La medida de un diputado

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Aunque las instituciones operen sus propios mecanismos de evaluación, en especial de productividad, como en el caso de los diputados locales, todas las apreciaciones sobre el trabajo de funcionarios y representantes deben ser bienvenidas, siempre y cuando provengan de organismos vinculados a la sociedad.
El estudio más reciente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), delegación Jalisco, sobre el trabajo de los diputados de la legislatura local, no debe pasar desapercibido ni ser la única óptica con la cual se critique a los representantes, quienes no han sido pródigos en iniciativas, trabajo, productividad, pero más importante que eso, en desempeño, opina el investigador universitario Jorge Alatorre.
Entrevistado en el buró de consultores de la vicerrectoría de la Universidad de Guadalajara (UdeG), el politólogo dice que los diputados no son “una fábrica de leyes”, sino que tienen también otras importantes funciones. “Una es participar en el debate del marco legal que nos rige. Un poder importante del Legislativo es funcionar como contrapeso del Ejecutivo, y aquí, cada vez que funcionan como contrapeso para bien o para mal, se les critica y se les llama bloqueadores. Otra es verificar el accionar del Judicial”.
Alatorre agrega que si se evalúa a los diputados solo por la cantidad de iniciativas que presentan, no será una evaluación completa, sino parcial. “El mejor diputado no es el que más incurre en una diarrea legislativa. Lo que sí queda claro es que los diputados no están acostumbrados a que se les llame la atención, y ante el más mínimo asomo de esto, todos respingan”.
De ahí que la sociedad desarrolle metodologías para evaluar en su conjunto, y que además haga ese ejercicio y lo aplique como una facultad que posee. “Lo puede hacer la Coparmex y también un organismo obrero, un organismo de educación superior y de ciudadanos o de vecinos, porque a fin de cuentas, los diputados están para servir a todos los ciudadanos”.
El investigador sugiere que los ciudadanos deben estar conscientes de que es una facultad propia valorar a los poderes públicos y a sus representantes. Hasta se podría asegurar que es su obligación hacerlo, pues cuando estos mecanismos no son llevados a cabo, se padece el nivel de los servidores públicos con el que, por fuerza, se conforma la sociedad.
Añade que es importante que se confronte la rendición de cuentas en forma horizontal, tanto de organismos públicos como privados, para “que todos nos estemos vigilando, con el objetivo de mejorar los resultados”.
Aunque las evaluaciones de la Coparmex no son nuevas, Alatorre dice que las responsabilidades cívicas deben ser asumidas por más ciudadanos, y si estos son colegiados, mejor. Solo evaluar el desempeño por iniciativas, por número de intervenciones en tribuna o por pifias superficiales de los diputados “puede ser muy fácil, porque son indefendibles”, pero si en forma sistemática y permanente se crean inventivas sólidas para valorar el trabajo de las instituciones públicas, se puede llegar a pensar en un eventual mejor desempeño de estas.

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