Del Monte Fuji al ¡Kamehameha!

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Manga es el término japonés que designa al equivalente oriental del cómic, de la tira, de la historieta o de la novela gráfica. Es el nombre de Dios en la boca de todos los wotakus que inundan las calles de Akiba durante la noche, en busca de los últimos números del eterno Hana yori dango.
Mike Chinn, autor del libro Cómo escribir e ilustrar una novela gráfica, apunta a un rebelde pintor japonés del periodo Edo, Katsushika Hokusai, como responsable de acuñar el término en 1814. Para quienes conocen las obras de Hokusai es fácil notar su uso obsesivo de la perspectiva y el movimiento. Pero en una lectura más detallada se descubre predominio del balance y la contemplación del instante, características que el escritor y dibujante de cómics, Scott McCloud, atañe directamente al manga actual.
El término manga (漫画), separado en sus dos caracteres originales, literalmente significa “dibujo elusivo” o “dibujo informal”, pero su lectura moderna se resume a la traducción de “cómic”. El pionero en el género fue Osamu Tezuka, quien en 1974 escribió y dibujó su primer manga, Shin takarajima (La nueva isla del tesoro). Con esta pieza Tezuka decide romper el estilo tradicional de la ilustración japonesa, que explotaba la fisonomía de los japoneses, sustituyéndolo por uno más influenciado por el cine y la caricatura occidentales, de allí que todos los personajes de manga posean enormes ojos, de colores claros, cabellos rubios o brillantes y algunos otros rasgos propios de quienes viven en occidente.
En este nuevo estilo llegarían a predominar, como en las pinturas de Hokusai, la ilusión de movimiento constante —la cual Tezuka logró dando a sus personajes cabellos rebeldes y ondulantes, como soplados por un viento imposible— y al mismo tiempo la sensación de iconicidad, un tanto más ajena a los cómics estadunidenses, italianos y franceses.
La iconicidad del manga encuentra sus cimientos en el uso de arquetipos, revelados en los rasgos físicos de los personajes: la boca de los protagonistas tiende a ser pequeña y fina, mientras que la de los antagonistas tiene un tamaño exagerado o por esta repleta de dientes; la nariz, de nuevo imitando los rasgos occidentales, se perfila fina y por lo general es dibujada de perfil, aun cuando un personaje se muestre de frente; los trazos son caricaturescos, y rara vez tienden al realismo, excepto en los planos de detalle.
En un principio el manga, fue reconocido como una fuente de entretenimiento infantil, pero conforme más y más mangakas (artistas profesionales de manga) comenzaron a imitar el estilo de Tezuka, más temáticas adultas inundaron el medio.
Uno de los primeros en hacer una obra de tipo adulto dentro del medio fue Go Nagai, con su ahora popular Devil Man. Las aventuras de este oscuro antihéroe infernal estuvieron desde un principio plagadas de violencia innecesaria, sangre a borbotones y sexo, por lo que el mercado meta de su arte emigró al de los adolescentes y adultos.
La violencia y el sexo no fueron los únicos motivos por los cuales devino en una cuestión madura. También se debió a obras como las de Hayao Miyazaki, quien busca concienciar a con respecto a la destrucción del mundo.
Hoy el manga es tan popular en occidente como en oriente, hecho que se debe a que algunos maestros del género lograran transgredir satisfactoriamente la barrera del mar con la profundidad de sus historias. Uno de ellos, si bien no el primero, sí el más popular, fue Katsuhiro Otomo, responsable de la saga Akira, serie ahora compilada en seis tomos que narran la historia de un niño resucitado con poderes sobrenaturales. Clasificada por la voz popular como “el Quijote del manga”, Akira fue también una de las primeras historias en brincar con aciertos a la pantalla grande en 1988, e incluso ahora Warner Borthers se encuentra en preproducción de una versión con actores de carne y hueso, para el 2011.
Otros responsables del éxito del manga a escala mundial son Shirou Masamune, autor de la saga de ciencia ficción Koukaku kidoutai (Ghost in the shell); el artista gráfico Yoshitaka Amano, escritor y dibujante de Vampire Hunter D y dibujante conceptual de la famosa franquicia de videojuegos Final Fantasy, y Akira Toriyama, a quien todos conocemos por la ingeniosa tira de un niño extraterrestre con cola de mono: Dragon Ball.
Por sus características gráficas o su extraño sentido del humor, el manga a veces resulta una cuestión para iniciados. Lo cierto es que, según los conceptos de McCloud, para disfrutar el manga hay que comprender que la cosmovisión oriental es distinta a la nuestra.
En occidente, cuando leemos una historia, esperamos llegar al final y comprenderlo todo de una vez, mientras que en oriente el resultado de la historia puede llegar a carecer por completo de sentido. La importancia de la narrativa del manga reside en la contemplación del instante por sí mismo, sin importar cómo se relaciona con el siguiente. Dicho de otra forma, el manga es apto sólo para aquellos que no se preocupan por leer la última página del libro antes de empezar.

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