Aseguraba Baltasar Gracián, en el Arte de prudencia, que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Ahora que la prudencia ha dejado de ser el baluarte de la literatura moderna, la brevedad se ha convertido en el escaparate de la trasgresión y la elocuencia de la ironía; frecuentemente, una síntesis del pensamiento con un aderezo de humor negro.
Con la intención de ofrecer una propuesta editorial alternativa, un colectivo de egresados de la licenciatura en Letras Hispánicas reunió bajo el sello Effictio Editores una propuesta heterogénea y temáticamente diversa, en la que el único requisito en el que convergen sus autores es el de presentar textos de microficción, un género que ha cobrado importancia desde que Augusto Monterroso escribiera el cuento más breve de la historia. “En él convergen la poesía, la narrativa y el ensayo convirtiéndolo en un intergénero”, asegura Paulo Verdín, uno de los editores.
Ingratas Creaciones, Breviario de la Imaginación es el tercero y más reciente título de este proyecto surgido en 2013. Su autor Jorge A. Olvera ha construido una trama de temas que van de lo cotidiano de las relaciones humanas, los cambios del pensamiento —personal, religioso, literario— en el tiempo y el amor abordado desde perspectivas tan diversas como el melodrama, el humor y el odio, hasta extrañas ficciones sobre humano-droides y personajes oníricos.
Es además una aproximación metatextual sobre los conflictos entre el autor y sus personajes, así como una reflexión sobre la semántica de las palabras y la importancia de lo dicho y lo omitido. El título mismo es más que una acusación, una queja de autor, ante la rebelión que emprenden los personajes contra su creador. Éstos ignoran, superan y se desvían de las intenciones de la pluma que les dio vida. Al final, el autor observa, atestigua, dando fe sin intervenir incluso en las más cruentas escenas, como sucede en el microrrelato “Hambre de vivir”, en el que un personaje anónimo “llevó sus pies hacia su boca. Nadie la tomaba en serio hasta que se tragó hasta las rodillas” y para cuando el lector ha terminado de leerlo, parece que ha sido demasiado tarde.
