Energía amigable

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De los residuos de cartón, con la ayuda de levaduras y procesos químicos, es posible obtener un aceite que al transformarlo resulta en biocombustible amigable con el medio ambiente y que no compite por tierras ni cultivos para la alimentación humana, según una investigación realizada en el Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI).

Así como el ser humano se alimenta con azúcares y acumula grasas, con las levaduras ocurre algo similar: tales organismos crecen consumiendo azúcares —que en este caso provienen de residuos de cartón—, los transforman en grasa y lo almacenan. Prácticamente, es como una semilla de la cual se extraen los aceites para crear el biodiésel.

Las anteriores aportaciones son las conclusiones de estudios elaborados del 2010 al 2013 por la profesora investigadora Yolanda González García, adscrita al Departamento de Madera, Celulosa y Papel (DMCyP), quien en colaboración con académicos y alumnos de diversas carreras propusieron el uso de residuos de cartón como fuente de carbono, en respuesta a una convocatoria sobre sustentabilidad energética lanzada por la Secretaría de Energía, que en conjunto con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) aprobaron y financiaron.

En la actualidad, el aceite para biodiésel proviene de cultivos oleaginosos, es decir plantas como la soja, el girasol y la palma, pero también de otros como el maíz. No obstante, para lograr el abasto de tales fuentes de lípidos (moléculas compuestas principalmente de ácidos grasos) se requiere su siembra, lo que compite con la alimentación humana, de ahí el interés en buscar una fuente de lípidos renovables.

Proceso y resultados
Para transformarlo en aceite se requiere que el material celulósico reciba un proceso químico denominado hidrólisis, a fin de romper su estructura para obtener azúcares simples, principalmente glucosa, con los que alimentan a levaduras como la Rhodotorula glutinis, que puede acumular hasta 70 por ciento de su peso en forma de grasa, agregó la académica de la UdeG y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel I.

Estudios previos realizados en otras instituciones reportan que la levadura se puede alimentar de diversos residuos, pero en el DMCyP propusieron el cartón, insumo que no había sido estudiado anteriormente para este fin.

Uno de los retos del proyecto fue determinar la factibilidad del crecimiento del microorganismo en el hidrolizado, ya que cuando se trata de forma química el cartón libera compuestos que pueden inhibirlo, pero la levadura fue tolerante, explicó González García.

“La conclusión es que el residuo de cartón puede ser hidrolizado eficientemente para obtener azúcares, y la levadura puede usar estos azucares para almacenar grasa o aceite, y este último puede ser utilizado como biodiésel”. El biocombustible es de tercera generación, es decir, procede de biomasa microbiana obtenida, en este caso, a partir de azúcares.

La experta dijo que algunos países o regiones emplean el biodiésel, como Estados Unidos y Europa, y su mercado interno es de tres a 5 por ciento, por lo que sigue prevaleciendo el consumo de combustibles fósiles, y más en México, cuyo consumo es nulo, a pesar de que estas opciones son renovables y generan menos contaminantes.

Enfatizó que “vale la pena seguir invirtiendo en investigación básica para conocer el efecto de muchos factores en la obtención de estos aceites y en la producción de biodiesel para manejarlos y lograr una factibilidad técnica”.

Y concluyó: “Se puede generar un mercado y llegar a una sustentabilidad con fuentes de biodiésel, tanto de plantas, de grasa de animales, aceites usados, microalgas, levaduras; todas son alternativas que al final de cuentas podrían satisfacer un mercado con base en productos biológicos”.

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