Fausto en escena

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Cientos de libros abiertos sobre el escenario se revuelven con golpes de aire de espíritus nerviosos. Las miles de hojas en movimiento llenan la sala de un ruido efervescente. Fausto parece enloquecer, mira en aquel espectáculo el conocimiento que anhela y el fuego de su perdición. Así se cuenta la versión escénica de Fausto, de Johann Wolfgang von Goethe, que la compañía lituana Meno Fortas presentó en el Festival Cervantino. Dirigidos por el reconocido Eimuntas Nekrosius, un total de doce actores recrean a la divinidad, al hombre y sus perversiones, sus tentaciones e infiernos. La maldad está en cada uno, Mefistófeles está dentro de lo humano, sólo Dios, por momentos, parece estar fuera.
Fausto, con las actuaciones de Vladas Bagdonas, Salvijus Trepulis (Mefistófeles), Elzbieta Latenaite (Margarita), Povilas Budrys (Dios, Wagner) y Vaidas Vilius (Espíritu, El Perro), se presentó del 28 al 30 de octubre en el Teatro Principal de Guanajuato. Los montajes de la compañía Meno Fortas, fundada en 1998, se distinguen por hacer confluir todos los elementos en el actor. Con inteligencia y sensibilidad, Nekrosius, su director, huye de los efectismos de la tecnología y los recursos multimedia que con frecuencia distraen la mirada y la emoción de los espectadores. La iluminación, la música, la escenografía y el vestuario, tienen la propiedad de acompañar, y en algunos casos, resaltar los trances de los personajes, no más.
Todos los elementos de la máquina teatral están claramente acotados frente al tremendismo de una historia como Fausto. El repertorio de Meno Fortas incluye El cantar de los cantares, basado en el poema del Antiguo Testamento, así como dos montajes inspirados en el poema Las estaciones, de Kristijonas Donelaitis y una trilogía de Shakespeare: Hamlet, Macbeth y Otelo, que han presentado en ediciones anteriores del Festival Cervantino.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, lee Fausto antes de comerse literalmente esas palabras. Luego de sacar la vista del libro se repite: “Al principio era la mente, la mente y la razón que son el origen de todo”. Ese es el pecado de Fausto. El que fuera favorito de Dios, cae en la trampa de sus propios anhelos, padece la división moral de sí mismo en Dios y Mefisto. El montaje, basado en la primera parte de la obra de Goethe, confronta al espectador consigo mismo y pone al límite la ficción y la realidad.
El trabajo de Vladas Bagdonas, el actor protagonista, es limpio, artesanal. Bagdonas da vida a un Fausto profundo en el debate, furioso en la confrontación, débil ante la duda e intenso en las pasiones. Durante las cuatro horas que dura la obra, los actores no dan tregua a un público que permanece atento, expectante, tocado por su fuerza interpretativa. La presencia actoral se concentra en la acción dramática, que puede darse en el detalle mínimo de un gesto o en coreográficos desplazamientos que desnudan las relaciones humanas. El Fausto de Meno Fortas vulnera a quien lo ve, pues lo contagia de penosas certezas.
El trabajo de esta compañía teatral expresa con claridad los conflictos de los personajes, usando como motor las personalidades de sus actores: de ahí que la puesta en escena sea tan vital. Hay una sensación orgánica en las identidades de personajes tan complejos como Dios y Mefistófeles, en el juego de espejos que viven a través de Fausto, en la apuesta del destino de la desgraciada Margarita.
El escenario –vacío de ornamentos– siempre está cargado de la energía de un hombre que no termina de caer en su propio infierno. En todo momento la atmósfera revela imágenes que poseen la verdad de la poesía. La pesadilla sicológica de Fausto aumenta gracias a elementos tan simples y efectivos como una lámpara que lo persigue, así como una serie de cuerdas que con golpes y ondulaciones, marcan el pulso agitado de su corazón.
El Fausto de Meno Fortas es el hombre de todos los tiempos, el que reconoce en el destino fatalidad, en las pasiones castigo y en el conocimiento grandes límites. El teatro de Meno Fortas revela sin pudor, la oscuridad que nos habita.

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