Del huerto orgánico a la mesa

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    En la última década el consumo de alimentos orgánicos ha repuntado como una tendencia. Se dice que es producto de la mercadotecnia, pero poco a poco se ha ido asentando dentro de la sociedad actual como una realidad cada vez más accesible y necesaria.

    En un principio estos alimentos eran comercializados, casi en su mayoría, por las grandes marcas de supermercados en el ámbito mundial, los cuales están dirigidos a los altos estratos sociales, pero conforme la tendencia se convierte en una realidad, el consumo de estos alimentos ha creado un nuevo nicho en los agronegocios.

    Por eso el Centro Universitario de los Altos (CUAltos) ha comenzado a cosechar en su huerto ocho tipos de vegetales utilizados para el abastecimiento del Laboratorio de Servicios Alimenticios.

    Este proyecto pretende ser un área de experimentación integral que involucra a alumnos de siete carreras, como Agroindustrias y Nutrición, principales ejes de la propuesta. La misma busca que los egresados cuenten con competencias y aptitudes acordes a las nuevas tendencias de consumo del mercado alimenticio, así como la capacitación de los pequeños y medianos productores, con miras a que los egresados los orienten hacia el cambio de lógica de producción y comercialización de sus productos.  

    Los índices que ha arrojado este proyecto muestran que, aunque lo orgánico se maneja como un producto más costoso, en el ámbito local es posible reducir los costos hasta un 60 por ciento, porque la producción de materia prima y la distribución y comercialización son accesibles, explicó Marco Antonio Berger García, jefe del Departamento de Estudios Organizacionales, quien evalúa las condiciones económicas del proyecto.

    “En México este nuevo nicho aún no está claro, y la variable fundamental que explica por qué no, es el nivel de información respecto a lo que consumimos. Todo lo ‘ecoetiquetado’ tiene que ver con el nivel adquisitivo y la educación, que van en paralelo. En países donde esto comenzó, Estados Unidos o algunos de Europa, el consumidor es más demandante, porque ve los beneficios y está dispuesto a pagar. En México tenemos que avanzar mucho en esas etiquetas, por un lado, y también en la educación ambiental y del consumidor, para saber qué es exactamente lo que estamos consumiendo”.

    La encargada del Laboratorio de Servicios Alimenticios del CUAltos, Yanet Alvarado González, comentó que “ahora que contamos con el Distintivo H, estamos tratando de tener productos cien por ciento naturales. Los residuos orgánicos de aquí son utilizados para hacer composta. Se produce lechuga, pepino, jitomate, morrón, fresas, zanahorias, entre otros”.

    Según Alvarado González, las dinámicas de consumo sí han cambiado desde que el Laboratorio implementó la barra de ensaladas: “Fueron muy bien aceptadas por los alumnos y prefieren más los vegetales frescos que guisados. Tienen la opción de elegir ingredientes. Hace falta promover que son vegetales orgánicos y sería bueno que sepan que consumen algo elaborado aquí”.

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