Minucias del amor cotidiano

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Conceptos de apariencia antitética, como el éxito y el aburrimiento, figuran como elementos de base de una paradoja escenificada por una pareja de clase media alta en la intimidad de su hogar. Encarnando en ellos el modelo del sueño aspiracional moderno, el experimentado pintor figurativo Eric Fischl, vuelca sobre estampas cotidianas expresiones de una fuerza contenida, que al tiempo que exaltan la pasión con escenas eróticas de gran intimidad al interior de una sala hogareña o una habitación, las contrasta con rutinas carentes de todo entusiasmo, evidentes en el gesto de apatía de unos personajes que conviven sin hablar desde la cama y el escusado, apenas divididos por un muro que mantiene la puerta abierta.

Éstas y otras escenas cotidianas de quienes parecen haber alcanzado una vida de plenitud, conforman los proyectos Krefeld Project (2002) y Krefeld Redux (2004), del pintor y escultor  estadounidense reconocido por el enfoque de oscuridad con que en su obra suele presentar la normalidad de la vida promedio de la clase media de los Estados Unidos.

La selección, que compone ambas exposiciones, de más de veinte lienzos de gran formato, es considerada actualmente una de las obras más representativas del arte contemporáneo, no sólo por su clara influencia en la construcción de la perspectiva al estilo Edward Hopper —o por la gestualidad detallada y expresiva evidente en la obra de Lucian Freud—, sino por el método con el que aquella natural cotidianidad asfixiante es detalladamente construida. Los dos proyectos son el producto de un proceso iniciado por un experimento que colocó a dos actores durante tres días en la House Esters, en la ciudad alemana de Krefeld, con la sola consigna de comportarse como un matrimonio despreocupado de las más apremiantes necesidades materiales y concentrado en vivir una vida cotidiana de adultos maduros.

El resultado fueron más de dos mil fotografías y videos, de los que fueron extraídas las estampas pictóricas que Fischl seleccionó para montar una exposición al óleo que muestra genuinas expresiones de una compañía ensimismada y solitaria: desde la intimidad de la ducha hasta la inexpresividad del desayuno, surgidas de un proceso tan controlado que sorprenden por su autenticidad.

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