Luto universitario

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Cuando una vida es truncada en su pleno florecer, y de una forma tan insensata como brutal, todo lo demás sale sobrando. Huelgan palabras, declaraciones altisonantes, medidas tardías y ya inútiles, y lo que queda es una inmensa frustración, como la que embarga a familiares y amigos que, la tarde del sábado 8 de marzo, acudieron al velorio de María Fernanda Vázquez Vázquez, estudiante de 18 años de la Preparatoria 10, quien es la catorceava y, hasta el momento, la más reciente víctima del transporte público en Guadalajara.

“Hagan lo que puedan para parar esta injusticia”, dice sofocada por el llanto Aimeé Andrade, la mejor amiga de la fallecida. Y su desesperación se refleja en los rostros de los centenares de jóvenes que entran y salen de la funeraria, que en momentos se llena de tal manera que no cabe ni un alma, ni un rezo más.

“Que corran a todos los camioneros, que pongan a alguien de bien”, agrega, con una súplica llena de indignación, la chica de 17 años que conocía a Fernanda desde la escuela primaria.

Fernanda quedó lesionada gravemente después de que un camión de la ruta 368, alrededor de las 15 horas del viernes pasado, se estrellara en la parada ubicada por la lateral de Periférico Norte, frente a la Prepa 10, arrollando a quienes allí se encontraban. Además de ella, 18 personas más resultaron con heridas, de las cuales 12 eran estudiantes o exalumnos de la Universidad de Guadalajara, en su mayoría de esa preparatoria. Fernanda no logró sobrevivir a la operación, y falleció horas después en el hospital.

Aun si el director de Seguridad Pública de Zapopan, Hernán Guízar, declaró a los medios que el chofer Leopoldo Martín Soberano, de 52 años, viró a la derecha cuando se le atravesaron dos personas e impactó la estructura, testimonios relatan que iba jugando carreras con otra unidad y perdió el control del vehículo.

Los familiares de Fernanda no quieren versiones, lo que exigen es que se haga justicia: “Que se castigue debidamente al conductor, que se procese como se debe el caso y que se quede en la cárcel, él la asesinó”, dice una hermana, quien prefirió no revelar su nombre. Pero también esperan que su experiencia pueda servir para que sucesos de este tipo no se repitan: “Lamentablemente es la única manera en que se puede lograr que funcionen las cosas. Siempre tiene que pasar una tragedia para que pueda haber aunque sea un avance mínimo”.

Lo que les queda es frustración y pérdida: “Este es el sentimiento más fuerte que tenemos ahora, porque no podemos hacer nada ante una situación lamentable, que se dio por una negligencia. Por una parte está una gran tristeza, y por otra el coraje por cómo se dio la situación: es increíble que por una razón tan estúpida hayan salido lastimadas tantas personas y haya muerto mi hermana”.

Una adolescente promedio
Quienes la conocieron, definen a Fernanda como una chica sociable y extrovertida. Estudió muchos años ballet y su pasión eran las películas —en particular las viejas, recuerda Aimeé—; por eso, en su último semestre de bachillerato, estaba pensando escribirse a un diplomado de cine para luego, si le convencía, estudiar una carrera sobre el séptimo arte.

“Representaba muy bien el cliché de una adolescente”, dice su hermana. Cómo se pudo ver por la cantidad de jóvenes con diferentes estilos —desde metaleros hasta “cholos” explica la hermana— que acudieron a su velorio, “tenía tantos amigos, de diferentes expresiones, porque nunca te juzgaba, era abierta a escuchar a las personas”.

A pesar de ser la más chica de cuatro hermanas, “siempre fue muy libre, y rebelde. Pero también muy responsable en la escuela”.

Indignación y dolor
El sábado por la tarde, un grupo de estudiantes de la Preparatoria 10 se reunieron en el lugar del accidente para conmemorar a las víctimas. En la banqueta, en el cemento, quebrado como la joven vida de Fernanda, plantaron unas flores, símbolo de la memoria y de la esperanza. En las bardas del plantel, utilizaron las mantas que promocionan los Bienevales para manifestar su rabia: “¿Cuántos más ‘Aris’?”, decía una, entre veladoras encendidas.

“Es un pequeño homenaje pero también una manifestación de indignación ante el desinterés del gobierno del estado, de la Secretaría de Movilidad y de la propia ciudadanía, porque los ciudadanos somos responsables de las ineficiencias de este gobierno”, dijo Felipe Martínez, profesor de educación física de la preparatoria y de quien Fernanda fue alumna.

Por su parte, el director del Sistema de Educación Media Superior, Javier Espinoza de los Monteros Cárdenas, acerca de la fallecida dijo que “además de una estudiante de nuestra comunidad, fue una excelente alumna, hija de un maestro jubilado de la misma Universidad, quien dedicó más de 34 años de su vida a la docencia en la Preparatoria 3. Como universitario, agradece el apoyo de la institución en el proceso que la familia está pasando”.

Agregó: “Tuve la oportunidad de hablar con él. Es una serie de sentimientos encontrados, porque todo mundo hace esfuerzos para que los chicos alcancen sus metas y sus logros en su escuela, y de la noche a la mañana perder una vida en esas condiciones, de alguien tan carismático con sus compañeros, es una situación que nos duele”.

Que el gobierno cumpla

Como suele suceder en casos como estos, junto con la rabia y la pena, caben muchos “si” y “hubiera”: “Fernanda tomaba allí el camión y tardaba 10 minutos en llegar a su casa, en Tabachines. Si hubiera una banqueta o una ciclovía, y más seguridad, porque allí está muy peligroso, hubiera podido ir caminando o en bicicleta. Pero vivimos en una ciudad donde se privilegia el transporte motorizado, y no se le da la importancia a un proyecto que contemple opciones distintas”, explica la hermana.

No hay una educación en el uso del transporte ni una capacitación para los que lo conducen. Estos lo ven como un oficio, tal cual, si de verdad se le diera importancia a la figura del chofer de transporte público esto cambiaría”, continúa. “Llevan a personas, están dando un servicio público y social al mismo tiempo, tienen la responsabilidad de esas personas”.

Dice que dependiendo del estado de ánimo, y si tienen las fuerzas necesarias, asistirán a las marchas que se están organizando. Otros, como Aimeé, no creen que éstas puedan servir para mejorar el transporte: “Que la gente deje de usarlo, para que se pongan las pilas”, asevera.

La hermana de Fernanda opina que esta situación es culpa también de los usuarios, “que no se quejan y no exigen. Tú mereces respeto y estás pagando mucho dinero por un transporte que no vale ni la mitad, pero la gente no siente que vale, y si yo no me valoro cómo voy a exigirle a alguien más que me valore”.

Y concluye: “Como los familiares de las otras personas afectadas, esperamos que haya una respuesta de parte del gobierno, que tomen cartas en el asunto y que se haga una regulación del transporte, más atención tanto para los usuarios como para los transeúntes. Porque no hay ningún respeto, te subes al camión y no sabes qué te puede pasar”.

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