Diversidad e interlocución: lo multi e intercultural

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En Colombia, cerca de 50 mil indígenas se movilizan desde hace varias semanas para reivindicar sus derechos sobre territorios ancestrales. En Europa los flujos de inmigrantes están provocando fuertes cuestionamientos sobre lo que esto implica para las estructuras sociales del “Viejo Mundo”. El Premio Nobel de Literatura 2008 se le otorga a un escritor cosmopolita nacido en Francia, pero cuya obra tiene una marcada influencia mexicana. En el ámbito del trabajo académico se denuncia desde hace tiempo la hegemonía del paradigma occidental de pensamiento y se cuestiona su pertinencia para dar cuenta de un mundo cada vez más cambiante y heterogéneo. ¿Qué podrían tener en común estos sucesos? Aunque puede haber varias respuestas a esta pregunta, una de ellas sería que todos pueden ser analizados desde el enfoque de lo multi o intercultural.
Hablar de multiculturalidad o interculturalidad, o abordar los asuntos humanos desde estos enfoques, tiene como trasfondo la vaguedad semántica que caracteriza al término “cultura”. Esta palabra —que todo el mundo entiende pero que muy pocos se toman la molestia de explicar— es empleada en la vida cotidiana y en el ámbito académico indistintamente para referirse a creencias, costumbres, tradiciones, valores, ideas, estilos de vida, sistemas cognoscitivos, etiqueta identificadora de grupos y sociedades, arte y literatura, dimensión simbólica de la vida humana, y todavía un largo etcétera. De esta forma, cuando se habla de interculturalidad o de multiculturalidad la referencia puede ser compleja y variada. Los grandes debates académicos que enfatizan uno u otro de los términos han girado en torno al reconocimiento de la diversidad en los modos de vida humanos y las diferentes posibilidades de interlocución que esto implica. Es decir, lo que está en el fondo de todo esto —aunque no de manera exclusiva— es el fenómeno de la convivencia humana en el contexto de la diversidad identitaria que caracteriza a nuestra especie.
En la perspectiva multiculturalista hay un reconocimiento de la diferencia, pero no de la interconexión de los fenómenos culturales. Charles Taylor, uno de los exponentes centrales de esta perspectiva, señala que el individualismo, el aislamiento de la comunidad o la pérdida de un sentido colectivo, y el progresivo retraerse de la vida política del hombre, caracterizan a una insipiente modernidad. Desde este horizonte, la identidad se define en relación a un grupo cultural al que se pertenece, no existe una identidad individual que no esté en correspondencia con tal grupo, por lo que resulta fundamental el reconocimiento de las colectividades. En el campo político, esto se traduce en el reconocimiento de diversos derechos: en primer lugar, de autogobierno, lo cual tiene que ver con el desarrollo de políticas que favorezcan la autonomía de los grupos minoritarios en el contexto nacional; culturales, que tienen por objetivo promover la conservación y desarrollo de determinadas culturas, por ejemplo, al promover la enseñanza de sus respectivos idiomas en programas educativos nacionales; y de representación, lo cual implica generar iguales oportunidades de acceso a los servicios y trabajo para los grupos minoritarios.
Por su parte, los interculturalistas remarcan el carácter interactivo y relacional de los procesos culturales. Consideran que la concesión de los derechos contradice el principio de la libre adhesión a las culturas y ven detrás de la propuesta multiculturalista una idea de culturas cerradas, sostenida por la fuerza. Will Kymlicka considera que los derechos de autorreconocimiento impiden a los hombres salir de su cultura de pertenencia y dan vida a restricciones internas, como el uso de una determinada lengua, o externas, por ejemplo la opresión que una mujer puede experimentar dentro de una familia o comunidad. Para Zygmunt Bauman el multiculturalismo revela una actitud discriminatoria porque confina al individuo a un grupo determinado; por otra parte, al enfocar la atención al terreno cultural, se dejan de lado las diferencias económicas y sociales de los grupos marginales. Por lo que tiene que ver con las políticas multiculturales, según señala este teórico, lo único que favorecen es el control de las minorías culturales, con medios que propician indirectamente el conflicto entre éstas, al remarcar sus respectivas diferencias.
De acuerdo al multiculturalismo y el interculturalismo se han planteado proyectos sociales, políticos, educativos y hasta epistémicos para afrontar los retos que plantea vivir en la diversidad. En Europa se aborda la cuestión a partir del impacto que han tenido los flujos de inmigrantes de origen diverso en prácticamente todos los órdenes de la vida social. En Latinoamérica y ífrica el tema adquiere importancia debido a la diversidad étnica y social que ha persistido junto al proceso de colonización e hibridación cultural por cientos de años. Por lo que tiene que ver con Oriente, es indiscutible su presencia cada vez más importante en el plano político y económico a escala internacional. Por otra parte, vivimos en una época marcada tanto por procesos globales tendientes a interconectar cada vez más la vida de todos los seres humanos, como por crecientes movimientos locales o regionales que tienden a remarcar las diferencias entre los grupos sociales, aún cuando presentan reivindicaciones globales.
En este sentido resulta fundamental la reflexión y el diálogo en torno a los problemas y las posibilidades que representa todo lo anterior. En el plano educativo es importante analizar las políticas públicas, revisar nuestros sistemas educativos, cuestionar los modelos pedagógicos, para ver en que medida favorecen el desarrollo de prácticas para la convivencia en la diversidad. En el campo de la producción del conocimiento resulta fundamental reflexionar sobre los procesos de investigación y los enfoques epistemológicos, observar si propician el diálogo y la conciliación de los diversos saberes. A través del arte y la literatura cobra importancia el intercambio de cosmovisiones y la contaminación de ideas. En la política resulta clave el análisis de la constitución de los Estados Nación y el nacimiento de fuertes nacionalismos, de las relaciones de poder, de las formas y estilos de hacer política. Estas, entre otras tareas, son imperantes para una transformación de las relaciones sociales y políticas a favor de la diversidad, en donde cada uno de los actores, colectivos o individuales, sean capaces de meterse en juego renunciado a la pretensión de alcanzar una verdad con las propias opiniones y mostrándose dispuestos a ser transformados por la misma práctica, contribuyendo así en la construcción de una sociedad más democrática y justa.

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