robles Aguirre.

La psiquiatra agrega: “Es un estrés que amenaza la vida de verdad, porque la gente se muere de hambre, de desnutrición o de otra enfermedad porque no tienen para comer, menos para medicamentos, incluso para la diabetes e hipertensión que son tan básicas”.

Otra de las causas puede derivar del factor genético, coinciden los especialistas. Por costumbre, la comunidad indígena wixárika, mayoritaria en municipios del Norte de Jalisco, permite el matrimonio entre familiares.

“La realidad es que la cuestión hereditaria es muy fuerte. Se ha comprobado que al ser hijo de ambos padres con esquizofrenia te da un riesgo de padecerlo de 50 po ciento. Como se casan entre primos hay más posibilidad de que se manifieste. Hemos visto en varias comunidades de manera repetida familias de nueve integrantes donde cinco tienen esquizofrenia paranoide, que es la más común y que tiene un alto factor hereditario”, explica Lara Zaragoza.

Una zona olvidada
La población del norte del estado, principalmente en las rancherías y comunidades indígenas, es un sector olvidado en todos los aspectos y cuando se trata de problemas relacionados a la salud mental esta exclusión se profundiza, coinciden los especialistas.

En los diez municipios sólo hay una psiquiatra para atender todos los casos. Una persona que sufre trastornos psiquiátricos severos como la esquizofrenia tarda al menos 10 años y hasta 20 en recibir atención especializada, advierte Robles Aguirre.

Quienes logran tener un seguimiento médico se enfrentan al problema del acceso a los medicamentos. El Cisame es el lugar donde los pacientes pueden surtir sus recetas de manera gratuita. Si existe un desabasto, como ocurre desde hace unos meses en la zona, deben comprar medicinas cuyo precio oscila entre 200 y hasta mil pesos por caja, según la especialización y la enfermedad.

“No hay especialistas, pero cuando logramos capacitarlos es complicado darles a los pacientes el tratamiento, porque no hay medicamentos, las farmacias son de particulares y es complicado que haya medicina y si las tienen están en costos elevadísimos”, advierte Lara Zaragoza.

Retraso de 200 años
Entre todas las enfermedades mentales que existen en la región la que más llama la atención de los especialistas es la esquizofrenia. El Cisame atiende a 174 personas con este trastorno, provenientes de la región Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas, “pero solamente son los diagnosticados, no sabemos si haya más casos”, advierte Luis Ramón Romero Medrano, estudiante de maestría en Salud Pública del CUNorte, quien realiza una tesis acerca de este tema.

El trastorno se caracteriza porque la persona tiene pensamientos desorganizados, alucinaciones auditivas y visuales, algunos se tornan agresivos y tienen delirios de persecución. Es común encontrarlos como indigentes en la calle hablando solos, gritando o manoteando, explica.

“Es una enfermedad que no tiene reversa, por llamarlo de alguna manera, no se puede curar, solo se controla a través de los antisicóticos, y terapia psicológica en algunos de los casos”, dice el alumno.

Con un tratamiento y seguimiento oportuno la persona con esquizofrenia llega a ser funcionales, es decir, pueden tener una vida normal, un trabajo y una familia. Pero la realidad con la que se topan quienes viven en esta región es otra.

“Aquí es como viajar en el tiempo, a más de 200 años atrás. Los pacientes no tienen medicamento, se deterioran muchísimo, llegan a atención después de 20 años de la enfermedad y entre más tiempo pasan con un trastornos psicótico como la esquizofrenia, es más difícil ayudarlos porque neurológicamente tienen un daño irreversible”, sentencia la psiquiatra Lara Zaragoza.

A diferencia de la ciudad, donde la escuela o los centros de trabajo tienen mecanismos para detectar estos casos y referirlos a la atención médica especializada, en la zona Norte muchas personas no van a la escuela o trabajan por su cuenta y carecen de estos apoyos.

“La familia los va tolerando y cree que a lo mejor es un problema de falta de voluntad o algún problema de la personalidad que dejan pasar hasta que el enfermo no se pone en peligro o pone en peligro a alguien más”, añade.

Es entonces cuando el paciente es remitido a la atención psiquiatra, dice Romero Medrano: “Llegan incluso cuando cometen algún delito y los lleva la policía al Cisame, a veces la misma familia o la gente que está alrededor llama para pedir ayuda porque algo hicieron o están descontrolados en sus acciones, los policías los detienen y los llevan a la consulta”.

Los especialistas advierten de un subregistro de casos, si se toma en cuenta que el uno por ciento de la población en México padece esquizofrenia y empieza a mostrar síntomas entre los 15 y 35 años de edad.

“Por el número de habitantes y los pacientes que tenemos estamos seguros que hay muchos personas que no han llegado a atención porque no saben que existe el Cisame, porque no tienen recursos y sobre todo porque no saben qué es este padecimiento”, concluye la psiquiatra.

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