¿Ejercitar la mente puede prevenir el Alzheimer?

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La década de 1990 al 2000 fue llamada la década del cerebro, ahora esta puede ser la década del “entrenamiento cerebral”. Y aunque mucha gente cree que se puede mejorar la salud cerebral llevando un estilo de vida adecuado, el actual estado de conocimiento no permite saber si la estimulación o el entrenamiento cognitivo pueden conservar las capacidades mentales en la vejez y, menos aún, saber si se puede retardar o prevenir desórdenes demenciales como el Alzheimer.

Términos clave
Inicialmente, hay dos conceptos que se deben definir: reserva cerebral y reserva cognitiva. El primero refiere a la estructura cerebral subyacente (por ejemplo, tamaño cerebral o el número de neuronas). Así, si tenemos a dos personas con el mismo grado de demencia tipo Alzheimer, aquellos que tengan una corteza cerebral más gruesa van a tener menos síntomas de la enfermedad (Fjell y cols., 2006). Por otro lado, reserva cognitiva se refiere a la capacidad cerebral para enfrentar el daño cerebral a través de la puesta en marcha de procesos cognitivos. De esta manera, a más educación menos posibilidades de padecer Alzheimer (Stern, Y., 2009). Este dato ha sido corroborado por estudios de neuroimagen, en los que se ha encontrado que aquellos sujetos con un coeficiente intelectual más alto, una ocupación intelectualmente demandante y que realizan actividades que retan su inteligencia, tenían mayores volúmenes cerebrales y un uso eficiente de su capacidad cerebral, que los protegían de padecer demencia (Solé y cols., 2009).
Las investigaciones han encontrado un gran número de actividades que son benéficas para prevenir la demencia y que van desde viajar, tejer o hacer jardinería, hasta resolver crucigramas. Por ejemplo, un estudio (Wilson y cols., 2002) encontró una reducción en las posibilidades de desarrollar demencia en individuos que hacen cosas que son un reto para ellos, intelectualmente hablando. La mayor diferencia se encontró entre aquellos sujetos que intelectualmente se esforzaban poco en su vida cotidiana, comparados con los que sí lo hacían de manera más constante.
Se ha documentado que las personas mayores se benefician del entrenamiento de habilidades cognitivas específicas. Por ejemplo, estudios (Ball y cols., 2002) que han trabajado sobre la memoria, el razonamiento y la velocidad de procesamiento, encontraron efectos positivos del entrenamiento, pero la ganancia fue diferencial: fue significativa para la velocidad y el razonamiento y modesta para la memoria. Posteriores estudios de seguimiento han detectado que después de cinco años este efecto positivo permanecía, pero de manera modesta.
Una importante limitación de estos estudios es que no se generalizan los beneficios de las intervenciones, es decir no pasan de memorizar listas de palabras a memorizar las cosas del mandado. Sin embargo, un entrenamiento bien diseñado podría tener importantes beneficios en varios aspectos de la vida diaria.
Por otro lado, se han utilizado formas novedosas de entrenamiento, como el uso de programas en línea y de videojuegos, para ver si con ellos se puede retar la inteligencia de los sujetos y ponerlos en forma para prevenir las demencias; con respecto a los primeros (Smith y cols., 2009) al parecer hay beneficios en la velocidad de procesamiento auditivo y en la memoria, pero estos logros son moderados.
En lo referente a los videojuegos, se ha visto que los participantes mejoran no sólo en lo que se refiere al juego con el que entrenan, sino también en pruebas estandarizadas que evalúan la función ejecutiva (Basak y cols., 2008). Se especula que esto se debe al constante cambio de las prioridades de la tarea que exigen estos videojuegos.

Sugerencias
A pesar de que no se sabe en realidad si se puede hacer algo para evitar que a uno le de una demencia, se sugieren realizar las siguientes actividades, que si bien no le pueden ayudar, tampoco le hacen daño: realizar acciones intelectualmente estimulantes que uno siempre haya disfrutado; hacer nuevas actividades, tanto como nuestro tiempo y gusto por hacerlas lo permita; esas actividades las debemos de realizar varias veces por semana o más, ya que esto es como el ejercicio físico: entre más hagamos más nos beneficiamos.
Sin embargo, debemos de estar conscientes de que no hay una sola actividad, o combinación de actividades, que esté comprobado logren reducir nuestro riesgo de padecer el Alzheimer. Pero, aunque no se hayan demostrado, usted se puede divertir haciendo crucigramas. [

Departamento de Neurociencias, Universidad de Guadalajara*

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