Tubac el arte contra la ignominia

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Estados Unidos es un país de contrastes. A la vez que un caldo de cultivo social y artístico, es una prisión hasta para sus propios habitantes, con leyes represoras y, al mismo tiempo, ejemplares. Su Constitución ha sido elogiada (e imitada) desde su creación, el 17 de septiembre de 1787. En su preámbulo declara: “Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, afirmar la tranquilidad interior, proveer la Defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad, estatuimos y sancionamos esta Constitución para los Estados Unidos de América.”.
Pero la historia discriminatoria de la Unión Americana es añeja. Ahora mismo se libra una nueva batalla frontal en Arizona, que, todos sabemos, establece una ley en contra de quienes han realizado una formidable labor para el engrandecimiento de este estado y de toda la nación: los mexicanos. Muchos de ellos comenzaron su éxodo hacia esas tierras desde el siglo XIX, cuando los territorios de Texas, Arizona y la Alta California se “desprendieron” del mapa mexicano. Desde entonces la frontera entre ambos países se volvió un delicado espacio, donde han muerto muchas personas en su intento por cruzarla…
En contraste con esa historia, hay en Arizona una isla. Un manantial que es reflejo de los contrastes. Se llama Tubac.
Aunque ahora el pequeño poblado es un espacio para artistas, donde se convive de la mejor manera, en su establecimiento, en 1752, no fue así. Todavía con el dominio de los españoles, fue un presidio. Fue —y quizás siga siéndolo— un Camino Real entre este territorio y los antiguos establecimientos gachupines dentro de California. Era, literalmente, una de las “paradas” donde se podía guarecer el caminante. Según las crónicas más antiguas del lugar, uno de los residentes españoles más famosos fue Juan Bautista de Anza, quien construyó la capilla de Papá Noel Gertrudis, cuyos cimientos sobreviven hoy bajo la Iglesia de Ana.
Tubac, antigua guarnición española y presidio correccional, cuyo nombre antiguo sufrió una corrupción hasta llegar a esta denominación, significaba “aguas negras” o “aguas bajas”, y durante el siglo diecinueve fue repoblado por mineros, granjeros y rancheros de la región, pero hoy lo que hay, en todo caso, son pintores y artesanos. Y un sinfín de galerías y cafés y tiendas de arte. Es Tubac, una colonia de artistas (un censo realizado en el año 2000 reportó que había 949 personas, 481 casas, y 303 familias que residían en el Condado). Se está bien en el lugar. Se respira tranquilidad y una excelente convivencia. Que contrasta con la realidad arizoniana actual. Nosotros pasamos unas horas allí el pasado 22 de febrero, después de visitar Tombstone y Bisbee, y lo pasamos de lo mejor. Sus visitantes eran, pudimos ver, sobre todo grupos de ancianos.
Es una isla, nos dijimos, pero al salir rumbo a Tucson, a pocos kilómetros de Tubac, nos encontramos con un retén. Nos exigieron un alto total. Nos pidieron documentos y demandaron (con cierta amabilidad) explicaciones, como si se tratara de una garita interna en el territorio. Como habíamos rentado un vehículo para nuestro traslado, pidieron el permiso de tránsito, el hecho me recordó a la antigua historia española de 1700. Como no fue suficiente, y sus miradas comenzaron a ser inquisidoras, tuve que mostrar mis credenciales de reportero y, mi mujer, la de funcionaria del gobierno. Entonces nos dejaron pasar y fuimos hacia Tucson.
Una nota (del 16 de julio pasado), afirma el recrudecimiento de la realidad: “La presencia del retén molesta a residentes y dueños de negocios de Tubac, que no comparten las mismas ideas de la Patrulla Fronteriza. Debido al retén, los traficantes están cruzando ahora por nuestra comunidad, para evitar ser inspeccionados”, dijo a la agencia EFE, John White, residente de Tubac. White, de 44 años, considera que el trabajo de la Patrulla Fronteriza es frenar el cruce de indocumentados y de drogas en la frontera y no a 26 millas al norte de ésta. Agregó que los traficantes de indocumentados prácticamente están “tirando” a los indocumentados en los patios de sus casas, para que éstos crucen esta área a pie y luego ser recogidos una vez que hayan pasado el punto de inspección.
Nada ha cambiado desde nuestra visita.

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