Apostarle al conocimiento

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Aun cuando muy pocas naciones del planeta desarrollan la ciencia, todos pueden beneficiarse de sus productos. Así, el denominado “tercer mundo” aprovecha los anestésicos, aviones, computadoras, plásticos, cámaras de cine y refrigeradores que inventó el primero.
Los vemos surgir como productos de la investigación, pero enseguida desplazan a nuestra industria, dejan sin trabajo a nuestra gente, se llevan nuestro dinero fuera del país. Entonces el tercer mundo reacciona y decide entrarle a la ciencia. Pero cuando el tercermundista mira desde lejos la ciencia practicada en el primer mundo, solo ve la “investigación aplicada” que produce maravillas, mientras que en su propio país solo ve estudiosos que malgastan tiempo y recursos en “investigación básica”. No advierte que la investigación es un producto de la ciencia: la investigación la producen unos cuantos miles de personas entrenadas y equipadas para generar datos y conocimientos; la ciencia depende de la visión del mundo que posee una parte suficientemente poderosa de la sociedad.
Es común que al referirnos a la divulgación la reduzcamos a “explicar en fácil” o, dicho de manera más pretenciosa, a “traducir” el lenguaje científico a términos coloquiales. La verdad es que toda la comunicación en este sector es de divulgación.
Cuando un investigador publica sus resultados, suele hacerlo en un lenguaje especializado, intrincado y lleno de nociones hipercondensadas que apenas puede leer un puñado de especialistas en el tema. Los demás no. Sin embargo, poco tiempo después surgen artículos de revisión (reviews) que resumen lo significativo de 300 o 400 artículos originales, pero continúan siendo especializados, de selectiva lectura entre colegas. Más tarde aparecen reviews accesibles a todos los estudiosos de una disciplina, luego llegan las publicaciones tipo Scientific American y al final vienen los artículos para el gran público, en los cuales se pone énfasis en lo accesible y lo ameno.
México ha creado museos de ciencia, olimpiadas de ciencia, veranos de ciencia, semanas de ciencia. Ha estimulado a sus mejores investigadores para publicar textos divulgatorios de calidad. Se elaboran programas de televisión y radio exitosos. Todo ello despierta tal entusiasmo, que la Sociedad mexicana para la divulgación de la ciencia y la técnica, AC, ha organizado 14 congresos nacionales a lo largo de 14 años. Ahí se han debatido ideas, temas y experiencias para fomentar y ampliar el conocimiento científico-técnico entre la comunidad estudiantil, así como la vinculación social y económica del saber.
En pocas palabras: vamos por buen camino. En México hemos apostado al progreso y nos hemos lanzado a desarrollar investigación y difundirla. “Necesitamos transitar en uno o dos decenios los 600 años que le tomó al primer mundo pasar de la Edad Media al siglo XXI. La investigación ya la estamos logrando, por eso el próximo paso sería desarrollar la ciencia y, en ese sentido, una nueva concepción de la divulgación sería de gran ayuda”, ha dicho el doctor Marcelino Cereijido, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
En eso estamos. En el marco del reciente congreso celebrado en Morelia, Michoacán, hemos discutido los desafíos y retos del periodismo científico en América Latina; así como la necesidad de sacar el conocimiento de los espacios tradicionales, con tertulias de ciencia en lugares alternativos, como el “Museo da vida” en Brasil, “La hora feliz” de la Universidad Simón Bolívar, en Venezuela, y el “Café científico”, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Guadalajara. Hablamos acerca de la perspectiva para los museos de ciencias; la política y la divulgación de lo científico; las publicaciones existentes; el manejo en las carreras de comunicación de esta tarea, como una opción profesional.
En este congreso nacional hubo un concurso de carteles en torno a una serie de conferencias sobre riesgos y peligros naturales de México: el calendario cósmico; las emblemáticas mariposas como una herramienta didáctica para sensibilizar a los niños sobre la importancia del cuidado del ambiente; ¿qué elementos componen el universo?; ¿de qué color son las estrellas?; divulgadores jóvenes; talleres de ciencia para niños en Guanajuato, una experiencia interesante; periodismos de la ciencia: aproximaciones y cronología; el papel de las publicaciones periódicas en la construcción de identidades en el seno de las comunidades científicas: el caso de la revista de la Sociedad Mexicana de Historia Natural.
Otras presentaciones, destinadas a los preparatorianos, fueron: El alfabetismo científico, una prioridad en la enseñanza de las ciencias en el nivel medio superior; Verano de la ciencia del Tec de Monterrey, campus Puebla, y del Consejo de Ciencia y Tecnología de Puebla (Concytep); Divulgación de la ciencia a distancia para los bachilleratos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Divulgación de la ciencia en materia alternativa en educación media superior.
Se vieron también temas de utilidad práctica: comunicación de la ciencia como un medio para prevenir enfermedades infecciosas; determinación de la calidad microbiológica del fruto de guayaba de Michoacán y su comportamiento en almacenamiento; bosques, ciencias y política: el saber común; gestión integral de la comunicación y la transferencia de tecnología en el proyecto de biotecnología agrícola en Venezuela; lectura científica, desde pequeños; el éxito del periodismo científico y la divulgación de la astrofísica.
Los brasileños expusieron no menos de ocho ponencias. No reseño el título porque al estar en portugués, temo las equivocaciones.
En cuanto a las reuniones masivas para divulgar el conocimiento, se presentaron el XV Tianguis de la ciencia…, la fiesta de la divulgación científica en Michoacán; Ciencia para todos, de la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires (Argentina), cuya ponencia fue enviada al congreso, sin acudir en persona al evento; Aprendamos de ciencia los sábados; Ciencia en tu plaza, programa de Michoacán; La historia: un recurso olvidado; Las sociedades del conocimiento: una perspectiva nacional.
Los temas fueron numerosos. Por lo pronto, el museo Universum de la UNAM y la Universidad de Guadalajara se unieron para compartir video conferencias mediante el programa “Un lugar para la ciencia”, de la Unidad de vinculación y difusión científica de la UdeG y dicho museo.

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