Daniel Melero: El sonido liberado

1365

Cuando se habla de rock hecho en Argentina, de música electrónica, y de experimentación con el sonido, inevitablemente surge la obra siempre en transformación del compositor y productor Daniel Melero. Fundador de Los Encargados, agrupación que determinó la escena electrónica de aquel país, y pieza clave en la elaboración de los álbumes Canción animal y Dynamo, de Soda Stereo –en esa etapa Melero hizo mancuerna con Gustavo Cerati, y juntos produjeron el disco Colores Santos, una grabación de culto– además de autor de canciones imprescindibles, entre éstas, “Trátame suavemente”, Daniel Melero es franco y no duda al afirmar: “Soy mejor persona gracias a la música”.
Es la primera vez que Daniel Melero actúa en México, situación que parece inverosímil, y que necesariamente provoca un flashback, una secuencia de sonidos e imágenes que, más allá de circunscribirse dentro de un proceso histórico, figuran como el manifiesto latente de una construcción musical inquebrantable, que se renueva, y en la que Melero funciona como un productor inquieto y propositivo.
“Jamás imaginé la idea de un homenaje”. Daniel Melero continúa: “Es más, nunca me agradó mucho esa idea, pero, sinceramente, tratándose de ellos [de Babasónicos] con la amistad que nos une, y con la cantidad de situaciones que hemos atravesado juntos, pues… había una sensibilidad especial en común, que justificaba aceptarlo”. La conversación con el compositor y productor ocurre a sólo unas horas del homenaje que recibió en la Feria Internacional de la Música.
Un productor musical es el guía, el personaje que tiene la responsabilidad de conjuntar todas las partes creativas, y que, en gran medida, diseña el sonido de una grabación. Pero, ¿qué cautiva a Daniel Melero, qué lo incita para tomar una decisión y aventurarse en estos terrenos?, le pregunto: “Fundamentalmente que sea algo diferente, que no encaje. Nunca me interesa mucho algo que me guste”. El productor dice: “El gusto es algo que considero poco interesante a la hora de juzgar la posibilidad artística”. Melero explica: “El gusto lo adquieres, con él te sientes cómodo, y en ese sentido, aquello que de alguna manera me pone en un lugar diferente, y ocasiona un replanteamiento, siempre resulta de mi interés”.
La experiencia de Daniel Melero en materia de producción tiene el distintivo de la diversidad. Trabajos con Los Brujos y Todos Tus Muertos –esta última agrupación conjugó el sonido cálido del reggae con la estridencia del punk– hablan de esa capacidad y visión que posee Melero para asegurar la esencia del sonido creado por los músicos, pero siempre en una búsqueda constante por matizar, por aportar esos giros que logren darle particularidad a la música.
“Como productor lo que trato de hacer es que aquellos con los que me involucro se parezcan más a sí mismos. No tengo un sonido en particular en todas mis producciones, justamente, trato de abordarlas de una manera diferente”. Advierte: “Cuando los géneros se establecen, allí entramos en la zona de gustos. Podremos llegar a encontrar canciones bien terminadas, pero definitivamente no arte”.
Daniel Melero profundiza en el cuestionamiento: “Para mí la música es como un vehículo, y ese vehículo se parece mucho más a un automóvil que a un tren. El tren hace siempre el mismo recorrido y va por la misma vía”. Sobre esa seducción, esa fascinación por la música, señala: “Me atrae mucho más la idea de producir contenidos musicales. No me considero un maestro que sabe las cosas. Me imagino que trabajo con artistas todo el tiempo. Con ellos me gusta interactuar, sacar conceptos e ideas nuevas”. El creador de Conga puntualiza: “Jamás hice nada que no estuviera dentro de eso”.
La producción musical implica responsabilidad. Estar al frente de un trabajo, de una grabación, tiene como premisa, como constante, ejercer la libertad creativa. Así lo expone el compositor y productor: “Debe ser una responsabilidad, pero también debe ser un juego. La producción de un disco debe ser una experiencia interesante para todos los que están ahí”. Agrega: “Para lograr ciertas cosas uno debe confrontarse incluso con ideas que no son las acertadas, saber capitalizar eso, sobre todo, cuando se cruza por caminos no tendidos. Melero continúa: No creo que la duda sea una jactancia intelectual a la hora de estar en el estudio, sino un camino para aprovechar, para encontrar nuevas resoluciones”.
Supernatural, el nuevo álbum de Daniel Melero, concentra la experiencia adquirida con el transcurso de los años. Desde las composiciones ambient que caracterizan el trabajo del productor, y que ahora se ven reflejadas en los temas “La puerta” y “Pequeño Aleph” hasta canciones orientadas hacia el rock y la electrónica, entre estas, el tema homónimo al disco y “Luz” –uno de los cortes con mayor peso en este álbum, por su atinada integración de elementos musicales– esta placa sólo ratifica la capacidad de reinvención del músico argentino.
“Tengo una gran pasión por lo pequeño, por lo que parece no importar. Podríamos decir que mi trayectoria habla de eso”. Melero reflexiona y señala: “Confío mucho más en la evolución fractal de algo, en una simetría de lo pequeño hacia lo gigante. Hasta el sistema político lo veo de esa manera. Aclara: “No soy de ideas. La izquierda y la derecha son perimidas, así que creo mucho más en la replicación y ampliación de modelos que parecen ínfimos”.
La búsqueda por los detalles, que invariablemente son los más significativos, y después encontrarlos, y traducirlos a la música, es una tarea que no resulta fácil, le comento. Melero dice: “Se trata de un sistema de pensamiento que es muy amplio para esta ‘criaturita’ que soy. Es grande, y me cuesta mucho manejarlo, pero que al mismo tiempo funciona, y me lleva solo”. Añade: “Es una especie de espiral en construcción (es más complejo que una espiral tal vez, reflexiona el músico), pero sinceramente, en todos los casos, si no hay una bella canción, si no hay un hermoso sonido, por más que coloque todas esta ‘ideítas’ mías, no va a suceder”.
Sobre la belleza, el músico ahonda: “La belleza y lo horrible están del mismo lado. Lo lindo y lo feo están del otro lado. La belleza se opone a lo lindo y lo horrendo se opone a lo feo. A mí me interesa eso: una bella canción, una canción que nos ponga en un lugar horrendo también. Es el primer patrimonio para que pueda ocurrir un disco”.
¿Qué pasa en este momento con el rock hecho en Argentina?, le pregunto al tiempo que comento: veo que surge una nueva generación de músicos, entre estos, Banda de Turistas, grupo con el que recientemente trabajaste en la asistencia sonora. Daniel Melero responde: “La palabra rock engloba demasiadas cosas, porque se asocia sólo por su estructura exterior, pero no tiene el contenido. Argentina ha sido generador de grandes ideas relacionadas con el rock, con una tendencia a implotar más que explotar. Mi banda favorita, dentro de lo que podríamos denominar rock, está a punto de grabar disco, lo haremos pronto: el grupo se llama Guerra de Almohadas”.
Sobre Banda de Turistas menciona: “Me parece que tiene muchas posibilidades, aunque tiene la desventaja de ser muy agradable. Pienso que el grupo tendrá que cotejar con eso”. Desde su experiencia, el productor opina: “El gran desafío está por venir para ellos. No lo han afrontado todavía. Los aprecio como personas, también a muchas de sus ideas musicales, pero hay cierto encaje que se les quiere dar, y me parece que lo están aceptando muy fácilmente”.
“Recomiendo a Shaman y los Hombres en Llamas”, apunta Melero. Agrega: “Trabajé como productor en su disco. Para mí Shaman representa un artista íntegro y diferente. Cuando lo conocí, él me dijo que combinada a Violeta Parra con Syd Barrett, y ese coctel fue tan imposible de imaginar, y tan maravilloso al mismo tiempo”.
Daniel Melero dice sentirse como un Frankenstein, refiriéndose a sus influencias musicales. Desde Brian Eno hasta Bukka White, este músico, compositor y productor señala que actualmente la música recupera su teatralidad, esto debido a la crisis que enfrenta la industria en cuestión. Pero, más allá de esto, Melero indica que en las canciones se encuentra un acto de resignificación.
“Con el tiempo he comprendido que las revoluciones son un gesto estereotipado, que sólo conducen al statu quo, y que el cambio es lo importante. Tal vez ese cambio paulatino ahora se está graficando de mayor modo. La verdad que en los últimos dos años me empezó a tomar por sorpresa, y eso también ha cambiado la escala de la responsabilidad que siento alrededor de cada disco. Sé lo minucioso y lo detallado que ha sido cada emprendimiento, pero ahora siento que es una columna que tiene que saber sostenerse, para que pueda seguir apoyando otras cosas que vienen arriba. Y sí, siento responsabilidad… pero no el peso que sentiría la columna. Siento libertad al mismo tiempo, y sigo dispuesto a ejercerla”.

Artículo anteriorSofía Carrillo
Artículo siguienteTonalá