En crisis la educación superior por efectos de la pandemia de COVID-19

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Se estima que en el nivel Superior, más de 300 mil estudiantes abandonaron sus estudios

La pandemia por COVID-19 no sólo ha generado problemas económicos, también una crisis en la educación que afecta a las universidades y que se traduce en abandono escolar, pocos recursos para enfrentar la crisis y migración de estudiantes de las instituciones de educación públicas a privadas.

Estos temas fueron discutidos en el webinar “COVID-19: La crisis y el futuro de la educación”, organizado por la Universidad de Guadalajara (UdeG) y Jalisco a Futuro,  y transmitido por las redes sociales de esta Casa de Estudio y Canal 44.

Para el Coordinador Académico del proyecto Jalisco a Futuro 2030, doctor Adrián Acosta Silva, la educación vive una catástrofe silenciosa en el contexto de la pandemia, que se traduce en un proceso veloz de desinstitucionalización y que se enraíza en distintos componentes de la vida social y pública.

“Lo que estamos mirando es cómo el manejo de la crisis está tornando El espacio privado, ya que la escuela es sustituida por la casa familiar; los maestros, por los padres de familia; los espacios de socialización e interacción social que eran los salones y los patios, están siendo sustituidos por las plataformas digitales”, declaró.

“Se trata de un proceso de desinstitucionalización muy rápido –agregó–, surgido en un contexto de emergencia e inédito, con efectos devastadores en la educación”.

Esta crisis tiene, entre sus facetas, el abandono escolar: se calcula que en la transición del fin del ciclo anterior y el que inicia hay 10 por ciento de abandono en educación básica; es decir, dos y medio millones de niños y jóvenes que dejaron la escuela; y en términos de educación superior hablamos de 8 por ciento, o sea, un poco más de 300 mil estudiantes, informó el académico universitario.

En cuanto a la educación en línea, Acosta Silva acotó que no hay algoritmo que resuelva el problema de la cuestión social, no hay aplicación alguna que resuelva el problema de las redes sociales, de las formas de socialización, de los hábitos y rutinas que constituyen el corazón de los aprendizajes sociales.

Algunos retos que enfrenta la educación son: cómo mejorar los aprendizajes y rendimientos escolares, desde la primaria hasta universidad; y el manejo de los docentes en modelos no presenciales y virtuales, pero al mismo tiempo interviniendo en el mejoramiento de las condiciones sociales.

Es necesaria implementar una política de contingencia del tamaño de la misma contingencia, dijo Acosta Silva, y habló de la necesidad de repensar la manera en que la educación básica y media se articulan con la universidad.

El gobierno no echa mano de las universidades para jalar el sistema de educación básica. A pesar de los retos y problemas de las universidades públicas y privadas en el contexto de la pandemia, “estamos en mejores condiciones para hacer contribuciones a las instituciones de educación básica”, subrayó el Coordinador General Académico y de Innovación de la UdeG, doctor Carlos Iván Moreno Arellano.

Se pronunció por un gran acuerdo con las universidades para generar contenidos, desarrollar tutorías y clases en línea, a fin de contribuir a mitigar esta catástrofe silenciosa en el sistema de educación básica.

La desinstitucionalización no es privativa de México, sino que es internacional, y está contribuyendo a una rápida reconfiguración global de todo el sector educativo superior, agregó.

Antes de la pandemia, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimaba que 375 millones de personas iban a cambiar de ocupación (no de trabajo) en los próximos cinco o 10 años, y que 14 por ciento de los trabajos podían ser automatizados y digitalizados; y lo que pasa con la pandemia es que eso se aceleró a cinco o 10 meses, dijo Moreno Arellano.

Esta transformación de los sistemas productivos tecnológicos obliga a las universidades, ahora más que nunca, a contribuir al reentrenamiento y reconfiguración de las capacidades humanas.

Moreno Arellano observa una tendencia en la reducción de los presupuestos para las universidades, y dijo que se estima una caída en los ingresos de las universidades públicas y privadas, a nivel global, de entre 20 y 25 por ciento, lo que calificó como una situación dramática.

Añadió que hay algunas universidades estadounidenses, sobre todo las más pequeñas, que van a cerrar o están en riesgo de hacerlo.

Explicó que la pandemia está impulsando una nueva desconfianza hacia la educación superior, que ya se había vivido, pero se reedita.

“Las universidades estamos obligadas a demostrar constantemente nuestro impacto social, cómo contribuimos a la solución de los problemas inmediatos, mediatos y de largo plazo”, subrayó.

Las universidades que no logren demostrar su beneficio social van a tener problemas como parte de la reconfiguración internacional, dijo.

“Las universidades más grandes, consolidadas y de prestigio, no van a sufrir tanto –abundó–, como el caso de la Universidad de Harvard, la UNAM, y la propia UdeG, a las que estas ondas de choque no llegarán de manera tan intensa, en parte, por su prestigio”.

Destacó que el hecho de que una institución de educación superior cuente con recursos públicos es ventaja, pero puede ser contraproducente si no se tiene el impulso para una transformación de manera rápida y bien pensada.

El profesor-investigador del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico (ICGDE), de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), doctor Wietse de Vries Meijer, señaló que en la educación superior hay un grave problema porque 35 por ciento de la matrícula está en las universidades privadas, y muchas están cerrando; estos estudiantes podrían postularse para el sector público y entonces habría una presión sobre el mismo.

“Como académicos tenemos que estar en la docencia y contratar más personal de tiempo parcial para atender a todos los estudiantes en licenciatura, no hay de otra”, denunció.

Vries Meijer dijo que en el futuro habrá universidades públicas con muchos estudiantes, sin examen de admisión, con grupos grandes que no cabrán en los salones y con profesores de tiempo completo y parcial, con salarios bajos y pocos estímulos.

La profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM Xochimilco), y quien fuera Presidenta del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (2018-2019), doctora Angélica Buendía Espinosa, resaltó que en el contexto de la pandemia se van a enfrentar desigualdades y disimetrías, que no son nuevas.

La condición de desigualdad reeditada se va a prolongar por muchos años en el país, y va a tener efectos negativos para algunos grupos que están en desventaja trágica, en el sentido de que difícilmente van a poder tener acceso, por lo menos, a la educación.

La académica sugirió la suma de las universidades a un programa emergente de apoyo a la educación, y mantener un vínculo como comunidades universitarias a través de seminarios y clases para el fortalecimiento de la entidad de la educación como proceso transformador.

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