Homenaje a Julio Scherer el periodista por antonomasia

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En el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en una mesa moderada por el Rector General de la Universidad de Guadalajara, maestro Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, la escritora Elena Poniatowska; el exrector de la UNAM, doctor Juan Ramón de la Fuente; el director de la revista Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda; la periodista Carmen Aristegui y Julio Scherer Ibarra –hijo del homenajeado–, recordaron al reportero por antonomasia, pero también al amigo entrañable.

Rodríguez Castañeda señaló que don Julio Scherer estuvo parado entre “el cielo y el infierno” y cruzó “la línea delgada entre lo lícito y lo ilícito” y “entre el bien y el mal” para entrevistar a delincuentes en un penal de máxima seguridad y al narcotraficante Ismael “El Mayo” Zambada, lo cual provocó que periodistas cómodos al sistema se desgarraran las vestiduras.

Elena Poniatowska reveló que la entrevista que Scherer siempre quiso hacer fue a Nelson Mandela, pero nunca lo logró. Lo describió como un personaje cuya vida completa tenía que ver con el periodismo: “Aún sin grabadora, porque en 1947 no había grabadoras, una libreta y una pluma fueron sus armas y las blandió como un fusil. Dentro de él no hubo un solo rincón libre para algo que no fuera la noticia. De sus entrevistados, Julio no quería una declaración, sino la confesión de un moribundo. Quería que le dijeran lo que no nos decimos ni a nosotros mismos”.

Su hijo, Julio Scherer Ibarra explicó que la vida del periodista homenajeado no se puede entender sin dos personajes: Susana, su esposa y “la única mujer de su vida”, y Vicente Leñero, su hermano por convicción. Recordó la entrega del doctorado Honoris causa a su padre por parte de la Universidad de Guadalajara y apuntó que el Rector General, Tonatiuh Bravo Padilla, vivió una entrañable relación de amistad con él y logró convencerlo de aceptar la distinción.

Juan Ramón de la Fuente recordó: “La independencia y la autonomía de Scherer no fueron sólo formas de realización individual, sino también un marco de resistencia al clientelismo tan frecuente en nuestro país”.

Carmen Aristegui explicó que Scherer es para ella y para todos los que ejercen el periodismo el ejemplo a seguir y el deber ser. Lamentó que a México le hagan falta tres figuras indispensables: Miguel Ángel Granados Chapa, Vicente Leñero y don Julio, a quien describió como “el periodista por antonomasia”.

“Arrancó Julio, a cada uno de sus personajes, pedazos de su historia. Describió detalles que podían parecer nimios y con las gratas revelaciones, con destreza, con inteligencia, con pasión por su oficio, Scherer fue bordeando todos los caminos. Siempre. Nunca paró. Aun cuando dejó la dirección de Proceso, su actividad y su garra por escribir lo llevaron a hacer varios libros. Fue a las cárceles, buscó a delincuentes, a niños sicarios. Escribió sobre los Fox, sobre Calderón, sobre el imperio de los Salinas”, concluyó Aristegui entre aplausos.

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