Mercado negro de medicinas

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“¿Buscas alguna medicina? ¿Qué necesita, amigo?”, pregunta un hombre que, junto con una docena de vendedores de medicamentos de muestra, caminan hasta los clientes potenciales que transitan por Pedro Loza esquina con Hospital.
—¿Tendrá estas? —pregunto mientras le entrego un papel con el nombre escrito de Kaletra ritonavir, Abacavir y Zinovedina.
—No, no los conozco. ¿Tú los tienes? —cuestiona a otro vendedor parado junto a él, que también acecha en la misma esquina.
—No. ¿Para que sirven? —contesta mientras dirige su mirada al reportero.
—Para el sida. Tengo un amigo que los necesita, y me interesa saber si los puede conseguir aquí y a qué precio.
—Déjame ver si alguien los conoce. Toma el papel y se adentra en Pedro Loza. Consulta a uno de sus compañeros sentado en los escalones de afuera de las casas que sirven como bodega para el negocio. Mientras pregunta a sus “socios”, camino hasta encontrarme con él.
—Va a estar cabrón. Tampoco él las conoce. Déjame ver si aquí enfrente. Cruza la calle y camina hacia una pequeña farmacia con rejas en la fachada. Regresa en menos de un par de minutos.
—Sí las tiene, pero me dice que ya caducaron. No, no hay nada.
—Por lo menos quiero que me diga cuánto cuestan. Mi cuate necesita saber si puede comprarlas o no.
—Son caras. Aquí están en dos mil, pero no las vas a encontrar en menos de cuatro mil. Si tu cuate no tiene dinero, mejor que muera, porque le saldrá más barato pagar el funeral que comprar el chingo de pastillas que necesita.

El cliente no tiene la razón
La gente que va a adquirir sus medicamentos en las calles aledañas al Santuario y el hospital civil “solo está comprando riesgos” o, en el mejor de los casos, un producto que “carece de efectos terapéuticos”. Incluso podría “agravar sus síntomas”, asevera el doctor Ernesto Cisneros Madrid, jefe del Departamento de Insumos para La Salud, de la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ).
Agrega que el paciente, aunque puede sentir que consume un “medicamento” benéfico, en realidad no obtiene ninguna ayuda.
“Los medicamentos son delicados, pues deben ser conservados en sitios y temperaturas especiales. Ese tipo de productos están dañados por el intenso calor a que son sometidos por permanecer largo tiempo en las cajuelas de los automóviles de los vendedores, por el agua o la humedad de las casas donde permanecen guardados.
“Hablamos de un producto basura. En realidad, esos tipos solo tienen interés en vender. En el acta de defunción aparecerá que consumió el medicamento preescrito, pero nunca que tomó una inocua muestra médica”.
Subraya que en materia de salud, “el cliente no tiene la razón”, pues el paciente no debe recibir el medicamento que quiera, sino aquel que necesita.

Violación reiterada
Cisneros Madrid afirma que la SSJ ha realizado diversas acciones para combatir el mercado negro y regular a las decenas de personas que construyeron un modus vivendi con base en la comercialización de las muestras médicas.
Relata que durante los operativos realizados por la Comisión Federal de Protección (PFP) contra delitos sanitarios, primero en 2003 y luego en 2004, decomisaron 22 y 24 toneladas de medicamentos en la zona aledaña al hospital civil.
El motivo de estos operativos radica en que “las muestras médicas representan un riesgo a la salud, sobre todo porque ignoramos en qué condiciones adquieren los fármacos y como los manejan”.
Desde hace dos años, luego del primer operativo, los comerciantes de medicamentos “vinieron con nosotros. Reclamaron, recolectaron un montón de firmas y expresaron sus quejas por el hecho de que los hostigáramos. Sin embargo, luego nos pidieron una nueva oportunidad para hacer bien las cosas”.
La SSJ planteó a este grupo una opción para establecerse de manera formal y vender genéricos intercambiables, medicamentos que son más económicos.
Instalaron sus farmacias, “pero luego los inspectores detectaron en estos establecimientos muebles con dobles fondos y muros falsos. Es decir, siguieron vendiendo muestras médicas, pero dentro de sus negocios”.

Mercado negro
Luego de la intervención de la PFP en contra de los establecimientos ubicados en los alrededores del Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”, los dueños del mercado negro de medicamentos cambiaron sus estrategias.
Ahora tienen una red bien organizada, con modernos aparatos de comunicación, teléfonos celulares, vendedores ambulantes que interceptan a los clientes y cuyos productos transportan en bicicleta, método que permite evadir la posible acción de las autoridades.
A Alcalde, Pedro Loza,Artea-
ga, González Ortega, Hospital y Eulogio Parra llegan diario decenas de clientes, lo mismo a pie que en automóvil. Todos buscan un alivio y menores precios de los fármacos.
“La situación está difícil”, dice un hombre de corbata que baja de un automóvil, y que después de preguntar a una media docena de vendedores y visitar diversas farmacias, abandona el sitio porque no encontró Autrín, Dicni y Provicar. “Las dos primeras son para embarazadas, y el otro, vitaminas para mi hijo”.
Una mujer que lleva a su pequeño de la mano explica que ha comprado medicamentos en la zona durante 13 años. “La tienda más antigua está en Hospital, a un costado del hospital civil viejo”.
—¿Qué tipo de medicinas venden aquí?
—Muestras a mitad de precio y genéricos o similares a mejor costo. En comparación con otros lados, están como 60 o 70 por ciento más baratas. Compárelo. En las farmacias Guadalajara valen el doble. ¿Cómo le hace uno?

Falta de un marco legal
Cisneros Madrid explica que la SSJ no ha podido tener un adecuado control del mercado negro de las medicinas, “porque el artículo 257 de la Ley general de salud solo menciona las formalidades requeridas para hacer una visita de verificación”.
“Esta actividad va encaminada a establecimientos con nombre y domicilio, algo que imposibilita agarrar a personas que viajan en bicicleta, con el objetivo de esculcarlos y ver si traen o van a vender un medicamento”.
Dice que buscarán reformas a la Ley general de salud, sobre todo para prohibir la producción y distribución indiscriminada de muestras médicas y de los originales de obsequio.
“La ley beneficia al laboratorio, porque puede fabricar todas las muestras médicas que quiera, sin que deba informar cuántas hizo y dónde las colocó”.
En un principio esta medida fue vista con buenos ojos, porque tenía un beneficio para la gente de escasos recursos, pero cuando esto quedó distorsionado y el laboratorio perdió el control de sus productos, entonces resultó claro que había más perjuicio que beneficio.
“Por esto hacemos un llamado a la población para que se sume a los esfuerzos realizados por la SSJ, ya que son para beneficio de las personas”.

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