Las consecuencias del tabaquismo

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El 31 de mayo fue celebrada una edición más del Día mundial sin tabaco, establecido desde 1987 por la Asamblea Mundial de la Salud, con la finalidad de concientizar a la población sobre los riesgos generados por el uso de este producto e invitar a los gobiernos a promover políticas eficaces que contribuyan a la reducción del mismo.

Conviene recordar que del tabaquismo se derivan padecimientos que en su conjunto constituyen un grave problema de salud pública, porque entre otras consecuencias, reducen la calidad de vida de los consumidores, incrementan significativamente el gasto personal, no sólo por la adquisición de tabaco y su precio, sino por el costo que representa el tratamiento de los padecimientos derivados de la adicción.

Como prueba de lo anterior, la Organización Mundial de la Salud reporta que el consumo de tabaco cuesta a la economía mundial 200 mil millones de dólares anuales, y agrega que a pesar de ser la principal causa prevenible de defunción en el mundo, cada año mueren cerca de seis millones de personas a consecuencia del tabaquismo, de las cuales, más de 600 mil corresponden a fumadores pasivos1.

Para el caso de nuestro país, el impacto económico que representa el consumo de tabaco para el sistema nacional de salud asciende a los 45 mil millones de pesos2, mientras que la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012, revela que el tabaquismo ocasiona más de 60 mil muertes al año3.

Para este año, la Organización Mundial de la Salud y sus organismos asociados, hacen un atento llamado a todos los países para que aumenten los impuestos al tabaco como estrategia para contrarrestar su consumo. Esta medida encuentra justificación en el hecho de que casi el 80 por ciento de los fumadores que hay en el mundo viven en países en desarrollo4, donde sus ingresos económicos son bajos o medios, y por lo tanto, al aumentar el costo de la cajetilla de cigarros, por ejemplo, la posibilidad para seguirlos adquiriendo será cada vez menor. Sin embargo, habrá que evaluar la eficacia de una estrategia como esta en la disminución del número de fumadores.

En este sentido el Atlas de tabaco (2012) señala que en nuestro país el consumo de cigarros es poco costeable respecto al ingreso promedio de los mexicanos. No obstante, la Encuesta nacional de ingresos y gastos en los hogares (ENIGH) 2010, reporta que son precisamente los hogares de menor ingreso los que más gastan en tabaco, mientras que aquellos con los ingresos más altos destinan menos dinero al gasto de este producto5.

Es importante mencionar que la última edición de la Encuesta nacional de adicciones (2011) señala que prácticamente el 85 por ciento de los fumadores activos iniciaron su consumo antes de cumplir la mayoría de edad6, lo que indica que el consumo de tabaco desde edades tempranas derivará en un problema mayor de carácter público, por las afectaciones producidas a la salud y la economía de millones de personas. No es menor el efecto que lo anterior produce en las instituciones de salud, mismas que también pagan un alto costo por atender las consecuencias derivadas del uso y abuso del tabaco, que debemos reconocer como adicción, y como tal debe tratarse.

La prevención es la estrategia más importante para evitar el tabaquismo, por lo que no bastan las acciones para incrementar los impuestos a su consumo, ni las restricciones publicitarias a la industria tabacalera. Es indispensable continuar e incrementar las campañas en los medios de comunicación, en las instituciones educativas y las organizaciones sociales, para crear una verdadera conciencia sobre los riesgos que se corren al fumar, a la vez que brindar atención a quienes desafortunadamente ya son víctimas del hábito del tabaco.

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