Hambre a pesar de las buenas cosechas

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Las cifras de la FAO son trágicas y aterradoras: cada año 40 millones de personas mueren de inanición por enfermedades derivadas de la desnutrición. Además, en todo el planeta, más de mil millones de personas sufren hambre, no sólo en los países más pobres, sino también en los más desarrollados.
De esta cantidad 640 millones viven en los países de la región Asia Pacífico, pero las condiciones más graves, están entre aquellos que habitan en alguna población de la ífrica Subsahariana donde 265 millones carecen de alimentos suficientes para sobrevivir. América Latina, con todo y su promesa de desarrollo, contabiliza 53 millones de hambrientos tanto en el campo como en las ciudades.
Tales condiciones se dan en el marco de la crisis económica mundial, y significan no únicamente un nubarrón en las expectativas de la FAO para bajar el número de personas con hambre, sino que se alejan cada vez más de las llamadas “Metas del Milenio”, marcadas por la ONU para 2030, afirma el investigador de la Universidad de Guadalajara, Roberto Hernández. “Sí, estamos ante una crisis alimentaria seria. Estas cifras nos hablan de una tragedia internacional, que muchas veces pasa desapercibida. Con el aumento de los precios hay más hambrientos y vamos para atrás. Las metas no se cumplieron. Eran a 30 años y con este número de malnutridos, no podremos ni siquiera remontar su condición en ese mismo periodo”.
Esta crisis tiene su origen no exclusivamente en la recesión económica mundial vivida durante 2008 y 2009, sino que es resultado del incremento en los precios de productos agrícolas utilizados para la elaboración de biocombustibles. Los países productores de estas materias primas acapararon lo que antes iba al mercado internacional.
El especialista en el tema asegura que también incidieron otros factores, pues países como China e India, dos de los consumidores de granos más importantes, aumentaron su demanda; al mejor el ingreso de su población y los inversionistas, al perder capital en los bienes inmuebles, buscaron ganancias invirtiendo en la producción de materias primas, propiciando la especulación.
Hernández coincide con Luis Gómez Oliver, consultor de la FAO, en que la crisis alimentaria es producto no únicamente de la escasez de alimentos en un país sino de la falta de políticas económicas eficientes para elevar el poder adquisitivo de la población.
Doctor en Economía por la Universidad de Grenoble, Francia, Gómez Oliver explica que en 2009 hubo buenas cosechas en diversas partes del mundo (15 por ciento más que en 2008), lo que provocó que un decremento de hasta 50 por ciento en los precios de granos como arroz y trigo en comparación con el año anterior.
Sin embargo, para él es difícil que esta baja de precios incida en el precio final que las personas deben pagar en su país, ya que intervienen otros sectores de trasnportación, distribución y procesamiento.
Tal es el caso de maíz en México, dice, en donde hubo disposición de suficiente grano, pero los costos de la gasolina o la producción provocaron que el pecio final de la tortilla, por ejemplo, haya subido, afectando a los bolsillos de los habitantes.
El funcionario de la ONU subrayó que para que la población tenga acceso a los alimentos básicos, influyen varios factores: la disponibilidad de granos y materia primas, la capacidad de adquirirlos, la utilización que se le da a éstos, la calidad y capacidad para procesarlos y sobre todo, la estabilidad de todos estos elementos. “Los países con más peligro de crisis alimentaria es donde se juntan todos estos factores. La situación del hambre se agrava cuando hay desempleo, porque entonces las personas no pueden adquirir lo mínimo necesario. Ahora hay disponibilidad de alimentos, lo que falta es capacidad y condiciones para adquirirlos”.
Enfatizó la necesidad que los países generen políticas para dar autonomía a las comunidades y fomentar su autogestión, más que acostumbrarlas a programas asistencialistas o paternalistas. “Las opciones de desarrollo tienen que venir de las redes sociales entre comunidades. Tiene que venir de la gente. No de manera asistencialista, sino de desarrollo más a largo plazo, para que la gente tenga capacidad de producir, adquirir sus alimentos y generar ingresos propios”.
La FAO lanzó, a escala mundial, una campaña llamada “1billionhungry” que busca sensibilizar a las personas sobre el problema del hambre y reunir al menos un millón de firmas en su sitio en internet: www.1billionhungry.org/faomexico en apoyo a una petición que busca que dicha problemática se coloque en el centro de la agenda internacional.
Gómez Oliver invitó a la gente a unirse a esta campaña visitando la página y donando su firma.

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