Luis Osvaldo Maira Aguirre

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La figura de Luis Osvaldo Maira Aguirre (Santiago, 9 de agosto de 1940) tiene mucho que ver con México. No solamente porque en este país fue embajador de Chile de 1997 hasta 2003, sino porque aquí encontró asilo político cuando en 1973, con el golpe de Estado cometido por Pinochet, tuvo que optar por el exilio, siendo uno de los hombres más buscados por el régimen.
En México vivió en total 11 años, y, aparte de seis años como diplomático, fue profesor de la UNAM y uno de los fundadores del Centro de Investigaciones Económicas (CIDE), de la Ciudad de México. Ministro de Planificación y Cooperación, embajador en Argentina, secretario general del Partido Socialista chileno, Maira Aguirre es un personaje relevante de la política latinoamericana, misma que es el objeto de sus análisis y publicaciones académicas. Esto lo trajo a Guadalajara, donde, invitado por la UdeG, dictó una conferencia sobre políticas exteriores subnacionales e impartió un diplomado sobre el mismo tema para los estudiantes de esta casa de estudios.

¿Qué se entiende por políticas subnacionales en el contexto latinoamericano?
Al mismo tiempo que se crean políticas exteriores centralizadas, desde los 80, pero acentuadamente en la posguerra fría, se empiezan a reconocer políticas exteriores a los actores internos de los Estados, actores subnacionales que en México se llaman estados de la unión, y que en otros lados se llaman regiones, provincias o comunidades autónomas. Son entidades definidas en su frontera, en su competencia, en su autoridad, que pasan a tener algunos componentes de la política exterior que el Estado nacional descentraliza.

¿Cuáles son estos componentes?
Primero los temas económicos. Todos los Estados quieren tener más inversión extranjera y más proyectos productivos. Salen al mundo a promover su realidad y a buscar actores con capital que vengan e inviertan. El segundo gran tema es el fomento de las exportaciones subnacionales. Cada estado tiene su propia canasta de exportadores, sus productos que manda al mundo, y además su imagen y sus símbolos, que puede exportar. Tercero: los temas de la cooperación académica. Un estado tiene su propia cultura y su propio sistema universitario, que cuenta con redes y trabaja en el mundo.

¿Esta descentralización en qué consiste y a qué se debe?
Es un traspaso que hace el Estado nacional a los estados de la unión para que hagan cosas que pueden realizar mejor, porque le son más cercanas, complementarias y refuerzan la política exterior nacional, por lo que se establecen acuerdos para que los estados manejen directamente y promuevan esas actividades.

En su libro habla de colaboraciones transnacionales fronterizas, y lleva el ejemplo de la colaboración entre Argentina y Chile: ¿cómo es este modelo y cómo se podría aplicar a México?
La forma más fácil y más práctica de hacer integración subnacional, es transfronteriza. Cuando hay dos países que tienen una frontera y comunidades que están viviendo de uno y otro lado, nacen de modo casi espontáneo intereses compartidos. Esto pasa en el caso argentino y chileno, que tienen la frontera más extensa del continente: 5 mil 550 kilómetros. México tiene otro cuadro. Tiene una frontera de 3 mil 200 kilómetros con el país más rico del mundo. Yo he dicho muchas veces que no es la frontera entre dos países, sino entre dos mundos. Por lo que hay otros tipos de colaboraciones económicas, y así surgió la maquila, que es parte de un proceso productivo que facilita más empleo en México y un costo más bajo de la mano de obra para los empresarios estadounidenses.

¿También la migración entra en ese proceso?
Es otro fenómeno subnacional. Los mexicanos van teniendo una presencia cada vez mayor en Estados Unidos, y se van avecindando en el lugar al que llegaron. En el último censo norteamericano se establece que hay 45 millones de hispanos, y más de la mitad son mexicanos. Esto origina para los estados mexicanos la necesidad de una política hacia su comunidad de migrantes: transmitirle la cultura mexicana, darle apoyo, que manden remesas. Esto es un colchón para México, porque aquí llegó a haber, antes de la crisis de 2008, 25 mil millones de dólares en remesas. Era la segunda fuente de divisa del país después del petróleo.

Este es un fenómeno que se está dando casi espontáneamente a nivel social y económico, y la política ¿cómo puede entrar en este proceso?
La política, tanto a nivel nacional como subnacional, tiene un reto. Su tarea es facilitar este proceso y hacer que un Estado y su población tengan ventajas de este nuevo fenómeno. Cada espacio subnacional tiene sus propias características y puede tener su propio proyecto. Viendo este proceso en forma dinámica, se trata de pensar a México en torno a 31 realidades subnacionales, y ver cómo cada uno de ellas puede sacar las mejores ventajas de tener con el mundo, en los espacios que le convenga, una mejor relación en todos los ámbitos.

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