Mario Gerardo Cervantes Medina

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Las causas sociales representan uno de los estandartes de Mario Gerardo Cervantes Medina, ya que desde los 14 años participa como activista y está convencido que los académicos deben actuar con estos mismos ideales en diversos espacios, además de las aulas.

El especialista en jóvenes y nuevas tecnologías, adscrito al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), tiene más de 22 años en la Universidad de Guadalajara. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel I y ha coordinado cinco libros. Fue uno de los impulsores de la Cátedra UNESCO de la Juventud en la UdeG, que en marzo de 2017 cumplirá cuatro años de labores.

Cervantes Medina, abogado de profesión y con varios posgrados, entre los cuales destacan los doctorados en Derecho y en Ciencias Sociales, recibió el premio Francisco Tenamaxtli, en diciembre pasado, por parte del Consejo Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) en la categoría de desarrollo social y comunitario.

¿Cuál es tu sentir respecto al reconocimiento?
Es una gran satisfacción que se reconozcan las luchas sociales, porque finalmente uno como profesor, académico e investigador, desde la academia intenta hacer algo, pero habemos quienes nos involucrarnos en causas sociales o en proyectos de intervención comunitaria. Quiero pensar que el premio fue otorgado en función a los cuatro años que estuvimos en contra del nitroducto, instalación industrial que pretendían construir al sur de Guadalajara por parte de la empresa Union Carbide, y que causó el peor desastre industrial en la historia, en Bophal, India. En esa lucha estuvo la Unión de Colonos del Sur, colaboró la UdeG y logramos que no fuera instalado. Entonces, dedico este premio al movimiento popular, colegas y vecinos del sur de la ciudad.

¿Cuántos años tienes en la defensa estudiantil, ambiental y de derechos humanos?

Estudié en la Escuela secundaria técnica número 14 y veía que mis vecinos de la Escuela número 6 para mujeres y la 10 mixta, tenían elecciones, había democracia y representación estudiantil, pero nosotros no teníamos una organización que defendiera nuestros derechos. Desde entonces te va cayendo el veinte. Vas entendiendo que hay injusticias, que siempre habrá obstáculos puestos por gente que tiene poder; que hay corrupción, que hay derechos que pelear. De 1981 a la fecha he participado en la defensa de causas sociales. Es un poco el ir y venir entre la academia y las causas, como el Lago de Chapala, el Bosque La Primavera, el Bosque Los Colomos y otras causas nacionales. Además, en una de las reformas de bachillerato propusieron la inclusión de materias de Ecología y de Educación Ambiental. Eso significa que hay un compromiso de los académicos de no quedarnos con la teoría. Tengo dos maestrías, dos doctorados, un postdoctorado. De qué sirve estudiar y aprender y conocer todo, si no lo estás llevando a la práctica o creas conciencia en otras personas.

¿Cuál es el balance de la protección de los derechos humanos en México?
Faltan políticas públicas que tomen en cuenta los derechos humanos. Al exterior vamos, firmamos, estamos en la ONU, estamos en todos los organismos internacionales, entramos a las convenciones internacionales por los derechos de los adultos mayores, de las personas con alguna discapacidad, pero al interior del país esto no baja. Vemos en procuración y administración de justicia la gran carencia que existe de capacitar en materia de derechos humanos a los funcionarios. En el rubro que sea, en los tres niveles de gobierno tenemos mucho qué deber en el reconocimiento pleno de los derechos humanos.

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