Entre recuerdos y fetiches

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Carlos Ann clava su mirada en mis ojos, cuando le pregunto si considera que representa el engaño de una generación: “Nos vendieron que todo era fácil. Mi generación e incluso las posteriores, atraviesan una crisis producida por el desencanto. El sistema nos engañó y ahora nos encontramos en una gran bajada anímica”.
Músico, cantante, compositor y poeta español –cínico e indagador de la feminidad–, emergió en la escena underground española, al frente de la agrupación de electrónica Analogic Emotion, en la segunda mitad de los noventa. Desde entonces Carlos Ann navega como un artista de culto –siempre a contracorriente- en su país, y más recientemente, en Latinoamérica.
Después de su presentación en la doceava edición del Festival Vive Latino, Carlos Ann ofreció su primer concierto en esta ciudad. Ocasión en la que conversamos sobre su obra, recuerdos y visiones. Atento –con aire de dandi– se muestra entusiasta. Entre el soundcheck, y a punto de que llegue el ocaso (intervalo significativo para Carlos Ann) insisto en el tema del desencanto: “En México tenéis más ilusión. En cambio, el continente europeo está viejo”. Observo la cruz que lleva en su pecho y señala: “Imaginemos que en Europa actuara el mejor mago del mundo. A la gente le da igual, no se deja fascinar, ni seducir. No existe el teatro de verdad: la magia”. Para el compositor de “El sistema te ha timado”, la juventud europea se encuentra distanciada y prefiere incomunicarse: “Llevar un modus vivendi semi autista”.
Lo anterior me hace pensar en la cercanía que tiene la música de Carlos Ann con México. Concluyo que esa proximidad la ocasiona el carácter pasional que envuelve a este país. Las canciones del músico del barrio del Congrés, en Barcelona, circulan por el rock, la electrónica y los sonidos de arrabal. Canciones que poseen ardor, un eterno malditismo que deviene en historias de sexo, amor, odio, traición, lealtad, vida, muerte, ángeles, demonios y excesos. En suma, composiciones que tienen como advertencia llegar hasta las últimas consecuencias. Así, los temas se convierten en un desahogo y, simultáneamente, en una sentencia incorruptible de supervivencia.
Recuerdos y fetiches 1999-2011 es el trabajo más reciente de Carlos Ann, séptima grabación como solista, y que consiste en una compilación con lo más representativo de su trayectoria. En el álbum doble participan destacados músicos españoles, como Enrique Bunbury, Nacho Vegas, Javier Corcobado y Mariona Aupí, así como el inglés Phil Manzanera y la agrupación mexicana San Pascualito Rey. El disco saldrá en junio y tendrá distribución en México.
“No quería un recopilatorio normal, como muchas disqueras lo hacen, es decir, que sólo atrapan canciones en un disco. Grabé de nuevo la mayoría de los temas, y otros los he vuelto a mezclar y masterizar. Así fue como invité a una serie de artistas que admiro. Significó una celebración en la que miré hacia atrás, y volví a sentir y recordar momentos. Incluso fue un trabajo doloroso. Pero claro, cuando terminé el disco, se convirtió en un acto psicomágico y me desprendí de todo. Esto sí que fue un acto curativo”.
Hablar de Carlos Ann inevitablemente me traslada algunos años atrás. A la época en que surgió Bushido, grupo que formó al lado de sus compatriotas Morti, Shuarma y Enrique Bunbury. La agrupación grabó exclusivamente un disco que se alejó de convencionalismos y llegó a colocarse en los primeros lugares de ventas. El álbum fue toda una revelación para el rock en español y significó la carta de presentación para Carlos Ann en Latinoamérica. Pero, finalmente, ¿qué lo une con estos músicos?, le pregunto.
“Todos los artistas que nombraste tenemos amor y respeto hacia la música. En la industria discográfica hay personas que sólo quieren éxito, y les da igual lo que cantan, la ropa que se ponen y lo que beben. Sencillamente quieren estar allí. Los músicos que comentas, ante todo, aman el arte. Nos une eso y una visión similar hacia el mundo. Enrique Bunbury y yo, nos conocemos desde hace años. Ahora me acaba de escribir un correo, y hablamos de arte. De cómo encontrar nuestro sitio, un pequeñito lugar dentro de esta tierra como para poder subsistir. Con los demás es lo mismo: nos une –un breve silencio– el amor a la vida”.
Se escuchan redobles en la batería. El soundchek intenta comenzar, pero Carlos Ann pide que lo detengan. Entonces voy directo: La figura femenina tiene un peso fuerte en tus canciones, es recurrente, provocadora y perturbadora: ¿Qué piensas de esto?
“¡Hombre, es que las mujeres! Creo que los hombres también somos mujeres. Todos somos un gran uno, y más que hablar de la mujer en sí misma (que sí hablo de la mujer), hablo de la feminidad. Es algo que siempre me ha apasionado. Soy el pequeño de tres hermanos, y dos son hermanas. Tuve la suerte de gozar del lenguaje secreto de las mujeres. Los hombres decimos las cosas más rápido, y las mujeres son más sense que nosotros. Ese misterio siempre me ha fascinado”.
Las mujeres son algo serio, le digo. “Creo que el éxito del hombre es alcanzar la parte femenina, que la llegue a descubrir. Lo que pasa es que nos faltan siglos, pero cuando la persona consiga tener los dos lados en equilibrio, seremos más completos y nos entenderemos mejor”.
La música de Carlos Ann es veneno y antídoto. Día especial, Entre lujos y otras miserias –producción de Howie B: U2 y Bjí¶rk–, Descarado, La nada (considerado su disco más poético y oscuro), Bala perdida y El tigre del Congrés, son obras cubiertas por el cinismo. Una parte central es la fuerza que adquieren las canciones a través de la palabra en español.
“Sí que hay cinismo, pero para mí no es negativo. Me gusta el sentido del humor y el cinismo es un grado más. Cuando escribo, puede aparecer de la rabia o del despecho, pero sin ningún tipo de orgullo. El cinismo no va ligado al orgullo”.
El disco Panero –un tributo al poeta Leopoldo María Panero– no fue un trabajo fácil. Conviviste al lado de este artista, que posee una obra radical y, además, es considerado el último tabú de su generación: ¿Cómo recuerdas esa etapa? “La recuerdo oscura, porque era una época en que me apetecía estar en el fango. En ese momento, los poemas de Panero, el dolor, me producía placer. Era una relación sadomasoquista, y cuando estás metido no puedes salir de allí. ¡Es sabroso! Imagínate: compraba una botella de vino y respondía con un poema, en una paranoia y semi esquizofrenia “parpaneriana”. Bruno Galindo, José María Ponce y Enrique Bunbury –cómplices de Carlos Ann en este proyecto– la pasamos bien. En esa época compartíamos los licores, nos encantaba la absenta. Yo la preparaba (con una receta secreta), y pues todo el simbolismo francés estaba ligado. Era querer estar allí, en el malditismo”.
Le digo: Eres un poeta maldito. “¡No, que va! Ni mucho menos. Lo que deseo es escribir, y que resulte curativo. Si hago daño a cualquier persona, actualmente no me gusta. Cuando eres más joven, escribes líneas, y no te das cuenta del impacto que pueden producir en la gente. Voy a dar energía, no a restarla. Es el momento”.
Sobre su trabajo como poeta, Carlos Ann, dice: “En Líneas perdidas (primer poemario) siempre estoy en búsqueda del bienestar y la luz. Cada día miro fijamente al sol, cuando aparece o cuando se oculta, y representa un acto litúrgico. Es proyectar desde tus problemas, desde cualquier duda o inquietud que tengas, y verás que al soltarla, lo que percibes es increíble, un mundo maravilloso. Es como la mejor de las drogas. Poéticamente estoy allí en la actualidad”.
Busco ir más allá, y me atrevo. “La venganza no viaja conmigo” es una de las composiciones más sentidas en tu trayectoria. En ella colocas el dedo en la llaga. ¿Qué cruzó por tu mente al escribirla? (Antes, un silencio, una risa un tanto nerviosa, y quizás evocadora): “Después de una relación dolorosa, creo que lo que se debe hacer es no hacer nada –me mira de nuevo fijamente, como tratando de darme un consejo–, quedarte inmóvil y dejar que las cosas fluyan. Eso es “La venganza no viaja conmigo”. Tenemos la manía de actuar rápido. Somos impulsivos. Somos animales. Es mejor quedarse quieto”.
¿Desgasta escribir una canción? “Depende. Si algo viene de fuera o te altera, sí. Pero si estás tranquilo, no. Va como va. Es el gran misterio de la creación artística, y es lo que más me gusta”.
El tiempo se va. Carlos Ann tiene esa tendencia hacia el misterio, hacia lo desconocido: “¡Claro!, es parte del crecimiento. Somos pequeños, estamos jugando constantemente, y si se va la ilusión, las ganas de curiosear, estás muerto dentro de la creación artística. Yo veo algo, y digo: ¿qué es eso? Soy como un imán. Eso es”.

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