El doctor que baila el vals

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En el juramento de Hipócrates deberían agregar algo más: “Tendrá que bailar vals”. Ofrecer ese baile a una chica con cáncer, ser un chambelán en los pasillos del hospital, convertir la sala de espera en un lugar para partir el pastel. Dejar que el maquillista pase y ponga linda a esa muchacha para el día de sus quince, que se le permita festejar ahí en la que ha sido su casa, con su otra familia: médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, y otros niños y niños con cáncer.

Fiel a ese hipotético juramento, el doctor Fernando Sánchez Zubieta agrega aún más cualidades al trabajo que realiza en el Servicio de Hematología y Oncología Pediátrica, que su equipo admira y sus pacientes, agradecen que haga del piso 7 del Hospital Civil una casa, una familia.

La doctora Xóchitl García, médico adscrita al servicio de hemato-oncología, conoce a Sánchez Zubieta desde que ella era residente. Al concluir sus estudios de medicina prometió: “A aquel que me enseñó este arte lo estimaré lo mismo que a mis padres”. Ahora, admira a ese “gran ser humano” que demuestra que ser médico es más que llevar una bata blanca.

“Cuando ves que tu jefe de servicio está integrado y sabe que lo más importante es que un niño con cáncer siga adelante, ver que se desvela, trabaja horas extras, deja de hacer cosas personales para que esto funcione, definitivamente todos nosotros nos contagiamos de esa energía”, dice.

Más que un médico

La mamá de Regina sale del área de terapia intensiva. Su hija desde abril recibe tratamiento en la Unidad. Al escuchar las palabras del doctor Fernando sintió que la nube gris, que en un primer momento la envolvió, se iba desvaneciendo. “Al principio fue la no aceptación, cuando me expuso que la niña tenía leucemia, yo decía, no es cierto, ella sólo tiene fiebre y una infección”. El doctor Fernando fue realista, pero esperanzador: “Me dijo que no tuviera miedo, que mi hija se iba a recuperar, que había riesgo, que tuviera fe y que iniciáramos con el tratamiento. Que el 75 por ciento de niños con leucemia es curable”.

La jefa de enfermeras Cecilia Ruelas Quintero, llegó hace tres años a ese piso que ella bautizó como “el piso perfecto”. “Se casó con esta especialidad. Son pocos los doctores que se involucran así como lo hace él”, dice con respecto a Sánchez Zubieta.

La trabajadora social Reina Verónica García, sin dudarlo, dice que el doctor Fernando hizo que esa unidad funcionara: “Es una persona muy humana, muy servicial, entrega su corazón a sus niños y a su personal. Si en sus manos está, nos da lo que necesitamos”, agrega emocionada, y remata: “Sabe ser gente con la gente”.

Aquella quinceañera disfrutó del vals, partió el pastel, se puso la zapatilla y festejó en un espacio donde todos los días, aún con diagnósticos complicados y adversos, el jefe de la Unidad de Oncología, Fernando Sánchez Zubieta, integra una familia que él quiere, cuida y protege.

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