Democracia en proceso

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En medio de protestas, de denuncias de irregularidades, de peticiones por una segunda vuelta y de impugnaciones de los resultados electorales, el jueves pasado el computo final del Instituto Electoral dio la victoria a Enrique Peña Nieto con un 38.2 por ciento de las preferencias, seguido por Andrés Manuel López Obrador con el 31.59 por ciento y Josefina Vázquez Mota el 25.41 por ciento, sancionando así el regreso del PRI al poder.
Pero en este sentido, opina Joaquín Galindo Díaz, coordinador de la carrera de Estudios Políticos y Gobierno del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, hay que matizar: “Hay que hablar del regreso al gobierno federal. Muchos hablan del regreso del PRI, pero el PRI nunca se fue porque siempre ha tenido una presencia muy fuerte en el Senado, en el Congreso, y en los gobiernos locales”.
Agrega que en este regreso han jugado un papel importante varios factores, que van desde las encuestas, la publicidad y las televisoras, que formaron parte de la guerra entre partidos. Pero un factor determinante que contribuyó a la victoria del PRI, explica el académico, fueron las divisiones al interior del PAN y su fracaso político, sobre todo en el gobierno federal. Esto favoreció también a la izquierda, que recibió muchos votos: “La diferencia entre López Obrador y Peña Nieto es de tres millones de votos, no son tantos, y esto es producto también del fracaso panista”.
En cuanto a las contestaciones de estos resultados electorales, opina que debido a la diferencia de votos entre primero y segundo no ve mucho sentido en impugnar a fondo la elección, pero sí en criticar y denunciar las deficiencias del proceso: “Es positivo impugnar porque te permite señalar algunas irregularidades que todavía tiene nuestra democracia, que es muy joven, y que tienen que ver por ejemplo con la compra de votos, muy poco castigada por cierto, y con esto de tener una tendencia permanente durante tres meses en las encuestas y que al final esté a 15 puntos de distancia de lo real, lo que es una publicidad gratuita”.
Sin embargo, añade, “se tendría que demostrar ante el Tribunal Electoral de qué manera el hecho de que vea publicidad en determinada televisora o cierto tipo de encuestas, pueda afectar efectivamente al votante, no hay un estudio que te permita cuantificar esto, y aun si existiera sería muy subjetivo”.
La cuestión de fondo, el gran problema de la democracia mexicana, dice, y que es un tema del que casi no se habla, es la falta de educación política que permite que proliferen estos tipos de irregularidades: “La compra de votos, lo de que no se sabe votar, de que te engaña la publicidad, de que si te manipuló aquel o que si te fuiste por la cara bonita o por el que te dio un regalito, todo esto tiene que ver con una falta de formación en cultura política. Y es allí donde veo que los institutos electorales presentan deficiencias”.
¿El regreso del PRI significa el regreso del viejo PRI? “La historia tan peculiar de nuestro país y de este partido, el partido único y luego hegemónico, creo que se acabó cuando pierde la presidencia en el año 2000. Los pilares que sostenían al viejo sistema ya no existen”, responde Galindo Díaz.
“Un partido con una visión de los años 70 u 80 hoy ya no sobreviviría. Lo que vamos a ver, obligado por las nuevas circunstancias que hay en el país, es un nuevo PRI. Existen más de dos fuerzas, (el PAN todavía tiene 12 millones de votos y la izquierda 15), vemos parte de la sociedad que está protestando en contra del resultado de las elecciones, entonces en un escenario así sería imposible que volviera el viejo PRI, porque hay muchas exigencias de transparencia, hay muchos ojos vigilando y mayor participación”.
Agrega que “con estos escenarios que los mismos mexicanos en conjunto hemos empujado a partir del 88, y que se han venido conformando del 2000 en adelante, culminando con el movimiento de los jóvenes en las redes sociales en 2012, hemos ido edificando un espacio democrático, y no creo que haya vuelta atrás, yo no veo cómo. Sí habrá en su momento deseos de volver a ciertas prácticas autoritarias, pero será la misma sociedad que reaccionando lo impedirá”.
En cuanto al próximo gobierno, dice que “se tiene que hacer un acuerdo entre las tres grandes fuerzas, para sacar adelante reformas que ya son impostergables. Yo creo que va a ser la única forma de no seguir estancados otro sexenio, pero se requiere madurez de parte de los grupos políticos, a mayor razón cuando no existe una mayoría clara en el Congreso”.
“Si no se diera esto en los primeros tres años, la siguiente propuesta sería la de cambiar el sistema de gobierno hacia el parlamentarismo o el semipresidencialismo. Con el sistema de mayoría relativa como el nuestro, ganan las minorías, y eso es un problema. Si no existe la civilidad por parte de los partidos políticos de llegar a acuerdos y implementar las reformas que se necesitan, entonces vamos a pugnar por un cambio de régimen”.

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