Narrativas fantasmagóricas para encarar catástrofes: Jaime Ginzburg

Ante eventos como los campos de concentración o la persecución política, surgen discursos que hacen pervivir la memoria frente al olvido

273
Fotografía: Edgar Campechano

Los pasados coloniales y esclavistas; el fascismo, las dictaduras, la negritud y las diversidades sexuales, entre otros temas, irrumpen en el presente como monstruos y fantasmas cuando hay necesidad de encarar el horror del pasado por medio de la literatura, la plástica y el cine.

Así lo planteó el investigador de la Universidad de São Paulo, Jaime Ginzburg, en su ponencia “Pasado y fantasmagoría–tiempo, catástrofe y lenguaje”, en la clausura del Congreso de Jóvenes Investigadores “Futuros inciertos: América Latina frente a sus pasados y presentes”, organizado por el Centro María Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales (CALAS), de la UdeG.

Los sobrevivientes de las catástrofes, por ejemplo las víctimas de tortura de la dictadura brasileña, podrían constituir un paradigma al confrontar su experiencia a través de la oralidad, afirmó Ginzburg.

“Su discurso es un caso extremo que presenta problemas para narrar, porque es algo encontrado a diferentes escenarios, como los campos de concentración, la persecución política, la expulsión social, y otros casos”, explicó.

Tras el trauma, las víctimas no tienen dominio del lenguaje, por lo cual su experiencia viene al presente con un lenguaje disociativo y sin noción clara del tiempo.

“Primero, el dislocamiento del pronombre en primera persona que habla de un él, no de un yo, un mecanismo psíquico para evadirse de los efectos de la tortura y para que se hagan presentes”, explicó Ginzburg.

Las experiencias del pasado son asimiladas por los herederos de violencias y víctimas contemporáneas que las mantienen vigentes y expresan en una historia subterránea que reproduce los horrores.

“Es una historia subterránea de la ciudad del sufrimiento, de los cuerpos sometidos, de mutilaciones, violencia, represión sexual; asesinatos de personas que no pudieron presentar sus propias narrativas sobre lo que pasó”, acotó el investigador brasileño.

La literatura contemporánea elabora voces de, por ejemplo, esclavos, quienes expresan las marcas de la esclavitud, de la vida privada, del cuerpo físico y de la historia por medio de una literatura y estética fantasmagórica surgida en el siglo XIX.

“Se trata de una hipótesis para hablar de las irrupciones y discursos del presente como marcas decisivas ante la necesidad de transformaciones del futuro: de cómo el pasado se impone en las narrativas para decir que no las podemos olvidar y se presentan como alerta de perspectivas inciertas”, abundó Ginzburg.

El congreso se clausuró luego de tres jornadas con la asistencia de 35 investigadores e investigadoras procedentes de Argentina, Chile, Colombia, Alemania y México, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales (CUCSH), campus Los Belenes.

Artículo anteriorAnalizarán proceso de enseñanza-aprendizaje después de la pandemia
Artículo siguienteCormac McCarthy, el hombre que escribía a los caballos